Más allá de la tragedia humana, la invasión de Rusia a Ucrania generó un gran temor en los mercados: una nueva crisis en el petróleo. Con 6,8 millones de barriles diarios exportados por el país euroasiático, los precios empezaron a bailar al ritmo de la guerra. El primer día ya marcaron subidas del 2,31%. Este fue solo el primer episodio de una era de volatilidad alcista que llevó el precio del barril a subir un 20% y rozar los 120 dólares. Sin embargo, casi tres años después las negociaciones de paz están dejando una sensación que parecía increíble en aquellos meses de caos: nada de lo que ocurra entre Trump, Putin, Zelensky y Bruselas parece perturbar al oro negro, cuyas caídas siguen sucediéndose con la vista más en Riad y en América. Parece que el crudo está cotizando un escenario tranquilo, en el que la economía puede perder ritmo de forma progresiva y los conflictos bélicos parecen menos probables. Esto es, al menos por ahora, lo que descuenta el crudo.

De hecho, cada vez más expertos se suman a la idea de que, con el mercado ya cotizando una situación más benigna para los flujos de petróleo, la realidad es que pase lo que pase y bajo los tres posibles escenarios (paz, punto muerto o ruptura de las negociaciones) en todos ellos los analistas ven argumentos a favor de un Brent cotizando a unos precios como mínimo razonables (entre los 70 y los 85 dólares). Aunque Rusia sigue siendo ese titán del crudo, la realidad es que pase lo que pase crece el sentimiento de que el crudo seguirá fluyendo como si nada hubiera pasado y lo único que puede cambiar es quien es el cliente final. Buena prueba de ello son los últimos movimientos del crudo, que han sorprendido a propios y extraños. En unos pocos días, el petróleo se ha dejado más de un 5% pese a que no ha habido noticias o datos oficiales para justificar dichos descensos.

El precio del petróleo parece encontrarse enfrascando en una suerte de sentimiento negativo, con el Brent situándose en torno a los 72,5 dólares por barril este jueves de febrero, lo que supone una pérdida superior al 12% en poco más de un mes desde que cotizaba por encima de los 82 dólares a mediados de enero. La tendencia bajista se ha acentuado debido a la incertidumbre económica global y la posibilidad de que un acuerdo entre Estados Unidos, Rusia y Ucrania inunde el mercado con más crudo ruso.

El petróleo fluiría con mayor eficiencia

Cabe recordar que los precios ya cayeron un 2% tras conocerse la llamada de Trump y Putin en la que por primera vez se creaba el marco para las negociaciones. Sin embargo, desde Capital Economics responden que el mercado, con esa caída, ya ha incorporado sus esperanzas y que realmente un impacto mayor “tendrá un impacto realmente limitado”. El motivo es que “Rusia sigue exportando en función de su pacto con la OPEP”.

Coincide con esto, Nitesh Shah, Head of Commodities and Macroeconomic Research, WisdomTree, que en declaraciones a elEconomista.es comenta que si bien es cierto que “la perspectiva de que la guerra termine está contribuyendo a las caídas en los precios. Yo no le daría gran importancia dado que los flujos de crudo ruso están por debajo de niveles preguerra por decisión propia, por su acuerdo con la OPEP”. Es decir, “las sanciones vinculadas al conflicto tienen suficientes lagunas para que Rusia mantenga la producción tan alta como quiera, dado que siempre hay compradores dispuestos como India o China)”.

Otra opinión un tanto diferente, pero que habla en un tono similar, es la de John Evans, analista de PVM Oil, que advierte este mismo miércoles que “las perspectivas económicas y del petróleo son cada vez más inciertas”, no solo por las negociaciones de paz sobre Ucrania (pueden hacer caer al crudo), sino que hay otros factores ‘macro’ que están penalizando la cotización del petróleo. Uno de los principales factores que está lastrando el precio del crudo es el deterioro de la confianza del consumidor en EEUU que, según la medición de The Conference Board, ha caído al ritmo más rápido desde agosto de 2021. Evans apunta que “la creciente inflación ha golpeado la confianza de los consumidores estadounidenses, lo que podría seguir deteriorándose”, poniendo en duda la solidez de la demanda de petróleo en la mayor economía del mundo.

