Los chinos no paran de ahorrar y acercan a su economía al precipicio de la deflación

Mientras que la elevada inflación y los polémicos márgenes empresariales se han convertido en el ‘pan de cada día’ en las economías desarrolladas, China parece estar viviendo una situación totalmente opuesta. La debilidad de la inflación -cayó a territorio negativo en abril- es el reflejo de una economía fría, que no reacciona a los estímulos del Gobierno y del banco central. Las familias ahorran en lugar de consumir, mientras que las empresas han dejado de endeudarse para invertir. Pekín está perdiendo el control de una economía que parecía funcionar de forma casi ‘teledirigida’.

 

Las autoridades de Pekín están haciendo todo lo posible con las herramientas convencionales, pero los agentes económicos no parecen reaccionar a los estímulos y los ‘cebos’ que lanzan desde el Gobierno o el Banco Popular de China. No se trata de si se está inyectando suficiente dinero en la economía para impulsar la recuperación, si no de dónde va ese dinero y por qué la gente no está gastando y pidiendo créditos, aseguran desde el diario Caixin Global.

Oferta monetaria vs economía real

Se está produciendo una desconexión que inquieta a los expertos. Por un lado, los datos de oferta monetaria hablan de una economía que presenta apetito por el crédito y el consumo, pero por otro, la realidad económica y tangible es bien distinta. Los economistas se preguntan dónde está todo ese dinero que aparece en las cifras de los agregados monetarios.

Desde el segundo trimestre de 2022, la tasa de crecimiento interanual de la oferta monetaria amplia (M2) ha mantenido un crecimiento de dos dígitos, alcanzando un máximo de 12,9% en febrero, lo que indica que las personas y las empresas tienen mucho dinero para invertir, lo que debería impulsar el crecimiento económico.

Mientras que el crecimiento de la oferta monetaria de M2 se aceleró, M1 creció a un ritmo más lento. Con los datos de marzo en la mano, el agregado monetario M2 creció un 12,7% interanual. En cambio, M1 solo creció un 5,1%.

M1 y M2 son agregados que miden el crecimiento de la oferta monetaria en una economía, pero difieren en cuanto a los tipos de activos que incluyen. M1 consiste en moneda física (billetes y monedas) en poder del público y en circulación, así como el dinero que tienen en las cuentas corrientes las familias y empresas. El M2, por otro lado, es una medida más amplia de la oferta monetaria. Además de los componentes de M1, M2 también incluye activos menos líquidos como depósitos de ahorro y fondos del mercado monetario.

“Los datos de oferta monetaria están superando a los datos económicos, y los datos del primer trimestre reflejaron el desajuste entre la recuperación de la oferta y la demanda”, aseguraba Zou Lan, director del departamento de política monetaria del Banco Popular de China, el 20 de abril en una rueda de prensa.

Clásica trampa de liquidez

Los agregados monetarios carburan, pero los datos de crédito, consumo e inflación dicen todo lo contrario. Esto parece un auténtico sinsentido para los economistas expertos en política monetaria y finanzas. Estos expertos creen que se está generando una inmensa trampa de liquidez: esto se produce cuando los consumidores e inversores acumulan efectivo-liquidez en lugar de gastar o invertir, lo que esteriliza las políticas monetarias expansivas.

Las bajadas de tipos dejan de tener impacto sobre la inversión y las inyecciones de liquidez no se filtran a la economía real, sino que se quedan en las cañerías financieras. Los agregados monetarios crecen porque los depósitos se están disparando, lo mismo que ocurre con la inversión en letras del Tesoro. A pesar de la continua relajación monetaria, la economía real tiene poco apetito por los créditos, han asegurado a Caixin varios banqueros e investigadores.

Los esfuerzos cada vez más urgentes de China para canalizar su montaña de ahorro en consumo e inversión hacia la economía real está chocando contra los depositantes que solo tienen ojos para las inversiones más conservadoras, lo que revela la baja confianza que tienen las familias y las empresas en el futuro de la economía china tras la crisis del covid.

Los depósitos no dan nada

La medida más reciente, que instó a los ‘cuatro grandes’ bancos estatales a reducir los tipos de los depósitos este mes, parece haber extendido la fiebre a otros productos como la deuda pública, lo que sugiere que la precaución y el miedo de los ahorradores es tan profundo que será difícil cambiarlo.

Hay imágenes pertenecientes al mes de mayo que muestran colas multitudinarias de los bancos de Pekín para comprar bonos y letras del Tesoro –no solo ocurre en España-, mientras que los periódicos no paran de publicar historias de jóvenes inversores que viajan en trenes y autobuses a sucursales remotas en busca de las mejores ofertas de depósitos bancarios, según publica la agencia Reuters.

