La próxima persona que resida en la Casa Blanca de Estados Unidos, tras los comicios del próximo martes, 5 de noviembre, se va a enfrentar a un problema fiscal realmente importante tras asumir el cargo.

Los expertos del Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés), una organización de políticas públicas sin ánimo de lucro con sede en Washington, calcularon que las propuestas fiscales de la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, aumentaría la deuda de Estados Unidos en 3,95 billones de dólares hasta 2025, mientras que el plan del republicano, Donald Trump, incrementaría el pasivo del país en 7,75 billones de dólares.

Estados Unidos tenía en enero una deuda que superaba los 35,7 billones de dólares, según el Departamento del Tesoro. Esto supone el 124% del PIB total del país y lo convierte en la nación más endeudada del mundo, junto con China.

En líneas generales, la economía estadounidense se ha mostrado bastante resiliente a los elementos coyunturales, tales como la crisis de inflación que arrancó tras la pandemia y se prolongó con la invasión de Rusia a Ucrania. El último informe del FMI confirma el famoso “aterrizaje suave” de la economía estadounidense y mundial. Vaticinan que Estados Unidos cierre este año con un avance del PIB del 2,8%.

En campaña, la preocupación por la economía está por encima de temas como el aborto o la inmigración. La mayoría de los estadounidenses, independientemente del sondeo, la sitúan en primera posición, seguida del aborto y la migración. Pero, a pesar de eso, no ha ocupado ese lugar en la campaña. Numerosos editoriales de prensa reprochan eso a los candidatos, máxime con el enorme problema fiscal al que el país se enfrenta.

Según el monitor fiscal del Fondo Monetario Internacional, la deuda de Estados Unidos cerrará este año en el 121% del PIB y seguirá expandiéndose hasta acabar 2029 en el 131,7%. En cuanto al déficit, cerró 2023 en el 7,1% del PIB y las previsiones de la institución multilateral apuntan a que en este ejercicio crecerá hasta el 7,6%, para corregirse levemente hasta el 6% en el año 2029.

“El déficit fiscal de Estados Unidos solo se verá recortado de manera marginal e y se mantendrá en alrededor del 6,1% en 2029, y aproximadamente la mitad de este déficit reflejará los gastos por tasas de interés. Con las políticas actuales, la deuda pública de Estados Unidos no se estabilizará y alcanzará casi el 134% del PIB en 2029”, avanzó el organismo.

Por su parte, según la ley de referencia actual de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), se espera que la deuda crezca cerca del 102% del PIB a principios del año fiscal 2026 y al 125% a fines de 2035. Así, la deuda superará su récord como porcentaje de la economía (106% establecido en 1946) en tres años.

“Según nuestras estimaciones centrales, el plan de la vicepresidenta Harris elevaría la deuda al 134% PIB en el año fiscal 2035, lo que representaría un aumento del 9% del PIB. Calculamos que el plan del presidente Trump elevaría la deuda al 143%del PIB en 2035, lo que representaría un aumento del 18% del PIB”, dicen desde el think tank de Washington.

Al mismo tiempo, según el panel del Modelo Presupuestario de la Escuela de Negocios Penn Wharton, de la Universidad de Pennsylvania, el programa económico de Dondald Trump elevaría el déficit fiscal primario (que incluye los pagos de la deuda) hasta los 5,8 billones de dólares (5,3 billones de euros) en una década. Por su parte, auguran que el de Harris implicaría un incremento del déficit público un 2,1%, es decir, 1,2 billones de dólares en una década, menos de la mitad que el republicano, pero igualmente resultaría preocupante.

“Ninguno de los principales candidatos que se presentan a las elecciones presidenciales de 2024 ha presentado un plan para abordar la creciente carga de deuda”, aseguraron desde el CRFB.

Es más, reiteran que tanto Harris como Trump “probablemente” aumentarán aún más el déficit y la deuda “por encima de los niveles proyectados según la ley actual”.

Es cierto que Harris tiene un colchón más blando a la hora de gestionar su batacazo económico. La candidata y vicepresidenta hereda de su jefe, Joe Biden, un mercado de trabajo robusto, con el paro en mínimos, un crecimiento del PIB fuerte y un incremento de los salarios histórico en Estados Unidos a causa de la pandemia.

Pero claro, el Bidenomics, así se conoce al milagro económico de Joe Biden, viene de una situación bastante desfavorable que dejó Donald Trump en 2020 tras el azote de la pandemia de la Covid.

