Los primeros meses de la administración Trump al frente del gobierno estadounidense se le están atragantando a Wall Street. El mercado ha girado su percepción del impacto que tendrán las políticas del nuevo presidente, y ahora parece que lo que iba a ser un motor de crecimiento para la bolsa norteamericana, puede tener el efecto contrario. Al menos, a corto plazo, así lo están viendo los inversores: la encuesta a gestores de fondos que ha llevado a cabo Bank of America, entre los días 7 y 13 de marzo, muestra la mayor salida de capital de la bolsa americana en toda la historia en un periodo de un mes. Los gestores han huido en desbandada de Wall Street, para acercarse a otros activos, sobre todo, la bolsa europea. De fondo subyace el temor de que una guerra comercial genere una recesión global, y que la temática de inversión que hacía especial a Wall Street, la llamada ‘excepción americana’, ha desaparecido. El escenario de estanflación asoma por el horizonte y los gestores vuelven a anticipar repuntes inflacionistas, algo que no ocurría desde el año 2021.
Lo ocurrido en las últimas semanas en la bolsa americana muestra la rapidez con la que puede cambiar de ánimo el mercado. Las ventas en Wall Street están siendo muy rápidas en las últimas semanas, y la última encuesta a gestores de fondos que elabora Bank of America ayuda a entender los motivos.
El cambio de opinión de los gestores con la bolsa de Estados Unidos está siendo histórico. La salida de capital que se ha producido en estos activos es la más rápida que se ha visto nunca, desde que se empezó a elaborar la encuesta, y dejan a Wall Street como el activo más infraponderado en este momento en las carteras de los encuestados.
Al mismo tiempo, el pesimismo por el crecimiento económico ha aumentado en el último mes a un ritmo alarmante, tanto, que sólo fue más rápido en el peor momento de la pandemia de Covid-19. Ahora, un 63% de los gestores encuestados espera que la economía mundial se contraiga en los próximos 12 meses, frente al 8% que se registraba el mes pasado. Además, la expectativa de que haya aumentos de beneficios empresariales en el próximo año se está borrando, y de nuevo, la opinión mayoritaria es que las ganancias de las empresas van a ser menores que las actuales dentro de 12 meses.
El plan de Trump diluye la ‘excepción americana’
La gran preocupación que parece haber motivado a los gestores a dar un giro en sus perspectivas y a sus carteras, son las políticas de Donald Trump. El miedo a la guerra comercial es grande en este momento, y está llevando a muchos inversores a preguntarse si los aranceles de la nueva administración, y sus contrapartidas, terminarán siendo negativos para la primera bolsa del planeta. Si en febrero la guerra comercial era el principal peligro al que se enfrentan los mercados, para el 40% de los encuestados, ahora lo cree así el 55%. Además, entre los principales riesgos para los inversores aparece un nuevo hito, también relacionado con las políticas de Trump: que DOGE, el plan de recortes que está llevando a cabo Elon Musk, termine generando una recesión.

De fondo, el gran peligro que asoma es el de la estanflación. Es el escenario macroeconómico más probable en este momento, a juicio de los encuestados, por delante de los escenarios de estancamiento, boom o el ya conocido ‘ricitos de oro’. Lo que parece claro es que el plan de Trump va a ser inflacionista para la economía mundial, y ya es un 7% neto de los gestores encuestados el que espera que haya un aumento de la inflación en los próximos 12 meses. Se trata de un cambio significativo, teniendo en cuenta que, durante los últimos cuatro años los gestores han mantenido siempre la perspectiva de que la inflación seguiría cayendo, y esta idea acaba de desaparecer.
El giro de los gestores en su percepción de la bolsa estadounidense está siendo realmente agresivo. Tanto, que una clara mayoría de los encuestados ya reconoce que la temática de inversión que ponía a EEUU como el mejor mercado del planeta, por ser un país excepcional, único y ejemplar, ya ha tocado techo. Esa idea, conocida como “la excepción americana”, ya no es valida para el 69% de los gestores encuestados, lo cual explica la rotación de los inversores desde Wall Street hacia otros activos.

A pesar del cambio de opinión de los gestores, los encuestados siguen considerando que el escenario de un aterrizaje suave de la economía mundial sigue siendo el más probable, aunque en el último mes haya ganado peso la posibilidad de que se produzca un aterrizaje duro. En este contexto, los encuestados mantienen la previsión de que la Reserva Federal recorte los tipos de interés 2 veces en lo que queda de año, y una mayoría de los gestores, el 54%, cree que lo más probable es que el bono estadounidense se mantenga en el próximo año entre el 4% y el 5% de rentabilidad a vencimiento.
Fuente: Revista El Economista