Aunque padece una enfermedad considerada catastrófica, don Ufredo no se deja vencer. Sentado en una silla de ruedas, cuenta jocosas anécdotas de su vida y bromea con sus compañeros de tragedia mientras espera el turno para su hemodiálisis, el jueves en un centro nefrológico privado del sur de Guayaquil. Ahí acude tres veces por semana desde hace 16 años, cuando, tras un infarto cerebral, sus riñones colapsaron y dejaron de funcionar.
Jubilado del IESS, 68 años, barcelonista y zalamero. Don Ufredo consigue siempre sonrisas de sus amigos, incluso de desconocidos que llegan y, sin formales presentaciones, enseguida se sienten en confianza para conversar con él sobre las cosas de la vida, de la política o del dolor de las punzantes agujas que laceran las venas del brazo izquierdo de Ufredo, donde sobresalen dos grandes hematomas formados por las más de 2.300 diálisis a las que se ha sometido.
Fuente El Universo