Pese al ligero crecimiento registrado en los tres primeros trimestres del año, la economía de la zona euro tardará en recuperar el pulso. Así lo ha proyectado este miércoles la presidenta del Banco Central Europeo que ha indicado que a corto plazo el crecimiento será débil, para tomar impulso más adelante y ha concretado que los pronósticos a medio plazo arrojan incertidumbre, principalmente por la inestabilidad geopolítica.
En su intervención en la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, la francesa ha indicado este miércoles que “los datos sugieren que el crecimiento será más débil a corto plazo, debido a la ralentización del crecimiento en el sector de los servicios y a la continua contracción del sector manufacturero. Más adelante, la recuperación económica de la zona euro debería empezar a cobrar impulso”.
Si en el primer semestre del año los países del euro anotaron un crecimiento “moderado”, tras cinco meses de estancamiento, la raíz de tal repunte no fue otra que las exportaciones y el consumo. Sin embargo, el tercer trimestre reflejó la nota positiva con un aumento del PIB del 0,4%, impulsado por factores temporales como los Juegos Olímpicos de París.
Sin embargo, la presidenta del BCE ha puntualizado que “las perspectivas económicas a medio plazo son inciertas y están dominadas por riesgos a la baja. Los riesgos geopolíticos son elevados, con crecientes amenazas para el comercio internacional. El alto grado de apertura comercial y de integración en las cadenas de suministro mundiales hace que la zona del euro sea vulnerable a los shocks externos, y las posibles barreras comerciales suponen una amenaza para la industria y la inversión”.
En todo caso, Lagarde ha pronosticado que el gasto de los consumidores repuntará a medida que aumenten los ingresos reales, y que la inversión se recuperará a medida que desaparezca el impacto del endurecimiento de la política monetaria.
En cuanto al objetivo del BCE de llevar la inflación al 2%, la francesa ha indicado que la tasa se acercará a esta meta a lo largo del próximo ejercicio, pese al repunte de final de 2024. “Nuestra lucha contra la inflación ha casi terminado. No lo hemos conseguido aún. Pero casi, pero por eso miramos más hacia el futuro de lo que hemos mirado en los últimos dos años”.
En este sentido, Lagarde ha matizado que “se espera que la inflación aumente temporalmente en el cuarto trimestre de este año, a medida que las fuertes caídas anteriores de los precios de la energía vayan desapareciendo de las tasas anuales, antes de descender hasta el objetivo en el transcurso del próximo año”.
Esta es la perspectiva, aunque la presidenta del BCE ha rechazado detallar cuáles serán los próximos pasos de la institución hasta la próxima semana, en su senda hacia la bajada de tipos de interés. Una revisión que, como apunta habitualmente, dependerá de los datos y se abordará reunión a reunión. “No nos comprometemos de antemano a seguir una senda de tipos determinada”, ha zanjado.
En octubre, el BCE redujo sus tipos de interés en 25 puntos básicos, tras las anteriores bajadas de tipos de junio y septiembre, lo que los sitúa en el 3,25%. El proceso de desinflación iba por “buen camino”, en octubre, ha subrayado la francesa. Ha recordado, así, que la inflación repuntó un 2,3% en noviembre, desde el 2,0% de octubre, según Eurostat. Un alza que responde a la moderación de la caída de los precios de la energía y a un aumento de la inflación de los alimentos.
La inflación subyacente, excluyendo energía y alimentos, se mantuvo estable en el 2,7% en noviembre. “Se espera que se mantenga en torno a estos niveles hasta principios de 2025“, ha anotado Lagarde. La inflación del sector servicios sigue concentrando la mayor contribución y se situó en el 3,9% en noviembre, en parte, por el alza de los salarios.
Fuente: Revista El Economista