Las quiebras bancarias de los últimos 150 años revelan lo que está a punto suceder en la economía

El sector bancario vuelve a estar en el ojo del huracán. La caída de varias entidades en EEUU y las fuertes turbulencias que está sufriendo en bolsa la banca regional americana (con un todavía leve efecto contagio en la europea) ha puesto a este sector, una vez más, en el disparadero. Aunque la situación dista mucho de lo acaecido en 2008, las comparaciones son inevitables por la cercanía del evento y por algunos parecidos. Para arrojar algo de luz a este todavía amago de crisis bancaria, los analistas de Oxford Economics han publicado un estudio en el que analizan el impacto de este tipo de quiebras/crisis en los últimos 150 años. Aunque parezca sorprendente, hay una parte buena: muchos de estos eventos generaron más pánico y miedo que daño real a la economía. La parte mala es que cuando la crisis bancaria es notable, el daño sobre el PIB es trágico.

 

Las fuertes y rápidas subidas de tipos de interés están dejando a la luz algunas de las fragilidades del sistema. La banca se financia a corto plazo, mientras que sus inversiones son de largo plazo y en muchos casos poco líquidas (hipotecas y otro tipo de créditos de largo plazo). La intensa subida de los tipos ha incrementado la competencia a la que se enfrentan los bancos por retener los depósitos.

Los ahorradores buscan rentabilidad en deuda pública o fondos monetarios que ofrecen un interés cercano al 5%, por ejemplo. Esto es un arma de doble filo, puesto que a su vez, la propia subida de tipos reduce el precio de los bonos (en el mercado secundario) que los bancos ya tenían en balance, lo que genera pérdidas latentes que fuerzan a los bancos a actuar con cautela. El resultado es una mayor fragilidad financiera y una contracción del crédito.

Todo lo anterior ha provocado que la banca americana haya sufrido una fuga de depósitos de cerca de un billón de dólares en el último año, con una concentración muy intensa en los últimos meses en la banca mediana y regional. Ahora da la sensación de que ningún depositante quiere mantener sus ahorros en estos bancos que se están viendo vapuleados en bolsa. Los analistas aseguran que no estamos en una crisis financiera total, pero tampoco descartan que sea el principio de una.

La secuencia es de sobra conocida tras anteriores episodios: las quiebras ahondan en la zozobra bancaria, que a su vez deriva en una contracción del crédito al ser las entidades más temerosas a la hora de prestar dinero. Esta falta de crédito -ya espoleada por las subidas de tipos- ahoga la inversión y acaba impactando en la actividad económica.

“Si los bancos siguen registrando salidas de depósitos, pensamos que esto supondrá un endurecimiento adicional de la economía. Los bancos se verán obligados a retener liquidez y a endurecer las normas de concesión de créditos, concediendo menos préstamos, menos arriesgados y más caros, lo que en última instancia facilitará una ralentización de la actividad económica”, detallan Greg Wilensky y Michael Keough, gestores de la firma Janus Henderson.

Paolo Zanghieri, economista senior de Generali Investments, forma parte de los pesimistas y cree que la crisis provocada por la quiebra del Silicon Valley Bank aún no se ha controlado. El uso todavía elevado de las facilidades de liquidez de la Reserva Federal demuestran que el sector bancario se está resintiendo. “Esperamos que las condiciones de préstamo se endurezcan aún más, sumándose al efecto negativo de la subida de tipos sobre la demanda”, asegura este experto en un comentario.

Desde mediados de marzo, el Stoxx 600 Banks europeo ha caído un 13,5%. Por su parte, el KBW Nasdaq Bank Index (un índice bancario que representa a grandes bancos y entidades regionales) americano se ha desplomado un 34% en el mismo periodo. Los economistas de Oxford explican que, pese a lo abultado de las caídas en bolsa, las quiebras y rescates, “el estrés bancario visto hasta ahora está por debajo del que normalmente se requiere para generar un impacto considerable en el PIB. Aunque la intensificación de las tensiones sigue siendo un riesgo clave, la experiencia de las últimas décadas es consistente con una política prudencial que reduce la probabilidad de una crisis muy severa”, apostillan.

