Donald Trump ha protagonizado esta semana un giro completo respecto a la Reserva Federal. Primero sugirió que buscaría destituir a su presidente alegando en su red social, Truth, que “el cese de Powell no puede esperar”. A los dos días cambió el tono completamente tras una potente caída del dólar y los activos estadounidenses diciendo que “nunca dije que lo despediría, no tengo intención de hacerlo, solo quiero que sea más activo en su idea de bajar los tipos de interés”.

Los choques de Trump con la Fed y Jerome Powell no son algo precisamente nuevo. El republicano ya en su primer mandato hablaba abiertamente de este presidente (nombrado por él en aquel momento) como “el mayor enemigo de EEUU, por delante de China“. El motivo de las diferencias entre ambos es claro, Trump quiere un líder del banco central que responda a su voluntad de bajar más rápidamente los tipos para estimular la economía y mejorar la competitividad de EEUU, especialmente en materia exportadora. Powell ofrece un camino mucho más lento en ese sentido de lo que Trump exige. Esto ocurría tanto en 2018 como actualmente.

Sin embargo los analistas y expertos advierten de que esta vez un choque frontal de Trump, en un momento de fragilidad en la confianza del dólar y de EEUU como faro económico del planeta, puede tener consecuencias que duren años. Concretamente advierten que una destitución o una batalla abierta como la que parecía plantear a comienzos de semana puede generar una inflación sistemáticamente más alta para EEUU y destrozar a un dólar que ya se encuentra en horas bajas.

El billete verde ya se encontraba bajo asedio desde la andanada arancelaria del ‘Día de la Liberación’ incluso desde que arrancó el año Trump ya comenzó con diversas amenazas para el comercio global. Desde el 1 de enero el índice de dólar, que mide el valor de la moneda frente a una cesta diversificada de otras divisas ha caído ya un 8,84%. Una caída del 3,5% desde que puso en marcha sus ‘aranceles recíprocos’.

Esto se debe a una crisis de confianza en el dólar como activo de refugio a nivel global. Los inversores reaccionaron ante las medidas del republicano llevando sus activos valorados en esta moneda a otros para reducir su exposición a EEUU. Desde Bank of America explicaban que “se ha generado de golpe una correlación positiva entre el dólar y las acciones de EEUU, un cambio que es consistente con el aumento de la prima de riesgo de EEUU, dado que está perdiendo ese ‘excepcionalismo económico’ que le caracterizaba”.

Esto implica un potente golpe a los mercados y la inflación, que ya estaba encendida por los aranceles. Desde ING hablaban de un IPC escalando un 3,3% y rompiendo la barrera del 4%. Esto viene en buena medida de un golpe económico tan fuerte que obligue a la institución monetaria a recortar tipos de forma acelerada. El mercado de swaps ya da por hecho que se restarán 100 puntos para diciembre. Ahora un eventual golpe de timón en la Fed desde la Casa Blanca podría empeorar esta tendencia, que ya estaba empezando a mejorar gracias las negociaciones de Trump con otros contendientes de la ‘guerra comercial’ y un tono más conciliador. El asalto a la Fed provoca un impacto que iría más allá del momento actual.

Un impacto permanente

Desde Danske Bank tienen claro que el impacto sería permanente. “La paciencia de la Fed durante abril, al igual que en su primer período, ha provocado amenazas de Trump de despedir al presidente del banco central, Powell, lo que, de concretarse, dañaría permanentemente la credibilidad del banco central y erosionaría aún más la confianza de los inversores en los activos estadounidenses”. La firma considera que Trump tras ver los resultados en los mercados financieros con caídas en el dólar y en los bonos “se habría dado cuenta de que atacar a Powell podría ser un precio demasiado elevado”.

Pero, ¿por qué unas simples palabras pueden poner patas arriba los mercados? El motivo es que durante décadas la Fed ha construido un escudo de confianza que protege a estos activos. Desde Natixis indican que “la banca central funciona sobre el principio básico de la confianza”. Y esa confianza está en función de la credibilidad. El compromiso de aspirar a una inflación baja a largo plazo es importante. Ayuda a mantener bajo control las expectativas de inflación y, al mismo tiempo, la demanda de salarios y precios más altos”. Cuando se rompe esa confianza, “las expectativas empiezan a cambiar, impulsadas por unas perspectivas de inflación más altas que, a su vez, conducen a la demanda de salarios y precios más altos. El despido del presidente Powell pondría sin duda en peligro este círculo de confianza. Y tal ruptura de la confianza conduciría a una pérdida de credibilidad y confianza que probablemente tendría resultados desastrosos.”

“Los feroces ataques a Powell que estamos viendo dificultan claramente que se realicen recortes de tipos”

En resumen, si da la impresión de un asedio contra la Fed y los inversores empiezan a temer que no actúe de forma totalmente independiente, el caos que puede proceder va más allá de cualquier decisión que tome. “Si Trump despidiera a Powell, deberíamos esperar una subida de los tipos de interés, ya que los temores inflacionistas se revalorizan y la inestabilidad cobra una prima de riesgo más elevada”. Todo esto independientemente de la decisión que tomara el presidente entrante con los tipos de interés o con el balance. Mark Stamakun, CFA y confundador de Israilov Financial comenta que “cuestionar ahora la independencia de la Fed podría incluso “erosionar la confianza en el dólar” en un momento donde “los fondos ya están siendo muy poco optimistas”.

