La retahíla de conversaciones sobre la competitividad europea para competir con Estados Unidos y China se concretó poco, este viernes, con la declaración de Budapest. Con menos ambición de lo planteado en un inicio, los líderes de la UE han zanjado un encuentro en el que se imprimía una sensación de urgencia para impulsar la competitividad del bloque, especialmente ante la vuelta del expresidente republicano Donald Trump a la Casa Blanca. Sin embargo, se evidencian las diferentes posturas entre los Estados miembro sobre una de las cuestiones claves para el futuro de la UE: cómo se financia esta estrategia.
El punto de partida para la conversación de los líderes de la UE en Budapest era el informe sobre competitividad elaborado por el exprimer ministro italiano, Mario Draghi. Cifraba las necesidades de financiación del bloque en 800.000 millones de euros al año y, para tal fin, abría la puerta a una nueva emisión de deuda conjunta. Eran los principales mensajes del análisis, sin embargo, esta última idea se topa con el rechazo de países frugales: Alemania, Países Bajos o Austria.
“Las recomendaciones de este informe ya son urgentes dada la situación económica en la que nos encontramos”, ha indicado el expresidente del Banco Central Europeo a su llegada a la Cumbre informal de líderes de la UE en Budapest. “Se han hecho aún más urgentes tras las elecciones en EEUU. No cabe duda de que la presidencia de Trump marcará una gran diferencia en las relaciones entre EEUU y Europa”, ha agregado.
El italiano ha confirmado que la UE debe ponerse las pilas para reactivar su competitividad industrial ante Estados Unidos, ya que la diferencia de productividad entre ambas regiones es muy grande. “Se avecinan grandes cambios y creo que lo que Europa no puede hacer es posponer las decisiones”, ha aseverado Draghi, evidenciando el letargo del bloque en favor de un consenso que no ha llegado a alcanzarse.
“Es bastante claro que nadie está interesado en gestionar el declive. Hacer a Europa grande otra vez, si los estadounidenses han decidido hacer América grande otra vez”, explicaba el primer ministro ultraderechista, Víktor Orbán, su sensación de que no hay otro camino para trazar las líneas maestras a seguir por la Comisión Europea.
El húngaro también evidenciaba las divergencias entre los Gobiernos de la UE sobre el margen de tiempo para desarrollar una estrategia común. “¿Cuánto tiempo necesitamos para que el plan se materialice? Seis meses. Para el 1 de julio de 2025 tendremos que reportar sobre lo que hayamos conseguido de los objetivos marcados hoy, cuáles se han conseguido y cuáles no. No creo que tengamos más tiempo, Emmanuel Macron ha dicho que tenemos dos años, pero yo creo que solamente tenemos seis meses”, ha destacado el político magiar.
El debate de los líderes se articulaba como una cita ambiciosa que dejara atrás las dilatadas reuniones de ministros de Economía y Finanzas de la UE y que diera forma a la estrategia de competitividad del bloque. Las fórmulas de financiación se articulan como el gran debate y escollo a salvar para aunar posturas entre los veintisiete. La declaración habla finalmente de “aprovechar todos los instrumentos” pero deja abiertas todas las puertas.
Sobre la mesa está: utilizar recursos de presupuesto plurianual derivando partidas de fondos de Cohesión y Agrícolas a la competitividad, avanzar en la aletargada la unión de mercado de capitales, bloqueada en parte por el rechazo de Alemania y Luxemburgo a una figura de supervisión centralizada, una mayor participación del Banco Europeo de Inversiones, una nueva emisión de deuda conjunta, o los recursos propios, como las partidas del mercado de emisiones de CO2.
“En primer lugar, hay que hablar de proyectos, no de nuevas deudas. Cuando iniciamos la mutualización de la deuda contraída con COVID, vimos que teníamos que soportar juntos una carga de intereses enormemente elevada”, ha manifestado su oposición a más deuda, el canciller austríaco, Karl Nehammer. El mensaje común ante el futuro inquilino de la Casa Blanca es una apelación a reforzar las relaciones trasatlánticas y a dialogar. “Si Estados Unidos quiere hace algo en competitividad contra China podemos trabajar juntos en el marco de la Organización Mundial del Comercio”, apuntaba el primer ministro belga saliente, Alexander De Croo. “Creo que somos aliados, sería estúpido que los aliados se pusieran tarifas entre ellos”.
Los próximos pasos de Bruselas
Son tres los compromisos que ha enumerado la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, en rueda de prensa. Por un lado, ha establecido como prioridad la adopción de un vigésimo octavo “un reglamento para toda la UE que sea accesible y voluntario” para las startups para evitar la fragmentación regulatoria El segundo de los compromisos al que se ha referido la alemana se refiere a la reducción de emisiones contaminantes. “En los 100 primeros días de mandato propondremos el Pacto para la Industria Limpia. Y, por último, diversificar el suministro para no depender de un solo proveedor.
Fuente: Revista El Economista