Los analistas de Oxford Economics han estudiado alrededor de 200 episodios marcados por la quiebra de múltiples bancos o al menos una institución importante. Después, agrupan estos episodios según el grado de estrés del sistema bancario, reflejado en la debilidad de las acciones del sector bancario y, en algunos casos, el pánico generalizado. Todo lo anterior con el fin de examinar en una parte final el impacto en la economía. Hay motivos para ser optimistas (hasta ahora), pero también muchos para tener miedo y ser pesimistas.

La parte buena

“Nuestros resultados sugieren que cuando la tensión general del sistema bancario alcanza los niveles observados (no va más allá) en las últimas semanas, el efecto sobre el PIB suele ser bastante limitado y de corta duración. De hecho, en un tercio de los casos se evitaron por completo las pérdidas de producción (PIB). Cuando se produjeron pérdidas de producción considerables, generalmente, se requirieron caídas mucho mayores de los bancos en las bolsas, al menos el doble del tamaño observado desde principios de marzo”, asegura Jamie Thompson, jefe de escenarios macro de Oxford Economics.

Por ahora, es cierto que se ha observado una ralentización e incluso retroceso del crédito, tanto en EEUU como en Europa, pero al mismo tiempo esto es una consecuencia ‘deseada’ por parte de los bancos centrales, que buscan devolver la inflación a la senda del 2%. El escenario óptimo sería una caída del crédito suficiente para contener la demanda y devolver los precios al objetivo sin generar ‘cicatrices’ en el sistema bancario. Es decir, una vez que se normalice la política monetaria, que el crédito vuelva a fluir para que empresas y familias sigan invirtiendo y consumiendo. Esto ha sucedido en algunas situaciones de estrés bancario, por lo que no es ni mucho menos un escenario imposible. Pero el equilibrio es muy fino: entre el estrés y la crisis bancaria hay solo un paso.

En general, siempre que se han producido una o más quiebras bancarias, el PIB se ha moderado, manteniéndose por debajo de la tendencia previa a la crisis estimada. Pero la evidencia histórica sugiere que las pérdidas son limitadas cuando las quiebras bancarias no van acompañadas de signos de tensión mucho mayor en todo el sistema bancario. Cuando las caídas acumuladas del precio de las acciones bancarias se han limitado a menos del 30%, el impacto típico ha ascendido al 0,4% del PIB en promedio durante los primeros cinco años. A día de hoy, la banca americana se encuentra justo en esa frontera del 30%. Aunque suene sensacionalista, lo que ocurra en los próximos días o semanas determinará el daño final sobre la economía en su conjunto.

Por ejemplo, “nuestras estimaciones revelan unos efectos bastante limitados para la crisis de ahorro y préstamo de EEUU (en 1990), en línea con otros estudios. Esto contrasta marcadamente con la magnitud de las pérdidas de producción observadas en el típico episodio de quiebra bancaria como el acaecido durante la crisis financiera mundial de 2008. Entonces se perdió alrededor del 6% del PIB en el plazo de un año desde el inicio de la crisis e incluso más en los años posteriores”, asegura el extenso informe.

La parte mala

“Un estrés bancario mucho más severo no sería históricamente inusual. Alrededor del 20% de los episodios de quiebras bancarias han terminado desembocando en caídas del capital bancario tan grandes como la vista durante la crisis financiera mundial, y alrededor del 30% han visto impactos comparables en el PIB. Las empresas ven una probabilidad correspondientemente alta de una crisis en toda regla”, sostiene el autor del informe.