Dario Perkins, analista de TS Lombard, considera que ya independientemente de la marcha atrás de Trump el daño se está produciendo. “Los feroces ataques a Powell que estamos viendo dificultan claramente que se realicen recortes de tipos”, defiende el experto. “Despedir a Powell nunca tuvo sentido, el escenario más probable es aguantar a otoño y luego designar a un presidente en la sombra y, con suerte, que no se desacredite hasta que asuma el cargo (el 15 de mayo de 2026)“.

Sin embargo Perkins cree que no recorrer este camino en silencio tiene su impacto ya mismo. “Su retórica escandalosa claramente mancha la independencia. Incluso en el caso más óptimo, ¿cómo no sospechar a partir de ahora de cualquier nominado por Trump para 2026. Todo el mercado ya claramente ve que Trump quiere tener voz en la política monetaria a través del presidente”.

El ejemplo de Nixon y el de Erdogan

Desde TS Lombard ponen el ejemplo de los años setenta. En aquel entonces Nixon le presionó al entonces líder de la Fed, Arthur Barnes para que no subiera los tipos de interés con la inflación acelerándose en el marco de las elecciones de 1972. Esto quedó demostrado en las cintas del caso Watergate en el que se escucharon conversaciones entre ambos donde el entonces presidente le decía que “necesitamos que el dinero siga circulando en la economía”. También se recogieron otras frases en sus conversaciones con Barnes como “aguantaremos la presión durante un mes y luego nos reconocerán el mérito por bajar los tipos y reactivar la economía”.

A partir de entonces la inflación se disparó hasta el 6% y 11% en 1973 y 1974. Si bien hubo otros factores como el gran gasto público de la guerra de Vietnam y la crisis del petróleo, que la Fed no subirá los tipos lo suficiente, y la falta de confianza fueron un factor determinante. Este problema no se arregló hasta que Paul Volker entró en escena en los ochenta con subidas extremas de hasta el 20% en los tipos de interés para volver a encauzar los precios tras una larga inflación.

Desde TS Lombard comentan que “no creemos que ahora sea como los setenta” pero en aquel entonces “quedaron claras las evidencias de la independencia del banco central y el desempeño frente a la inflación“. Y, aunque no haya crisis del petróleo, la realidad es que “la falta de independencia de la Fed llegaría en un momento donde hay mucho en juego, con aranceles, desglobalización, shocks negativos de oferta y una demografía inflacionaria. No es desde luego el mejor momento para manipular instituciones que hasta ahora parecían sacrosantas”.

Por su parte Stamakun señala el ejemplo de Erdogan y su ‘giro heterodoxo’. El presidente turco inició en 2019 una senda realmente peligrosa tal como propone Trump, sustituir a Murat Çetinkaya, el entonces presidente por Murad Uysal. El motivo que ofrecía era claro, el líder de la institución no bajaba los tipos como él exigía. Erdogan tenía la idea de que se podía controlar la inflación reduciendo el ‘precio del dinero’.

Este sería un caso extremo dada la ideología heterodoxa del mandatario turco que en 2018, un año antes de tomar el control del banco central iba preparando el terreno explicando su punto de vista. “Los tipos de interés son el enemigo del pueblo. No hay ninguna relación entre estos y la inflación, como nos han enseñado hasta ahora. Es todo lo contrario: las tasas de interés generan inflación.” El presidente proseguía alegando que “si estamos aplicando tipos de interés altos, entonces los préstamos se vuelven más caros para las pequeñas y medianas empresas”. Por lo tanto, “la inflación aumenta. Nosotros aplicamos un enfoque completamente opuesto. La inflación solo puede reducirse con tipos de interés bajos”.

Desde entonces las consecuencias han sido claras. La lira ya ha perdido desde 2018 cerca del 90% de su valor. Desde 2019 el país euroasiático ha vivido una inflación acumulada del 473%. Para ponerlo en contexto, EEUU y España, en un momento de alta inflación por la guerra de Ucrania y la crisis del covid (y el posterior gasto público) tuvieron un IPC acumulado del 19% y 22% respectivamente.

El ancla del sistema financiero global

La situación no es comparable dadas las ideas más agresivas de Erdogan pero la realidad es que los expertos defienden que un presidente con poder sobre el banco central genera intereses contrapuestos que derivan en esa tendencia hacia la inflación. Josep Ramon Aixelá Ventura, profesor en Barcelona Finance School y en el Instituto de Estudios Financieros comenta que Trump está protagonizando un “Erdogan Moment” y que esto “trae el riesgo de que pierda el ancla del sistema financiero global“.

El experto alega que la pérdida de confianza en la independencia de la Fed tiene “derivadas mucho más profundas de lo que algunos creen”. “El dólar puede perder su estatus de activo refugio y la prima de riesgo de EEUU dispararse”. Pero las consecuencias serían para todo el mundo. “La ironía de esto es que la Reserva Federal no es el banco central del mundo, es el organismo económico más importante del planeta y su independencia no es un lujo, es el ancla que sostienen a los mercados globales sin hundirse en la arbitrariedad política”.

Fuente: Revista El Economista

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