A Trump le iba bien y se jactaba de ello por aquel entonces. Logró mantener la tasa de paro en un 3,5%, algo que no sucedía desde finales de la década de los 60. Luego llegó la pandemia y, como sucedió en todo el mundo, los buenos datos dieron paso a una crisis económica.

Antes de las grandes pérdidas de empleo de 2020, debido a la Covid, en los primeros tres años de la presidencia de Trump se sumaron casi 6,7 millones de puestos de trabajo, según datos de empleos no agrícolas, que cubren alrededor del 80% de los puestos de la fuerza laboral.

En cuanto al crecimiento, la economía de Estados Unidos avanzó entre 2017 y 2021 un 2,3% de media y bajo el actual mandato de Joe Biden, el promedio está en el 2,2%, por lo que el avance de la economía es prácticamente el mismo.

Afectará al PIB

Esta incapacidad de resolver el problema fiscal de Estados unidos lastrará su crecimiento. En Penn Wharton estiman que el PIB caerá un 1,3%en 2034 y un 4% en 30 años. Por otro lado, la inversión de capital y las horas de trabajo caerán, por lo que estiman que los salarios se reducirán un 0,8% en 10 años.

Por su parte, del plan de Trump prevén que en diez años se acorte el PIB un 0,4% y un 2,1% en 30 años. Por otro lado, en cuanto a la inversión de capital y las horas de trabajo, hablan que “después de un ascenso inicial”, terminarán cayendo. “Estas ganancias y pérdidas convencionales no incluyen la carga de deuda adicional que recaerá sobre las generaciones futuras, que deberán financiar casi la totalidad de las reducciones de impuestos”, dicen.

En definitiva, el plan económico de Trump propone otra segunda ola de bajadas de impuestos con la extensión permanente de la Ley de Reducción de Impuestos y Empleos de 2017 (TCJA, por sus siglas en inglés). Esta es una desgravación fiscal a las empresas y ciudadanos que, según el CRFB, una asociación sin ánimo de lucro que se dedica a analizar las propuestas de los candidatos, “sería un error costoso”, concretamente de 1,2 billones de dólares en una década.

A esto hay que sumar los impuestos a los beneficios a la Seguridad Social y la reducción de la tasa a las corporaciones (el equivalente a nuestro impuesto de Sociedades) del 21% al 15%.

Según dijo en campaña, Trump pretende costear esta magna rebaja de impuestos con un arancel universal del 10%. Es decir, tasar cualquier mercancía procedente de cualquier parte del mundo, que se sumaría a nuevos aranceles a productos Chinos sobre el 60% que ya impuso la administración de Joe Biden, incluidos también los del 100% para coches eléctricos.

El plan de Harris, lejos de solucionar el acuciante problema del oscuro futuro fiscal que atravesará el país de aquí a 2030, también implicaría un incremento del déficit público en 1,2 billones de dólares, menos de la mitad que el republicano, pero igualmente resultaría preocupante.

La base de su programa económico es el Presupuesto de 2025 de Joe Biden. La demócrata busca establecer beneficios fiscales para los hogares de ingresos medios y bajos dentro del sistema tributario estadounidense. Al mismo tiempo, estudia subsidiar la adquisición de la primera vivienda. Eso sí, para pagar todo esto, utilizaría un incremento del impuesto de Sociedades del 21% hasta el 28%.

Entre las medidas que propone a las familias, está la ampliación del crédito fiscal por hijo, desde los 1.700 dólares fijados en 2024 (con previsión de que cayesen a los 1.000 dólares en 2026) hasta los 3.600 dólares por hijo de cinco años o menos y 3.000 dólares para los mayores cinco años hasta los 17. Además, las familias con hijos recién nacidos recibirían un crédito de 2.400 dólares en el primer año de vida. Así, el valor máximo quedaría en 6.000 dólares en total.

En el caso de los que se compran su primera vivienda, Harris propone 25.000 dólares de subvención para la entrada.

Los expertos del CRFB aseguran que la mayor incertidumbre que provoca el plan de la vicepresidenta Harris “son sus propuestas de extender la TCJA para quienes ganan menos de 400.000 dólares por año, financiar la educación superior, apoyar las bajas pagadas y el cuidado infantil y aumentar los impuestos a las corporaciones”.

En el caso de Trump, las mayores fuentes de incertidumbre son “sus propuestas de extender y modificar la TCJA, terminar con los impuestos a las horas extra, aumentar el gasto de defensa, abordar la inmigración y aumentar los aranceles”.

Fuente: Revista El Economista

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