Como los paisajes increíbles o la pulcritud de los lugares públicos, los conos de carretera se han convertido en una seña de identidad de Nueva Zelanda. El debate sobre el excesivo nivel de estas señales de control de tráfico no es nuevo pero ha cogido empaque en los últimos meses debido al debate sobre el despilfarro presupuestario que supone en un momento difícil para la economía.

Simeon Brown, quien fuera hasta hace poco ministro de Transportes del país, reavivó el tema con una publicación en redes sociales en la que posaba delante de una carretera en Auckland, la ciudad más grande del país, donde podían verse decenas de conos y aprovechaba para hacerse eco de un estudio que indicaba que de 800 lugares de trabajo, 145 tenían controles de tráfico de manera innecesaria.

El debate deriva de su uso excesivo. ¿Tantos conos pueden verse por las carreteras neozelandesas? El nivel debe ser grande para que en el país puedan encontrarse esculturas que homenajean a este objeto, como el cono gigante que se exhibió en el famoso festival Burning Man del año pasado, o para que los ciudadanos pasen a llamar a Queenstown Conestown (ciudad de los conos), con cerveza propia del mismo nombre.

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