Latinoamérica es esa eterna promesa que no termina de explotar. Una región con grandes recursos naturales, sin conflictos bélicos a la vista y con un gran potencial, pero que no termina de encontrar el camino hacia la prosperidad. Sin embargo, siempre hay excepciones. Dentro de esta región hay un país que cuya renta per cápita ha alcanzado niveles dignos de una economía desarrollada. Además, su crecimiento económico sigue siendo relativamente elevado en términos de PIB per cápita, con una tasa de variación que supera el 4%. Lo que es más sorprendente, este país no tiene petróleo, aunque tiene algo que se le asemeja y que es realmente lo que le ha convertido en la nación más próspera de Latinoamérica: un canal que ha revolucionado el comercio internacional.
Panamá tiene el PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo o PPA (elimina las distorsiones de los precios de las diferentes economías) más alto de toda Latinoamérica. Pero es que, además, según datos del Banco Mundial, este indicador está creciendo a un ritmo del 4,4% anual, un auténtico milagro para un país cuya renta per cápita PPA roza los 43.000 dólares (cuanto mayor es el desarrollo de una economía, más complicado resulta presentar elevadas tasas de crecimiento de PIB per cápita). Todo ello está permitiendo que Panamá vea cada vez más cerca a EEUU en términos de riqueza por habitante.
Tal está siendo el milagro, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha realizado un denso trabajo en el que analiza los factores que explican el éxito de esta pequeña economía. Las conclusiones son claras: “Panamá ha logrado una convergencia de ingresos respecto a los estándares de Estados Unidos mucho más rápida que la mayoría de los demás países de Latinoamérica en los últimos 25 años y ahora es el país más rico de América Latina”, señala el informe. Aunque su milagro ha sido notable, los expertos aseguran que se ha quedado un pelín por debajo del conseguido por Corea del Sur, por ejemplo.
En 1994, el PIB per cápita de Panamá ha pasado de representar un 33% del PIB de Estados Unidos, mientras que en la actualidad ya roza el 50%, lo que la convierte en una de las economías de más rápido crecimiento en términos de per cápita durante ese período en todo el mundo. Actualmente, Panamá está clasificada como una economía de mercado emergente de ingresos medios altos (aunque el Banco Mundial ya la incluye dentro de las economías desarrolladas). Su PIB per cápita ajustado por paridad de poder adquisitivo (PPA) se situó en 42.7000 dólares estadounidenses en 2023, situándose entre los 35 países con el PIB más alto en la muestra de 114 países de Penn World Table.
No solo el FMI, el Banco Mundial también muestra su asombro con la historia de éxito de Panamá: “En los últimos treinta años, el crecimiento económico ha generado empleo y reducido significativamente la pobreza, que ha disminuido del 48,2% en 1991 al 12,9% en 2023”. No obstante, el punto débil sigue siendo la desigualdad entre personas y territorios, sobre todo en las zonas rurales.
Desde la década de 2000, Panamá se ha desvinculado del resto de la región. En 1970, el PIB per cápita de Panamá era aproximadamente igual al de la región de América Latina y el Caribe en su conjunto y menor que el de Chile, Costa Rica, Uruguay, México, Ecuador, Jamaica, Nicaragua y Barbados. Sin embargo, desde 1990, el desempeño de crecimiento de Panamá ha sido muy sólido y, en 2023, Panamá tenía un producto per cápita más alto que cualquier otro país de la región, destaca el informe del FMI.
Panamá ha experimentado un boom sin parangón en la región (bueno sí, el caso de Guyana, pero este está distorsionado por los grandes hallazgos de petróleo), a menudo denominado “milagro económico panameño”. Este crecimiento se ha apoyado en varios factores clave, pero sobre todo en la inversión y en los ingresos que genera el Canal de Panamá gracias a la globalización. La expansión y modernización del Canal de Panamá han sido fundamentales, ya que han incrementado significativamente los ingresos por peajes y han consolidado al país como un centro logístico global. Además, la Zona Libre de Colón ha desempeñado un papel crucial en el comercio internacional, facilitando el tránsito de mercancías y atrayendo inversiones extranjeras. “En términos de factores de demanda, gran parte del fuerte crecimiento de Panamá fue el resultado de un marcado aumento de la relación inversión/PIB”, destacan desde el FMI.
