La deuda de EEUU está viviendo unas jornadas históricas. Los rendimientos de los títulos a diez años están saltando a marchas forzadas a medida que los inversores del resto del planeta buscan reducir su exposición a EEUU por el conflicto arancelario. Si bien las consecuencias sobre su gran déficit y deuda parecen evidentes, la amenaza del mercado de bonos es mucho mayor de lo que podría parecer. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha confirmado en repetidas ocasiones que una de sus grandes bazas económicas pasaba por influir en la economía a través del mercado de bonos bajando los rendimientos. Ahora está ocurriendo todo lo contrario y esta era una de las claves fundamentales. La deuda era la herramienta sutil con la que evitar a la Fed y poder impulsar la actividad al tiempo que se mantenía baja la inflación. Ahora el consenso es claro, los temores de recesión crecen al mismo ritmo que el IPC. Todo esto mientras el mercado de renta fija amenaza con ser un lastre en vez de un impulso.

Los títulos de deuda de EEUU a diez años han visto saltar sus rendimientos hasta el 4,4% en desde el entorno 4% donde cotizaba hace escasos días, cuando, incluso, estos activos parecían incluso un escudo frente al caos en el mundo y los mercados. En cualquier caso, cada vez más analistas se suman a la teoría de que el movimiento en la deuda no es temporal y forma parte de algo más profundo. “Creemos que hay una tendencia de salida netas de EEUU que serán un factor técnico de peso que impulsará unos mayores rendimientos en los bonos de EEUU”, comentan desde Wellington Management.

Pero, ¿cuál era el plan exactamente? El propio Bessent confirmó en un anuncio de su plan de deuda que esta sería su gran baza dado que “no pediremos a la Fed que baje los tipos, sino que estamos centrados en lograr el mismo resultados bajando los rendimientos de los bonos a 10 años”. Tal y como explicaba el alto cargo su plan para hacerlo era la regla 3-3-3. Resumiendo, reducir el déficit al 3% (y limitar así la oferta de bonos), crecer al 3% del PIB y producir 3 millones de barriles de petróleo más (para bajar la inflación y aumentar el poder adquisitivo de las familias y empresas). De este modo se crearía un contexto más relajado en el que los rendimientos caerían.

¿Qué tienen que ver los bonos y la economía?

¿Por qué unos bonos más altos impactan en la economía? El motivo es que estos son fundamentales para configurar las condiciones financieras, pues sus rendimientos actúan como referencia para múltiples frentes que influyen en la actividad de un país. El ejemplo clave son las hipotecas que en la mayoría de los casos están vinculadas a los bonos. Concretamente en EEUU los bonos a 10 años son la referencia para casi todos los tipos hipotecarios a 30 años.

Según el último informe publicado por Torsten Slok, economista en jefe de Apollo, por cada 100 puntos básicos que se recorten de los rendimientos de los bonos a diez años se produce un aumento del PIB de entre un 0,5% y del 1% solo por su impacto en las condiciones financieras. Desde US Bank explican que esto, además viene en buena medida de los propios hogares y del ahorro disponible que se genera (principalmente por la vivienda) y, según sus estimaciones, esos 100 puntos básicos pueden disparar su consumo entre 0,3% y 0,5% del PIB.

Por su parte las inversiones empresariales aumentan entre un 5% y 10% ante los menores costes de la deuda que tenga los rendimientos de los ‘treasuries’ como referencia. Según la misma firma “las grandes empresas emiten bonos corporativos que se valoran con un ‘spread’ sobre el bono a diez años”.

Respecto a las condiciones de financiación dañadas por los bonos, estas ya venían sobre aviso con la renta variable. El precio de las acciones influye decisivamente en este parámetro. El motivo es que las empresas usan el parqué para conseguir liquidez, pero también las familias. Según la Reserva Federal las acciones de renta variable supusieron un 64% de todos los activos de los hogares de EEUU. Por lo tanto la caída en bolsa mengua su riqueza y su capacidad de gasto.

La montaña de deuda

En ese ciclo virtuoso de los bonos, el gobierno también tiene un papel muy importante. La menor rentabilidad implica un déficit a menor coste y, por lo tanto, más capacidad para medidas que estimulen la economía. Esto es particularmente clave en un momento donde la economía de EEUU se encuentra ya en una situación difícil respecto a su deuda pública, con un 127% sobre su PIB (97% de deuda externa sobre su PIB) y un déficit fiscal del 7,4% según el FMI. Este año parece que va a repetir estas cifras y se proyecta que alcanzará una deuda del 130% para finales de la década.

Lograr reducir los intereses es un factor fundamental para las arcas públicas. Según los cálculos del Departamento de control económico del Congreso de EEUU (CBO, por sus siglas en inglés) lo que la Casa Blanca paga solo en intereses se ha disparado un 34% en un solo año hasta los 949.000 millones de dólares. Para contextualizar la cifra, se trata por si sola de la mayor partida de todo el país superando a Defensa (824.000 millones) y solo por debajo de la Seguridad Social, que supone 1,5 billones de dólares.

Pueden ‘rematar’ a EEUU

Es por todos estos factores que los rendimientos de los bonos suponen un camino de dolor. Juan Jose Fernández-Figares, analista de Linkscurities, comenta en declaraciones a elEconomista.es que “un repunte de la rentabilidad de los bonos puede dar la puntilla a la economía de EEUU, que ya parece estar desacelerando a marchas forzadas”. El experto explica que “con el mercado de valores y la renta fija cayendo, algo puede terminar rompiéndose y, en esta ocasión la Reserva Federal tiene mucho menos margen para acudir al rescate dada la alta inflación que sigue sin remitir”. Expertos como los de Capital Economics creen que, con los aranceles, esta repuntará al 4%.

Por su parte los analistas de Deutsche Bank consideran que, si bien sí que existen mayores problemas que en otras crisis, la Fed terminará interviniendo el mercado de bonos para evitar el golpe de las fugas masivas. “Si continúan las recientes perturbaciones en el mercado del Tesoro de EEUU, no vemos otra opción para la Reserva Federal que intervenir con compras de emergencia de bonos del Tesoro para estabilizar el mercado”, señala George Saravelos, jefe mundial de estrategia de divisas de Deutsche Bank.

La Fed frente a Xi Jinping

Sin embargo, si bien parece claro que la Fed puede volver a las compras masivas ‘salvando los precios’ , el peso de una China en retirada es claro. China posee cerca de 760.000 millones de dólares en deuda estadounidense. Pese a que la tendencia ha sido a la baja China todavía tiene un 2,7% del total de los 28,2 billones de dólares norteamericanos que hay en el mercado. En ese sentido desde Gavekal comentan que esperan que la tendencia de esta huida de Pekín siga su curso y, también se convierta en un factor estructural. “China está liquidando sus tenencias de bonos del Tesoro antes de cambiar sus dólares estadounidenses por oro o por las monedas de países con los que mantiene una relación menos conflictiva como Europa, Canadá, Australia o Japón.

Ahora queda por ver si Trump dará marcha atrás con los aranceles y si se pueden calmar los ánimos. En cualquier caso la confianza ya está dañada y es un factor clave que ha sostenido los flujos masivos de dinero volando hacia EEUU. En cualquier caso las próximas semanas pueden ser decisivas. De momento China mantiene el pulso subiendo otra vez un 50% sus aranceles sobre EEUU hasta el 84%. Ahora ,con la tensión en todo lo alto, los bonos se convierten en el epicentro de las tensiones… y su impacto podría dejarse sentir en la economía.

Fuente: Revista El Economista

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