El Barcelona se despidió, salvo imponderables, todo hay que decirlo, de la que ha sido su casa durante dos temporadas. La despedida fue bonita, con un buen partido ante un buen rival, pero con un desenlace que supuso un pequeño tachón en la gran fiesta. Al Barcelona el partido se le hizo largo, como la temporada en algunos casos. Fue, como toda la campaña, una tarde de remontadas. Después de voltear el gol inicial de Ayoze, que se lesionó justo antes del descanso, por mediación de Lamine Yamal y Fermín, el Barcelona vio cómo en la segunda parte el Villarreal, que sí se jugaba cosas, le devolvía la moneda con los goles de Comesaña y Buchanan.
Con los exámenes finales ya completados, entregados y superados con sobresaliente, se trataba de disfrutar de una buena tarde de fútbol ante uno de los equipos más en forma del momento, el Villarreal, que regresó a casa con la clasificación para la próxima Champions en el equipaje. ¿El Barça?, cubrió el expediente sin renunciar en ningún momento a la victoria. Lo que pasa es que el depósito está como está y las circunstancias son las que son.
Al dominio del Barcelona que siguió al empate del Villarreal le faltaron ocasiones claras de gol. Acciones cerca del área, chuts lejanos sin peligro, pólvora mojada y, en general, la luz de la reserva encendida. En cuanto el Villarreal apretó, llegó el tercero, a cargo de Buchanan al rematar un centro lateral. Ter Stegen no había parado ni una en su regreso como local. (D)