El frente geopolítico, también añade presión a los mercados de crudo, según Evans. Ucrania ha acordado, o quizás ha sido presionada a acordar, un pacto minero con EEUU para desarrollar recursos naturales sin garantías de seguridad firmes. Para Evans, esto es “una apuesta arriesgada, aunque probablemente necesaria”, que refleja la estrategia de EEUU de ejercer su influencia en sectores clave de recursos en todo el mundo, como ya ha sucedido en Canadá, Groenlandia, Rusia y la industria de semiconductores de Taiwán. El impacto en la demanda de petróleo es evidente, pero además el posible acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia podría desmantelar cualquier esperanza alcista en la oferta. Evans subraya que “si EEUU consigue mediar un acuerdo entre Kiev y Moscú, la oferta de crudo ruso se disparará (fluirá con mayor normalidad y eficiencia), aplastando cualquier expectativa de repunte en los precios”. Esto daría a Trump la victoria en su objetivo de mantener el petróleo barato, lo que beneficiaría a los consumidores estadounidenses, pero debilitaría los ingresos de los países exportadores de crudo.

Desde WisdomTree lo ven parecido pero con un matiz. Los analistas de la firma estiman que si EEUU lograse un acuerdo con Rusia incluso si este ocurre al margen de la UE, la capacidad de Moscú de bombear crudo podría crecer. El motivo es que volvería al sistema financiero global y, por lo tanto, “accedería a crédito internacional y bienes de capital que le permitan invertir en renovar proyectos que ahora mismo están en decadencia”. Sin embargo, si bien esto afectaría a la baja a los precios del crudo, este impacto “no debería ser significativo a corto plazo”, dada la naturaleza de estos proyectos y la poca conexión que hay entre las industrias petroleras de EEUU y Rusia ya de antes de la pandemia. Cabe recordar que ambos son ‘rivales’ en el mercado global y las firmas norteamericanas buscan expandir su presencia a costa de sus contrapartes. No hay grandes compras de petróleo entre ambos países.

En este último aspecto coincidían los expertos de Bank of America Merrill Lynch (BofAML), que apuntaban hace una semana a una caída del crudo de unos 10 dólares gracias a las mejoras de eficiencia en las rutas para llevar el petróleo de un lado a otro si Rusia volvía a entrar con normalidad en la ‘rueda global’ del crudo.

Las negociaciones para poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania han comenzado, y un eventual acuerdo de paz podría sacudir el mercado energético global. Según el informe Global Energy Weekly, elaborado por Francisco Blanch y su equipo de estrategas de materias primas en Bank of America Merrill Lynch, el fin del conflicto podría traer consigo un alivio en las sanciones energéticas impuestas a Moscú, lo que “permitiría que volúmenes incrementales de petróleo, gas y carbón lleguen a los mercados mundiales, proporcionando un respiro a los consumidores de energía”.

Uno de los principales efectos de un posible acuerdo de paz sería la reducción de las rutas comerciales. En los últimos años, las sanciones obligaron a Rusia a desviar sus exportaciones de crudo hacia India y China, en viajes largos y costosos. Sin embargo, si las restricciones se suavizan, los barriles rusos podrían regresar a Europa, eliminando esos trayectos y permitiendo una oferta más fluida. En palabras de los analistas, “si los barriles rusos ya no necesitan hacer un largo viaje a India o China, y de repente hay más suministro disponible, el Brent podría caer entre 5 y 10 dólares por barril”.

Otro factor clave es la energía varada dentro de Rusia. Con las sanciones, una parte de la producción petrolera quedó atrapada en el país sin acceso a los mercados internacionales. Un alivio en las restricciones permitiría que este crudo volviera a la circulación global, lo que sumaría más oferta y presionaría aún más los precios a la baja. Los expertos de Bank of America advierten que “la reducción de estas largas rutas comerciales liberaría almacenamiento operativo en el mercado”, aumentando la disponibilidad de crudo.

Asombro entre los analistas

Los propios analistas de Commerzbank mostraban su asombro en los últimos comentarios enviados a clientes por el comportamiento del petróleo en dos de las últimas cuatro sesiones: “El crudo ha caído con fuerza sin una explicación tangible”. Estos descensos, ambos rozando el 3% (uno fue el pasado viernes y otro este mismo martes) han llegado sin que se haya producido una decisión de la OPEP o de cualquier otro actor clave en el mercado de crudo. Las caídas han sido justificadas por los analistas con supuestos cambios del sentimiento en el mercado. Ni las poderosas sanciones de EEUU a Irán lograron un cambio en la cotización.

El análisis del banco alemán señalaba que “el viernes pasado, los precios del petróleo se vieron sometidos a una fuerte presión que les hizo perder todo lo ganado durante la semana. Ello se debió a un deterioro del sentimiento general de los mercados financieros, que se reflejó también en una marcada caída de los mercados de valores y de los rendimientos de los bonos. Sin embargo, no hubo más noticias específicas sobre el mercado petrolero“, aseguran con cierta fascinación por la intensidad de la caída del crudo.

