La economía de Argentina voló en el cuarto trimestre de 2024. El último dato publicado por el Indec hace escasas horas ha revelado que el crecimiento intertrimestral ha sido del 1,4%, interanual del 2,1% y en tasa anualizada (se mantuviera esa expansión durante cuatro trimestres) se ha disparado un 5,7%, por encima de las previsiones de los expertos y el mercado, que venían valorando una tasa anualizada de entre el 4,7 y el 5,5%. El dato ha sido extremadamente positivo en casi todas sus aristas y da continuidad a la recuperación iniciada en el tercer trimestre. Por un lado, el PIB en 2024 cayó solo un 1,7% (la previsión de hace unos meses era una recesión del 3%) y los componentes de consumo e inversión parecen haber recuperado los niveles previos a la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada. Estos datos muestran una vigorosa recuperación que ha llegado antes de lo previsto y en medio de un histórico plan de austeridad y transformación legislativa que amenazaba con generar una larga transición de recesión y estancamiento hasta que la economía encontrase el nuevo punto de equilibrio y apoyo para volver a crecer.
Juan Ramón Rallo, Doctor en Economía y profesor de universidad, explica en la red X que el dato de PIB ha sido realmente bueno: “La economía creció un 1,4% intertrimestral (equivalente a un 5,7% anualizado). El PIB del cuarto trimestre de 2024 fue un 2,1% superior al PIB del cuarto trimestre de 2023. Es decir, la economía argentina YA genera hoy más riqueza que antes de Milei”. Cabe destacar que la economía de Argentina venía de una profunda caída en los dos primeros trimestres de 2024, por lo que acabar el año con un crecimiento interanual del 2,1% refleja la poderosa recuperación. El PIB intertrimestral creció un 1,4%, casi el doble de lo que viene creciendo España (un 0,8%), el país que lidera la expansión de la actividad económica en la zona euro.
Daniel Fernández, profesor de Economía en la Universidad Francisco Marroquín, coincide con Rallo y explica en una nota que “el PIB de Argentina vuelve a crecer en el cuarto trimestre de 2024 mientras se disipan las dudas con respecto al buen quehacer macroeconómico del Gobierno de Milei”. El plan de austeridad ha equivalido a recortes del 5% del PIB (un descenso del gasto público histórico), mientras que el Gobierno ha anunciado importantes desregulación y reducciones de la plantilla del sector público. Aunque en el largo plazo esto puede ser positivo para lograr un crecimiento más sostenible y una menor inflación, se esperaba que en el corto plazo hiciera mayor mella en el PIB argentino.
En el cuarto trimestre de 2024 las importaciones de bienes y servicios aumentaron el 12,9% con respecto al tercer trimestre (gracias a la fuerte recuperación de la demanda interna por el mayor aumento de los salarios reales), las exportaciones crecieron un 7,7%, la formación bruta de capital fijo se incrementó un 11,3% y el consumo privado avanzó el 3,2%.
“En términos de la dinámica de recuperación, la economía argentina salió de la recesión -cuyo punto más bajo se registró en abril 2024- en forma de ‘V’. Se puede observar en el gráfico que el PIB ya está muy por encima del cuarto trimestre de 2023 (el cual equivale a índice 100), momento en el que Javier Milei llegó al poder y comenzó a implementar su plan económico. Este repunte fue impulsado en gran parte por el sector agropecuario, que se benefició de la mejora en la producción tras la sequía de 2023, a pesar de la bajada en el precio de las materias primas”, apuntó la consultora Invecq en un informe. La agricultura, con fuerte peso en la economía argentina, tuvo una subida del 31,3%, desde una base de comparación muy negativa en 2023 por la severa sequía que aquel año golpeó al país, según revela el comunicado del Indec.
El consumo y la inversión vuelven
Por el lado de la demanda han brillado el consumo y la inversión, que venían de unos trimestres realmente malo: “La formación brutal de capital fijo había sufrido sobremanera desde finales de 2023 (sufrió una caída de más de 10% antes de que entrara Milei (y siguió cayendo en picado al inicio de su gobierno). En este cuarto trimestre del año 2024, empero, el principal impulsor del crecimiento económico ha sido la inversión en capital fijo, que crece nada menos que un 11% con respecto a la cifra registrada en el trimestre anterior (y que en el trimestre anterior también había crecido por encima del 10%)”, señala Fernández.
El consumo también se ha recuperado por completo. Fernández explica que la principal crítica en los primeros compases del Gobierno de Milei fue la caída en el consumo que habían sufrido los argentinos. “A pesar de que la caída venía ocurriendo durante todo el 2023 (sin que la prensa parece que se percatase de ello), las críticas se centraron en la administración de Milei en los dos primeros trimestres del año. Pues bien, en los dos últimos trimestres del año, el consumo privado de los argentinos creció más de un 7% en términos reales, lo que ha provocado que el nivel de consumo sea hoy superior al de hace un año”, sentencia Fernández.
“En el cuarto trimestre de 2024, el PIB también fue superior al del tercer trimestre de 2023, con el plan platita keynesiano a pleno rendimiento. El consumo privado creció un 3,2% con respecto al tercer trimestre de 2024. Y fue un 2,8% superior al del cuarto trimestre de 2023. E igualmente se ubicó por encima del tercer trimestre de 2023 (con el plan platita)”, explica el profesor Rallo.
El Doctor en Economía incide en la mejora del consumo y recalca que esto quiere decir que los argentinos gastaron más en consumo en el cuarto trimestre de 2024 que en el tercer y cuarto trimestre de 2023. Y, sin embargo, la inflación fue muy inferior en el cuarto trimestre de 2024 que en el tercer y cuarto trimestre de 2023. ¿Dónde queda la teoría de que la inflación baja porque se contrae el consumo? En el basurero de las malas teorías económicas. Pero no solo eso: “La inversión, atención, creció un 11,3% con respecto al trimestre anterior (analizadamente, sería un crecimiento del 53,4%) y también se ubica por encima de finales de 2023”, sentencia Rallo.
Fuente: Revista El Economista