Tuve ocasión de reunirme con un grupo de analistas en Harvard para reflexionar sobre los resultados de la elección reciente en los Estados Unidos. Un grupo ecléctico de pensadores que estudian el comportamiento del electorado y que buscan las razones intrínsecas de los comportamientos políticos. Sintetizo la parte relevante de la discusión.
La primera conclusión es que al electorado de los Estados Unidos le motiva una mezcla de temor e ira. El temor, por el devenir de un futuro complejo y lleno de incertidumbres, y la ira, al no comprender los cambios que les afectan y sobre los cuales carecen de control.
El voto en los Estados Unidos no es obligatorio y, en estas recientes elecciones, se ha visto una movilización importante de personas que fueron a votar para demandar de sus representantes soluciones a los problemas políticos, económicos y sociales. No avalan los extremismos, ya sean de derecha o de izquierda.
La segunda conclusión es que existe un resentimiento contra las mujeres, los afrodescendientes, hispanos, migrantes, refugiados y personas de distintas orientaciones. Les culpan de haber perdido sus trabajos y su modo de vida. Para ciertos analistas, la destrucción de las economías del “cinturón de la herrumbre” es consecuencia de que su trabajo se hace en otras partes del mundo, a costos muy inferiores. La globalización asestó un golpe fatal a la vida de esos millones de trabajadores, sus familias y sus comunidades. Por ende, demandan que la globalización no sea un objetivo de política de este país.
La tercera conclusión es que habrá un cambio importante en el comportamiento de Estados Unidos hacia el mundo. Los electores quieren que sus dirigentes concentren su atención a lo interno y dejen lo externo, pese a la necesidad de proteger su seguridad nacional. Los analistas anticipan que veremos un accionar reactivo antes que proactivo. La ausencia de los Estados Unidos creará vacíos que obviamente serán ocupados por otras potencias y actores.