 

Caída en bolsa del sector bancario en episodios de quiebras

Los economistas de Janus Henderson también creen que “los acontecimientos idiosincrásicos tienen el potencial de convertirse en más sistémicos, sobre todo si los inversores y depositantes siguen buscando el cordero más débil del rebaño, por así decirlo. Independientemente de si se basa en la verdad o en rumores, la pérdida de fe en una institución puede provocar rápidamente su desaparición si da lugar a una fuga de depósitos”.

Además, los analistas de Oxford conceden que no es necesario que se produzca un pánico bancario generalizado para que las quiebras bancarias tengan repercusiones económicas importantes. Pero sí ponen el acento en que, en general, estos pánicos han amplificado sustancialmente la escala y la persistencia de las consecuencias. Sus estimaciones apuntan a unas pérdidas medias de producción (PIB) superiores al 7% en los cinco primeros años, acompañadas de una drástica reversión de la expansión crediticia anterior.

El gasto en inversión

“El gasto en inversión de las empresas se ha visto especialmente afectado en estos episodios. La crisis financiera mundial de 2008 es razonablemente representativa de otros episodios de pánico: en este caso, la proporción de la inversión en el PIB se redujo en unos cuatro puntos porcentuales en un año y se mantuvo persistentemente baja. Esta respuesta desproporcionada de la inversión, tres veces superior a la observada en la crisis del ahorro y los préstamos de EEUU, es una de las razones de las pérdidas de producción mucho mayores y más persistentes en la crisis financiera mundial que en episodios menos graves”, explica Thompson.

La historia también pone de relieve el riesgo de una intensificación importante de las recientes tensiones bancarias. A primera vista, el riesgo de una tensión bancaria tan grave parece significativo. Alrededor del 20% de todas las quiebras bancarias provocaron caídas de las acciones de los bancos tan importantes como las de la crisis financiera mundial, incluso si se incluyen los episodios en los que las acciones de los bancos no cayeron en absoluto.

“Alrededor del 30% generaron impactos en el PIB tan grandes como los observados por término medio en los cinco primeros años tras la crisis financiera mundial de 2008. Esto coincide en líneas generales con el pesimismo empresarial sobre el riesgo de una crisis financiera en toda regla”, desgrana el experto.

Para terminar con una visión optimista, este experto destaca que la perspectiva de episodios pasados sugiere que las políticas prudenciales han reducido el riesgo de crisis bancaria grave. Según Thompson, muchos países europeos, por ejemplo, han intentado mitigar la acumulación de riesgo sistémico en los dos últimos años. Además de las medidas basadas en el capital, se han aplicado medidas basadas en el prestatario, dirigidas en particular a los préstamos residenciales. La inmensa mayoría de estas medidas -más de cuatro quintas partes según una reciente revisión del FMI- se pusieron en marcha antes del inicio del ciclo de endurecimiento del BCE el año pasado.

Los datos de las últimas décadas parecen constatar los beneficios potenciales de estas políticas. Estudios recabados por la casa de análisis confirman una incidencia significativamente menor de crisis bancarias cuando se han utilizado estas herramientas en episodios de endurecimiento monetario desde 1990, una reducción de hasta cuatro quintos cuando la política prudencial se endureció antes de la primera subida de los tipos de interés oficiales.

“Gracias a las reformas normativas posteriores a la Gran Crisis Financiera, la posición de capital de los bancos es más sólida, al igual que la calidad del capital. En segundo lugar, la liquidez ha mejorado: los bancos mantienen mayores cantidades de activos líquidos para asegurar los flujos de caja y las necesidades de garantías para periodos de tensión. En tercer lugar, no vemos ningún equivalente a las hipotecas de alto riesgo y a los valores respaldados por hipotecas que socavaron la insolvencia bancaria en la Gran Crisis Financiera“, explica en un informe, que destaca que “los bancos europeos se encuentran en una posición mucho mejor que en 2007, con altos índices de liquidez y bajos niveles de morosidad. Incluso los márgenes han mejorado debido a las fuertes subidas de tipos del Banco Central Europeo”, aseguran desde Crédito y Caución.

Fuente: Revista El Economista

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