Los banqueros han revelado a Reuters que se les acabaron los bonos y las letras poco después de la apertura de las entidades. Los rendimientos de la deuda pública han caído a niveles no vistos desde noviembre, cuando la economía aún estaba siendo estrangulada por las políticas de covid-cero de China para combatir la pandemia.

“El aumento de 8 billones de yuanes en los nuevos depósitos de los hogares en 2022 llevó a que algunos analistas asegurasen que esto iba a ser gasolina para la economía… que conduciría a una liberación masiva de la demanda reprimida posterior a la pandemia”, comenta Ting Lu, economista jefe de China en Nomura. Los depósitos apenas rentan un 1%, pero siguen siendo la elección de muchos ahorradores. Aunque el dato mensual de abril reveló una caída en los depósitos notable, aún siguen muy cerca de máximos históricos.

“La verdadera barrera de la recuperación de China tras el covid no se trata de los altos costes de financiamiento o la falta de liquidez. En nuestra opinión, es la reducción de la confianza de los sectores privado y doméstico… y la baja velocidad del dinero”, según revela este experto en declaraciones a Reuters.

Los depósitos totales en yuanes están cerca de su récord histórico al situarse en 274 billones de yuanes (40 billones de dólares) a finales de abril, eclipsando la capitalización bursátil de mercado del mercado de valores chino, que se sitúa en los 84 billones de yuanes, y un PIB de alrededr de 121 billones de yuanes.

En medio de la recesión en el mercado inmobiliario y las débiles expectativas de los ingresos, los residentes chinos se han vuelto más reacios al riesgo, lo que ha resultado en un débil crecimiento de los préstamos hipotecarios, por ejemplo.

Las empresas privadas tampoco presentan el entusiasmo y el optimismo necesario para expandir la inversión, por lo que una gran proporción del crédito se asigna a los sectores de propiedad estatal. Tanto las empresas privadas como las estatales junto con los gobiernos locales están utilizando esos fondos para repagar deuda y pagar intereses, algo que no genera crecimiento ni mejora la productividad.

 

Los precios de producción industrial y el IPC en China

Todo ello queda reflejado en una débil demanda y el riesgo de deflación en la economía -el IPC ya está en terreno negativo-. Algunos economistas apuntan a que los precios al productor pueden haber caído más del 4% interanual en mayo, lo que lastraría los ingresos industriales y obstaculizaría la inversión en manufactura. Aquí surgen los temores de una espiral deflacionaria que acerca cada vez más a China a una “doble caída”, según el analista de Nomura, Ting Lu. El crecimiento trimestral de la economía puede ser cercano a cero, sentencia en declaraciones a The Economist.

“En la medida en que la disminución persistente de los precios al productor (PPI) siga siendo una preocupación (ya que la desinflación no se debe únicamente a la caída de los precios de las materias primas), existe el riesgo de que se agraven los problemas en la actividad industrial y la rentabilidad… El problema adicional en el momento actual es que el menor crecimiento de los beneficios ocurre en un momento en que el apalancamiento y las cargas de pago de intereses han aumentado respecto a la pandemia. La menor disponibilidad de fondos internos para los planes de inversión de las empresas es probablemente la razón por la cual las inversiones en activos fijos en general, especialmente en la manufactura, continúan muy lastradas” aseguran desde Oxford Economics en una nota para clientes.

La incertidumbre sobre la expansión y la caída de la inflación apuntan en la misma dirección: hacia una política monetaria más flexible y una postura fiscal más laxa. Robin Xing, de Morgan Stanley, cree que ante la caída del PMI, el banco central de China reducirá los requisitos de reserva para los bancos a más tardar en julio. Eso, señala, debería ser suficiente para que la desaceleración quede en un “hipo”. Lu es menos optimista y cree que el Gobierno acometerá pequeños ajustes insuficientes para disipar el pesimismo.

No obstante, ser más contundente también tiene riesgos: reducir los tipos de interés provocaría una caída de la rentabilidad de los bancos, que ya cargan con las pérdidas por los préstamos inmobiliarios; transferir más dinero a los gobiernos locales después del despilfarro de los fondos en infraestructura mal concebida ha demostrado ser ineficiente; o entregar cheques a los hogares implicaría la creación de un mecanismo de pago directo que llevaría tiempo.

Como ha demostrado la Eurozona o Japón, salir de una trampa de liquidez no es tarea fácil. Pero es que incluso cuando se logra salir, el resultado a veces no es el óptimo. El mejor ejemplo de esto son las altísimas tasas de inflación que están soportando ahora los países del euro. Si le preguntan a los alemanes, probablemente dirán que preferían la trampa de liquidez de 2019 a la situación actual.

Fuente: Revista El Economista

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