Entender el origen de estos espasmos incómodos es clave para evitarlos. Desde los efectos del desequilibrio en minerales hasta el impacto del cansancio extremo
Los calambres musculares, esas contracciones involuntarias y a menudo dolorosas, son una molestia común que afecta tanto a personas sedentarias como a deportistas. Aunque generalmente no son peligrosos, pueden ser lo suficientemente incómodos como para interrumpir la actividad física o el descanso. Entre las causas más aceptadas están la deshidratación, la pérdida de electrolitos como sodio y potasio, y la fatiga muscular, especialmente después de esfuerzos prolongados.
A lo largo del tiempo, se propusieron diversas soluciones para aliviar o prevenir los calambres, desde bebidas deportivas hasta jugo de pepinos o masajes localizados. Sin embargo, uno de los remedios menos conocidos, pero curiosamente populares, es la mostaza. Este condimento básico en muchas cocinas se menciona a menudo como un recurso rápido para aliviar los calambres. A pesar de su tratamiento en estudios, aún no se confirmó su completa efectividad.
La ciencia detrás de la mostaza y los calambres
Aunque los estudios no son concluyentes para asegurar que puede prevenir o aliviar los calambres musculares, se propusieron diversas teorías que intentan explicar su posible efecto positivo.
1- Los electrolitos en la mostaza
Se sabe que los electrolitos, como el sodio y el potasio, son esenciales para la contracción y relajación muscular. En este contexto, la mostaza, que contiene sodio y pequeñas cantidades de potasio, ha sido sugerida como un posible abastecedor de estos minerales perdidos durante el ejercicio o por deshidratación.
Sin embargo, un estudio realizado con nueve adultos sanos encontró que el consumo de mostaza después de un ejercicio intenso de dos horas no logró reponer adecuadamente los electrolitos perdidos por el sudor. Esto sugiere que la mostaza, aunque contiene estos minerales, no los aporta en cantidades suficientes para tener un efecto positivo en la prevención o tratamiento de calambres.
2- Propiedades antiinflamatorias del cúrcuma
Algunas variedades de mostaza incluyen cúrcuma, una especia conocida por sus propiedades antiinflamatorias. Teóricamente, el cúrcuma podría ayudar a reducir la inflamación muscular y facilitar la relajación de los músculos, lo que podría aliviar los calambres. Sin embargo, no se realizaron investigaciones específicas para respaldar esta teoría en relación con los calambres.
3- Activación de sensores nerviosos
Una de las teorías más recientes y prometedoras involucra a los isotiocianatos, compuestos presentes en la mostaza que podrían activar receptores en la parte posterior de la garganta. Esta activación desencadena una señal nerviosa que, en teoría, interrumpe la hiperactividad nerviosa que provoca los calambres musculares. Este mecanismo, aunque intrigante, aún no fue probado con suficiente rigor científico como para considerarlo una solución comprobada.
¿Es seguro usar mostaza contra los calambres?
En general, el consumo de mostaza es seguro para la mayoría de las personas y no parece presentar riesgos importantes. Aunque, según healthline, algunos profesionales especularon que podría empeorar la deshidratación en ciertas circunstancias, esta hipótesis no fue respaldada por evidencia científica.
Respecto a la cantidad de mostaza necesaria para observar algún efecto, no hay una dosis recomendada basada en estudios formales. Sin embargo, la mayoría de los relatos anecdóticos sugieren que consumir entre 1 y 2 cucharaditas (5–10 gramos) es suficiente para notar resultados, si es que los hay.
¿Debe la mostaza ser el primer recurso?
A pesar de la falta de respaldo científico contundente, muchas personas afirman que la mostaza les proporciona alivio casi inmediato cuando sufren un calambre. Este efecto podría estar relacionado más con un mecanismo neurológico que con el contenido nutricional del condimento.
Si bien probar mostaza como remedio para los calambres es una opción segura para la mayoría, no debe reemplazar las estrategias mejor respaldadas por la evidencia. Mantener una hidratación adecuada, consumir alimentos ricos en electrolitos y descansar lo suficiente continúan siendo las mejores prácticas para prevenirlos.
FUENTE INFOBAE