El wolframio o tungsteno es una materia prima poco conocida, pero de la que depende industrias de electrónica, aviación y defensa. En concreto, se utiliza para fabricar componentes electrónicos y aplicaciones aeroespaciales, debido a su alta densidad y punto de fusión. Ahora se encuentra en boca de todos después de que China anunciase este martes controles de exportación sobre cinco metales críticos (tungsteno, telurio, bismuto, indio y molibdeno).
El gigante asiático produce alrededor del 80% del tungsteno y el bismuto del mundo y es también el principal proveedor de los demás metales. La respuesta de China forma parte de las represalias que ha tomado para responder a los aranceles adicionales del 10% que ha impuesto el presidente estadounidense, Donald Trump, a los productos chinos.
“El reciente anuncio es sorprendente”, indica Luke Adriaans, analista de investigación de la consultora Project Blue, a la agencia Bloomberg . “Las industrias que probablemente se verán más afectadas incluyen el sector de defensa, donde el tungsteno es un material crucial para la fabricación de municiones”, señala.
Según Project Blue, el tungsteno también se utiliza en la industria automotriz y en piezas de motores y contrapesos de equilibrio en el sector aeroespacial. Asimismo el alambre de tungsteno se utiliza para cortar lingotes de silicio en obleas para semiconductores y paneles solares, y su demanda ha aumentado en los últimos años, recordó Adriaans.
Lo cierto es que, se están desarrollando fuentes alternativas de tungsteno fuera de China (entre ellas, Australia, España y Corea del Sur), aunque podría llevar tiempo añadir volúmenes significativos al mercado mundial. Por contra, EEUU no produce estos metales, por lo que se verían afectadas empresas de sectores como la electrónica, las energías renovables y la automoción, que afrontarían incrementos en los costes de producción en caso de que no logren las licencias.
Las preocupaciones sobre el control de Pekín sobre minerales críticos han aumentado considerablemente desde que el Gobierno puso al galio y al germanio bajo una supervisión más estricta en 2023 y añadió el antimonio a su lista de restricciones el año pasado.
Fuente: Revista El Economista