La experta de WisdomTree, por su parte, coincide que al menos hay dos factores más importantes para entender los movimientos en el precio del barril en el corto plazo. Según la misma, las subidas anteriores vinieron de “unas olas de frío que aumentaron la demanda”, esto sumado a las decisiones del cártel de mantener sus recortes de producción. Respecto al impacto que podría tener una ruptura total de las negociaciones, Shah explica que podría derivar en ciertas subidas temporales debido a que “la prima geopolítica que se está perdiendo podría volver al petróleo”.

En ese sentido, la sensibilidad de las subidas en el precio del barril sería un disparo al aire, dependiendo en gran medida de las respuestas que vayan poniendo en práctica los diferentes actores. “Si EEUU y Europa deciden endurecer las sanciones podrían limitar realmente el suministro ruso… pero al final la OPEP tiene una gran capacidad ociosa para reemplazar ese crudo y equilibrar el mercado”. Otro escenario posible es una alianza EEUU-UE deteriorada donde Trump negocie con Putin al margen de Bruselas, esto no garantiza grandes movimientos en un sentido claro, pero “esa fragmentación geopolítica sí que añadiría una mayor volatilidad”.

Hay otro escenario muy comentado que es una negociación totalmente estancada en la que las posturas se mantengan inalteradas y, sin levantarse nadie de la mesa, los contactos se dilaten durante meses y meses. Este escenario añadiría un argumento alcista al petróleo, dado que tanto EEUU como Europa podrían ver en este estancamiento motivo para aumentar sus sanciones y acelerar así las conversaciones. Sin embargo, “si la aplicación de sanciones no es muy contundente durante las fases de negociación (por mucho que se alarguen) los precios podrían seguir bajando)”.

La llave es la OPEP

Tal y como se ha comentado, la clave no está tanto en Moscú o Kiev sino en Riad. Actualmente, el mercado se encuentra en un momento muy estrecho con un superávit de unos 500.000 barriles (según datos de la Agencia Internacional de la Energía, AIE) gracias a la gran producción de países como EEUU, Guyana, Brasil, Argentina o Canadá, que han sumado nuevos barriles mientras la demanda no ha acompañado. En ese sentido, el cártel mantiene una estrecha política de recortes que ya podría empezar a romperse a partir de abril y en la que Rusia, como aliado, tiene un peso capital.

La OPEP en su conjunto, está dejando de producir un 5,7% de todo el suministro mundial para evitar un colapso en los precios. Estamos hablando de unos 5,86 millones de barriles diarios. Unos recortes que comenzaron en 2022 y que iban a empezar a quitarse paulatinamente en septiembre de 2024. Sin embargo el grupo ha ido retrasando reunión a reunión y ahora, oficialmente, comenzarán en abril. Sin embargo incluso esa fecha está en el aire y crecen los rumores de un nuevo retraso ante la tendencia bajista que sigue dominando el mercado.

De estos recortes, Rusia asume dejar de bombear medio millón de barriles diarios mientras que Arabia Saudí, lider de la alianza, lo hace en más de 1 millón de barriles. “Las decisiones de suministro de la OPEP+ son las que están determinando la escasez en el mercado actualmente, no la guerra. La paz puede no cambiar la oferta mundial de petróleo, sino solo a quién podrá venderle Rusia su petróleo”, comentan desde Wisdom Tree.

Desde Rystad Energy comentan que la clave será el baile de Riad con Texas. En la medida que EEUU relaje su producción la OPEP podrá permitirse relajar sus recortes tambien. “Las expectativas apuntan a un crecimiento considerablemente más lento de la oferta estadounidense: la EIA proyecta un aumento de solo 350.000 bpd. La perspectiva de un crecimiento marcadamente más lento permite a Arabia Saudita y otros miembros de la OPEP+ albergar la esperanza de que podrán revertir sus recortes”, comenta la consultora.

Sin embargo, cada año las petroleras estadounidenses se han acostumbrado a sorprender de forma crítica al mercado y si lograr superar los 500.000 barriles diarios extra “dejaría a la OPEP en la desagradable situación de tener que mantener sus recortes durante más tiempo y podría plantear preguntas sobre la sostenibilidad de su estrategia”. En cualquier caso, Rusia y Ucrania parecen convertirse en piezas secundarias de este engranaje que definirá el mercado, un mercado que a falta de una gran sorpresa en la demanda como podría ser China, se perfila como un pulso entre Arabia y EEUU.

Fuente: Revista El Economista

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