La indeseada carrera entre Alemania y Francia por librarse del mote del ‘hombre enfermo’ de Europa ha tenido este viernes un paso cronometrado que no gustará en París y que tampoco ayudará a insuflar optimismo en el Viejo Continente. Los indicadores adelantados de actividad privada en febrero, como ya ocurrió en enero, muestran que la economía alemana podría estar saliendo, muy despacio, eso sí, del marasmo en el que se encuentra; mientras que la francesa no levanta cabeza y sus perspectivas siguen empeorando, mostrando un ‘boquete’ en el sector servicios que, junto a los vientos de cara que llegan desde EEUU complican mucho la necesaria recuperación de la eurozona.
Los índices de gestores de compras (PMI) que elaboran S&P Global y el Hamburg Commercial Bank (HCOB) muestran, en su lectura preliminar de febrero, publicada este viernes, que la economía francesa, la segunda más grande de la región, no sale de las tinieblas. Con el PMI manufacturero hundido en la zona de los 45 puntos (muy lejos de los 50 que separan la contracción de la expansión en estos indicadores), la desagradable sorpresa ha llegado en el sector servicios, que hasta ahora ‘sujetaba’ la situación. El PMI de servicios se ha hundido en febrero de los 48,2 a los 44,5 puntos. Este batacazo ha arrastrado al PMI compuesto, que cae de los 47,6 puntos a los 44,5, mínimo de 17 meses.
“Recesión sin final a la vista” en Francia, diagnostica Tariq Kamal Chaudhry, economista encargado del informe con los PMI del país. “Sorprendentemente, fue el sector servicios, y no el manufacturero, el causante del último descenso. Este nuevo revés para la economía francesa puede resultar sorprendente, dada la reciente disipación de cierta incertidumbre política en el país. El Primer Ministro, François Bayrou, consiguió aprobar el presupuesto para 2025 eludiendo al Parlamento mediante el artículo 49.3 y sobrevivió a una moción de censura. Sin embargo, la economía parece considerar el logro de Bayrou más como un éxito temporal que como una estabilidad a largo plazo, ya que aún carece de mayoría en el Parlamento y podría ser destituido por la oposición en cualquier momento”, añade el economista.
Para el economista, “el sector servicios es motivo de preocupación“. “Con un descenso significativo de la actividad en comparación con el mes anterior. Los datos presentan una imagen muy debilitada del sector a principios de 2025. Las entradas de pedidos disminuyen a un ritmo acelerado y las expectativas de actividad futura se mantienen muy por debajo de la media histórica. En esta situación, apenas es posible realizar nuevas contrataciones y en febrero se produjeron importantes aumentos en los despidos“, completa.
Unas sensaciones contrarias a las arrojadas por los PMI alemanes, que al igual que el mes pasado han dejado ver algunas señales positivas dentro de la crisis que carcome a la tradicional locomotora europea. Es cierto que la industria germana sigue dentro de su recesión de dos años; sin embargo, el indicador manufacturero se ha alzado a 46 puntos y marca máximos de 24 meses. Por su parte, el indicador de servicios baja tres décimas respecto a enero, pero se mantiene en unos saludables 52,5 puntos.

“El sector manufacturero sigue luchando, pero las cosas mejoran. La recesión lleva dos meses remitiendo, y el índice de producción se acerca al umbral expansivo de 50 puntos. Esta mejora se debe a una ralentización de la caída de los nuevos pedidos, incluidos los procedentes del extranjero. Sin embargo, aún es pronto para celebrarlo, ya que es muy probable que el sector manufacturero se enfrente a los retos de los aranceles estadounidenses en los próximos meses“, se muestra cauto el economista Cyrus de la Rubia en el informe con los PMI.
El lesivo cuadro general francés lo comentaban hace unos días ya los analistas de Commerzbank. En un resumen muy breve, el economista Vincent Stamer, era muy claro al ver a Francia en “un callejón sin salida”. “El país se encuentra en un punto muerto económico y fiscal. Esto se debe a que el crecimiento económico ha sido impulsado en gran medida por el aumento del gasto público, pero el aumento de los pagos de intereses de su deuda obliga al gobierno a implementar importantes ahorros en los próximos años. El desempleo podría aumentar en los próximos meses y las perspectivas a largo plazo para la economía francesa también son bastante sombrías”, exponía.
El experto alemán hacía hincapié en la amenaza de una recesión económica provocada por medidas de austeridad gubernamentales que podrían podría provocar una reducción de la capacidad productiva: Las empresas invertirían menos y recortarían personal. El aumento de la proporción de la población empleada en el sector privado del 34% en 2016 al 37% en 2024 podría revertirse parcialmente. Por lo tanto, existe el riesgo de que el aumento del desempleo y la caída de la confianza de los consumidores tengan un efecto negativo”. La cruda realidad es que, para reducir el déficit al 3% en 2029, como se ha anunciado, el Gobierno tendría que equilibrar el presupuesto nacional sin pago de intereses (saldo primario) antes de ese año, lo que requeriría un ahorro o un aumento de impuestos de más de 120.000 millones de euros (alrededor del 4% del PIB), lo que sin duda frenaría sensiblemente la demanda pública y privada.
Pocas noticias buenas para el BCE
Más allá de la amenaza para el crecimiento que supone la mala situación francesa, los estrategas encargados de compilar los datos para los PMI ven más noticias negativas para el Banco Central Europeo (BCE): “A sólo dos semanas de la reunión del BCE, el frente de los precios envía malos titulares. Los índices de precios del sector servicios han subido o se han mantenido en un nivel elevado. Las declaraciones de la presidenta del BCE pueden interpretarse en el sentido de que la inflación sólo podrá considerarse vencida cuando la de los servicios esté bajo control. Los PMI muestran que definitivamente no es así. Esto se debe en parte a que los acuerdos salariales siguen estando por encima de la media. Curiosamente, también puede observarse que los precios de los insumos de bienes están subiendo ahora de forma más acusada. Éstos dependen, entre otras cosas, de los precios de la energía y, en este contexto, Isabel Schnabel, miembro del banco central ha señalado la incertidumbre y ha recomendado encarecidamente debatir una pausa en los recortes de los tipos de interés en la próxima reunión de fijación de tipos”, desarrolla De la Rubia.
“Los índices de precios volvieron a subir en febrero, lo que proporcionará más apoyo a los responsables políticos del BCE que abogan por una pausa o el fin del ciclo de recortes de tipos tras una nueva subida en marzo. El PMI de precios de los insumos alcanzó su nivel más alto en casi dos años y el índice de precios de producción su nivel más alto en diez meses. Sin embargo, la débil situación económica está pasando factura a la demanda de mano de obra, ya que el PMI de empleo se mantuvo ligeramente por debajo de 50, lo que sugiere que el mercado laboral seguirá relajándose a principios de año”, constata Adrian Prettejohn desde Capital Economics.
“Las presiones de costes siguen aumentando para las empresas. Los PMI vuelven a señalar un aumento de los costes de los insumos que, en cierta medida, se están trasladando a los consumidores. Pero es exagerado esperar un repunte marcado de la inflación a medio plazo en el actual entorno de débil demanda. Esperamos que el BCE siga bajando los tipos de interés por el momento”, cierra Colijn desde ING.