La UE explora una quinta ronda de sanciones dividida por el gas ruso

La inquebrantable unidad exhibida por los países miembros de la Unión Europea desde que Rusia comenzara la invasión de Ucrania hace ahora casi un mes podría quebrantarse ante la división entre los veintisiete sobre si incluir el sector energético en un posible quinto paquete de sanciones contra el Kremlin.

El pasado lunes, los ministros de Exteriores de la UE se dieron cita en Bruselas para tomar el pulso a la situación en Ucrania. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, acusó a Vladimir Putin de cometer crímenes contra la humanidad en los bombardeos indiscriminados en Mariupol. “No es una guerra, es la destrucción de un país”, aseguró. Ante el recrudecimiento de la situación, aumenta la presión desde dentro y fuera del bloque para reforzar las sanciones. Y empiezan a surgir las diferencias.

A nadie se le escapa que las exportaciones de gas y petróleo siguen siendo una fuente fundamental de ingresos para el Kremlin, con la economía rusa asediada por las sanciones internacionales. Tomar medidas para atacar este sector es clave para limitar la liquidez de Putin, pero las consecuencias para la economía serían devastadoras. Algunos países proponen también cerrar el acceso a los puertos o incluso, como Polonia, bloquear el comercio con Rusia de manera definitiva.

“Hoy no era el momento de tomar decisiones”, aseguró Borrell que anunció que los veintisiete alcanzaron un acuerdo para dar luz verde a otros 500 millones en el marco de Apoyo a la Paz para continuar dando asistencia militar a Ucrania. El objetivo era precisamente explorar opciones. Y ahí, empiezan las dudas.

“Creo que es inevitable comenzar a hablar sobre el sector energético, y definitivamente podemos hablar sobre el petróleo, porque es fácilmente reemplazable debido a nuestra infraestructura y los múltiples suministros existentes”, aseguró Gabrielius Landsbergis, ministro de Relaciones Exteriores de Lituania, que insistió en la necesidad de mantener el apoyo a Ucrania. Los ministros irlandés, danés, esloveno, checo o eslovaco se expresaron en términos similares. Pero no todo el mundo está de acuerdo con esto.

Mientras, Alemania sigue arrastrando los pies. La ministras de Exteriores, Annalena Baerbock, se limitó a subrayar que el país trabaja para reducir su dependencia de los combustibles fósiles rusos lo más rápido posible.

Hace solo unos días, el canciller alemán, Olaf Scholz, reconoció que “el suministro de energía de Europa para la calefacción, el transporte, la electricidad y la industria no puede asegurarse actualmente de otra manera”.

La Hungría de Viktor Orban, muy cercano a Putin y que se ha puesto de perfil en no pocas ocasiones en las últimas semanas, no apoyará “sanciones que pongan en riesgo nuestra seguridad energética,” advirtió el ministro de Exteriores Péter Szijjártó.  Los líderes de la UE se reúnen en Bruselas el próximo jueves. Antes, habrá una cumbre extraordinaria de la OTAN y una reunión del G7. Cómo incrementar la presión sobre Putin será uno de los debates centrales. Y la cuestión sobre si optar por sanciones en la energía estará sobre la mesa.

Fuente: Revista El Economista

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