El Banco Central Europeo (BCE) ha rebajado los tipos de interés en 25 puntos básicos por cuarta vez este año para dejar el precio oficial del dinero en un número redondo: el 3% de la tasa de depósito. De este modo, el ciclo de recortes acumula ya una reducción del precio del dinero de 100 puntos básicos. Con todo lo anterior, el tipo principal de refinanciación se ha quedado en el 3,15% y la ventanilla de emergencia en el 3,4%. La decisión de hoy era una especie de ‘trato hecho’ que se había dado a conocer a los mercados de forma telegrafiada. Lo difícil llega ahora. En 2025, las apuestas hablan de hasta cinco bajadas de tipos que lleven el precio del dinero por debajo del 2%, mientras que varios miembros del Consejo de Gobierno se oponen a una reducción tan drástica de los tipos de interés porque creen que la batalla contra la inflación no ha terminado y, además, prefieren guardar esa munición (las bajadas de tipos) por si llega una crisis económica a corto y medio plazo. Siga aquí en directo todos los acontecimientos relacionados con la reunión del BCE.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha recalcado en varias ocasiones durante la reunión que la batalla contra la inflación no ha finalizado (guiño a los halcones), pero que también es verdad que se va a alcanzar el 2% de inflación (objetivo del BCE) de forma clara en algún momento de 2025. La francesa ha vuelto a realizar un ejercicio de equilibrio para intentar contentar a todas las partes del Consejo de Gobierno. Además, Lagarde ha confirmado que en la decisión han estado de acuerdo todos los miembros del Consejo de Gobierno, si bien ha admitido que se ha discutido un posible recorte de 50 puntos básicos.
Más allá de la decisión del BCE sobre los tipos, los analistas tienen claro que la clave de esta reunión es la postura que se decidirá a partir de ahora. Desde Bank of America destacaban que “la dependencia de los datos y el enfoque reunión por reunión se mantienen, pero viene acompañados de una orientación direccional hacia un retorno a la neutralidad y, tal vez, a más”, dadas las previsiones publicadas por el BCE. En ese sentido, la firma cree que las previsiones de inflación han sido la clave y el BCE los empleará para, si en el año 2027 se logra el objetivo o se está cerca, “justificar un retorno a la neutralidad sin comprometerse previamente a nada más”. Por ello, sentencian que “vemos en esto un enfoque ‘dovish’ con riesgos modestos a la baja para el euro a partir de esta reunión”.
Lagarde ha querido dejar claro también que el BCE ha recorrido ya parte del camino, aunque la política siga en territorio restrictivo, la francesa ha enfatizado en que ya se han recortado los tipos en cuatro ocasiones, en total 100 puntos básicos, aunque los tipos de interés aún siguen conteniendo la demanda interna en la eurozona, su impacto en la economía es ya inferior al de principio de año. A partir de esta explicación, todo ha sido una suerte circunloquio para esquivar la gran pregunta: ¿va a llegar el BCE al terreno expansivo en 2025? Esa es la gran pregunta, si el BCE va a bajar los tipos por debajo de la zona del 1,75-1,5% para que la política monetaria empiece a ser expansiva.
Como ocurre de forma trimestral, el BCE acompaña su decisión con una actualización de sus previsiones de inflación y crecimiento. Aunque ahora se explicará de forma detallada todo el cambio en las proyecciones, el resumen más escueto es: el BC baja para 2025 dos décimas el crecimiento y una décima la inflación general, lo que abre la puerta a que los tipos sigan bajando con intensidad.
En el caso de la inflación, el eurobanco cree que “el proceso de desinflación está bien encaminado” y el personal técnico prevé una senda general media del 2,4% en 2024, del 2,1% en 2025, del 1,9% en 2026 y del 2,1% en 2027, cuando entre en funcionamiento el sistema ampliado de comercio de derechos de emisión de la UE. En septiembre, las proyecciones eran un 2,5% para 2024, un 2,2% para 2025 y un 1,9% para 2026. El BCE rebaja una décima la previsión para este año y para el que viene, según se desprende del comunicado. Al fin de los cuellos de botella en el comercio, la normalización de la producción y otros factores, se le une la fuerte bajada del precio del petróleo en los últimos meses y las previsiones que van en esa línea.
En cuanto a la inflación subyacente, sin incluir la energía y los alimentos, el personal técnico prevé una media del 2,9% en 2024, del 2,3% en 2025 y del 1,9% tanto en 2026 como en 2027. “La mayoría de los indicadores de inflación subyacente sugieren que la inflación se estabilizará en torno al objetivo de mediano plazo del 2% fijado por el Consejo de Gobierno de manera sostenida. La inflación interna ha disminuido ligeramente, pero sigue siendo alta, principalmente porque los salarios y los precios en ciertos sectores todavía se están ajustando al aumento inflacionario del pasado con un retraso sustancial”, añade el comunicado del BCE.
El crecimiento se apaga
El incierto horizonte para el crecimiento económico de la eurozona se ha reflejado en un recorte de las previsiones trimestrales del BCE. El personal del banco central contempla un crecimiento del PIB de la región del 0,7%, un 1,1% en 2025, un 1,4% en 2026 y un 1,3% en 2027. Esto supone recortar una décima la previsión de septiembre para 2024 (fue un 0,8%) y en dos décimas la del año próximo (fue un 1,3%). La previsión para 2026 también ha caído una décima.
