Tras el quiebro de última hora de Mbappé para dejar plantado al Real Madrid, el principal protagonista del mercado blanco el pasado verano fue pura sorpresa, incluida para él mismo: Aurélien Tchouameni llegó al Madrid a cambio de 80 millones para empezar a dar refresco a Casemiro y seguir profundizando en la transición dulce del mediocampo que ha sido fundamental en cuatro de las últimas cinco Champions League. En agosto, la marcha de Casemiro al United le dio un impulso inesperado al ex del Mónaco, que de la noche a la mañana se encontró siendo parte del once de gala del campeón de Europa. Así, sin anestesia. En sus primeros meses mostró cierta timidez, pero la combinó con buenas actuaciones desde la táctica. Sin embargo, el paso de la temporada está demostrando que los zapatos de Casemiro aún le vienen grandes. Y el Madrid lo nota.
Real Madrid firmó a Tchouameni no sólo por sus cualidades como perro de presa del centro del campo, aunque esa es su primera labor y la que más valora Ancelotti. Pero también buscaba en él sus evidentes aptitudes para la ofensiva, gracias a su talla (188 centímetros) y a su buen disparo con la derecha desde la media distancia. No en vano, Casemiro se fue del Madrid habiendo anotado 31 goles en 336 encuentros, o lo que es lo mismo, marcando un tanto cada 11 duelos. Una remesa realizadora que se marchó rumbo a Mánchester y que, al menos parcialmente, había que reponer.(D)
Fuente : Mundo deportivo