La inversión lo es todo en Panamá
Por ello, en la economía de Panamá, la inversión tiene un peso extremadamente elevado. Al igual que sucede en los países pequeños que tienen mucho petróleo (los ingresos por crudo generan buena parte del PIB), en el caso de Panamá este puesto lo ocupa el ladrillo. El Canal de Panamá y su privilegiada situación geográfica provoca que la inversión en infraestructuras e inmuebles sea uno de los motores del PIB. Así lo explican desde el FMI: “El factor más importante de la reciente disociación de Panamá del resto de América Latina y el Caribe en términos de producción per cápita es el crecimiento de la inversión, en particular debido a un auge en la construcción (la mayor parte de la cual es inmobiliaria comercial), que no puede superar el crecimiento del resto de la economía indefinidamente”, explican.
Otro factor determinante ha sido la adopción de políticas económicas orientadas al mercado y la liberalización comercial. La adhesión de Panamá a la Organización Mundial del Comercio en 1997 y la firma de múltiples tratados de libre comercio han abierto nuevos mercados y fomentado la inversión extranjera directa. Estas políticas han diversificado la economía panameña, reduciendo su dependencia de sectores tradicionales y promoviendo el desarrollo de servicios financieros, turismo y construcción.
Por otro lado, la estabilidad política y macroeconómica también han sido esenciales para el crecimiento sostenido de Panamá. La dolarización de la economía ha contribuido a mantener una inflación baja y estable, mientras que las reformas fiscales han fortalecido las finanzas públicas (el país está reduciendo su déficit rápidamente).
Estas condiciones han creado un entorno favorable para los negocios, atrayendo inversiones y estimulando el crecimiento económico. Como resultado, la economía panameña ha crecido a un ritmo superior al de la mayoría de los países de la región, consolidándose como una de las más dinámicas de América Latina.
Es cierto que el covid golpeó más fuerte que en otros lugares, lo que llevó a que muchos analistas pudieran creer que se había puesto punto y final al milagro panameño. Pero lo cierto es que la recuperación ha sido espectacular. Tras una recuperación al nivel del propio milagro de los anteriores 20 años, en 2023 la economía de Panamá creció un 4,4% en términos de PIB per cápita: “Por tercer año consecutivo, el crecimiento del PIB real sorprendió al alza, alcanzando el 7,3% en 2023. El rápido crecimiento fue impulsado por un repunte en la construcción, el comercio minorista y mayorista, el transporte y la logística. Desde el lado del gasto, el crecimiento fue impulsado por información muy sólida sobre el capital fijo, mientras que el crecimiento del consumo privado quedó rezagado respecto del crecimiento del PIB. El PIB está ahora muy por encima de los niveles anteriores a la al covid y el desempleo está cerca de los niveles anteriores a la crisis. El PIB ha crecido un 39% desde 2020 y un 14% desde 2019 y superó los niveles anteriores a la crisis en 2022″, explican desde el FMI.
Sin embargo, el rápido crecimiento fue impulsado por un auge sin precedentes de la construcción y la inversión que incluyó grandes proyectos, como la ampliación del Canal de Panamá y el aeropuerto de Tocumen, y la expansión de los sectores de servicios y logística que se beneficiaron de esas obras de ingeniería”, señalan desde el FMI. Esto puede suponer un problema a medio plazo. Estos años y en las últimas dos décadas, el crecimiento ha venido de la inversión y la construcción. Ahora que el Canal de Panamá, su remodelación y las obras indirectas han terminado, el crecimiento futuro deberá provenir de otros sectores. Los ingresos que genera esta obra de ingeniería de forma recurrente dan tiempo al país, pero si quiere mantener las elevadísimas tasas de crecimiento que ha mostrado en los últimos años, será necesario que encuentre sectores alternativos con potencial, una tarea nada sencilla.
Fuente: Revista El Economista