“El personal espera ahora una recuperación económica más lenta que en las proyecciones de septiembre. Aunque el crecimiento repuntó en el tercer trimestre de este año, los indicadores de las encuestas sugieren que se ha desacelerado en el trimestre actual“, señala el Consejo de Gobierno.
“La recuperación proyectada se basa principalmente en el aumento de los ingresos reales, que debería permitir a los hogares consumir más, y en el aumento de la inversión de las empresas. Con el tiempo, los efectos gradualmente atenuados de la política monetaria restrictiva deberían respaldar una recuperación de la demanda interna”, añaden los funcionarios del BCE.
En el alud de datos macro que el BCE tenía sobre la mesa, los de crecimiento decantan la balanza frente a los de inflación. Las últimas cifras de evolución de los precios son inferiores a lo previsto por el BCE, y algunos de los indicadores incluso reflejan inflaciones en el objetivo del 2%. En noviembre, el índice de precios al consumo (IPC) general de la eurozona fue del 2,3% interanual tras el 2% de octubre. El más pegajoso y preocupante IPC subyacente (excluye energía, alimentos, alcohol y tabaco en este caso), se quedaba en el 2,7% por tercer mes consecutivo, cuando se esperaba un 2,8%.
Con todo, “el BCE mantiene el escenario. La inflación se está ralentizando, los indicadores adelantados sugieren que el crecimiento salarial se desacelerará, y el crecimiento es flojo pero no catastrófico. En consecuencia, mantener un ritmo constante de relajación es apropiado y mantiene munición en la recámara en caso de que surja una guerra comercial el año que viene. En última instancia, los tipos aún tienen mucho margen de maniobra y se situarán por debajo del 1,5%”, ha señalado tras el comunicado Mathieu Savary, estratega jefe para Europa de BCA Research.
No todos los expertos opinan de igual forma. Una parte de esta desinflación se le acaba el recorrido, al recoger la normalización pasada de factores de oferta (por ejemplo, inflación negativa en energía y más baja de lo habitual en bienes), mientras que los servicios siguen en tasas altas (con previsión y señales de enfriarse, pero con la cautela que aconseja un mercado laboral sólido), explican desde CaixaBank Research. El IPC de servicios todavía sigue rondando el 4% tras meses y meses.
La economía se enfría
En la actividad, las señales de enfriamiento son más evidentes en indicadores soft y de confianza (por ejemplo, los PMI -índices de gestores de compra de empresas del sector privado- han caído sostenidamente a zona contractiva, por debajo de 50) que en los datos de mayor calidad, pero de publicación más rezagada (por ejemplo, el PIB aceleró de un 0,1% intertrimestral en cuarto trimestre de 2023 a un 0,4% en el tercer trimestre de 2024). Que los indicadores adelantados se pronuncien de ese modo es una constatación para el BCE de que hay que esforzarse para salvar el crecimiento.
Teniendo en cuenta lo anterior, desde Julius Baer indican que el BCE no tiene prácticamente margen de maniobra para tomar otro camino que no sea el que se ha dado en la reunión. “El BCE se enfrenta a una economía estancada, una caída de la competitividad de precios y una creciente incertidumbre. Las autoridades están adoptando un tono dovish por ello”. En ese sentido, la firma Suiza cree que se ha ido fraguando un consenso claro hasta llegar a esta reunión. “La realidad es un estancamiento económico, la pérdida de competitividad de precios, la creciente competencia extranjera, las políticas fiscales restrictivas y la mayor incertidumbre política y comercial que hacen que una postura monetaria restrictiva sea inadecuada”. En ese sentido, “las autoridades parecen reconocer estos acontecimientos y este enfoque”.
Los expertos de Generali, por su parte, señalan la importancia de los aranceles estadounidenses que podrían llegar en 2025 de la mano de Trump en todo este proceso, además de la cascada de problemas políticos que pueden surgir a partir de enero. “La inminencia de los aranceles estadounidenses y las repercusiones económicas de los problemas políticos en Francia y Alemania contribuirán a equilibrar los riesgos de inflación. Aunque es probable que el Consejo de Gobierno se atenga a la dependencia de los datos y a su enfoque de reunión a reunión, la formulación que haga apoyará las expectativas de recortes graduales de los tipos de interés en próximas reuniones”.
Guardar pólvora para el futuro
“Los halcones del BCE parecen aceptar ahora la necesidad de recortar, pero abogan por «mantener algo de pólvora seca» para hacer frente a futuros choques”, y advierte Gilles Moëc, economista jefe en AXA IM: “Nos incomoda la noción de «mantener la pólvora seca» que impulsan los halcones del BCE, ya que esto envía la señal de que el banco central podría «quedarse sin pólvora» en el futuro, mientras que parte de su poder reside en la creencia del mercado en su capacidad para encontrar continuamente formas de apoyar la economía y luchar contra los riesgos de deflación”.
Por último, Moëc añade: “No creemos que el BCE tenga que recurrir pronto a una política no convencional, pero dado el nivel de inestabilidad política, interna y externa al que se enfrenta ahora la zona euro, el banco central aparece como una rara fuente de tranquilidad. No es el momento adecuado para enviar la señal de que algunas armas del arsenal permanecerán bajo llave”.
Fuente: Revista El Economista