La relajación de la política monetaria resucitará la inversión en la eurozona

La expectativa, o incluso para muchos la plena certeza, de que el BCE bajará los tipos de interés en los inicios de este verano, despierta el optimismo entre los expertos consultados por elEconomista.es. Gracias a esa relajación de la política monetaria (aunque sea en cuantía reducida), la perspectiva de que la eurozona crezca este año un modesto 0,6% (según estimó el mes pasado el propio BCE) está en vías de mejorar, gracias al modo en que la suavización de las condiciones de financiación repercutirá en la capacidad de inversión de familias y empresas en el Viejo Continente.

Las mejoras que este componente de la demanda interna europea pueda experimentar resultan de especial importancia. No en vano “la inversión es el único integrante del Producto Interior Bruto, que todavía está lejos de recuperar los niveles previos a la pandemia del coronavirus”, asegura Aurelio García del Barrio, experto del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).

Este retraso viene dado porque las empresas “han preferido aliviar sus deudas en un año de fuerte subida de los tipos de interés y por la falta de tracción de los fondos europeos”, explica el director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.

Una bajada de tipos, y, por tanto, una disminución en los costes de financiación para las empresas, “debería sustentar un impulso inversor”, suscribe García del Barrio, que genere una compensación ante la anemia con la que la economía comunitaria empezó el año. Lo delató la nueva caída del PMI industrial tanto francés como alemán del mes pasado, con lecturas inferiores a los 50 puntos en este indicador

De hecho, esa labor de saneamiento financiero de los agentes económicos privados ya se encuentra muy avanzada en grandes economía europeas como la española. Esta misma semana lo evidenció el Banco de España al situar el endeudamiento de las familias de nuestro país es su nivel más reducido desde el año 2001, el último ejercicio en el que el euro todavía era el medio pago minoritario frente a la peseta.

El economista Javier Santacruz destaca que la misma situación se está planteando para las Administraciones, lo que supone “más restricciones al pasivo del sector público”.

En un tono también marcado por los beneficios para la inversión, Miguel Ángel Bernal, socio del despacho Bernal & Sanz Bujanda, cree que “en renta fija, la disminución de los tipos de interés es beneficiosa, ya que impulsa la subida de los precios de los bonos. Y, por su parte, en cuanto a la renta variable, la reducción del precio del dinero crea expectativas de mayor producción y mayores beneficios para las empresas al disminuir sus costes de financiación”.

Además, el cambio en la política del banco central de la Unión Monetaria es capaz de “desviar el ahorro hacia instrumentos de inversión en lugar de depósitos bancarios, lo que implica un perfil de riesgo más elevado para los inversores”, incide Bernal.

Posibles efectos mixtos

Desde el punto de vista de la inversión procedente del exterior, y de la capacidad exportadora europea, pueden darse efectos mixtos, una vez que se inicie esta nueva etapa en la política de la máxima autoridad monetaria de la moneda única.

Hablamos de un riesgo de divisa derivado de la revalorización que puede tener el dólar en un escenario de mantenimiento de tipos en EEUU y bajadas del BCE, que puede recalentar la inflación en Europa por el encarecimiento de nuestras importaciones, especialmente petróleo”, explica Santiago Sánchez, economista.

Ahora bien, el escenario no tiene por qué ser negativo dado que “este movimiento en las divisas debería tener un efecto positivo sobre la inversión extranjera y apoyar asimismo al sector exportador, mientras que sería en el lado de las importaciones donde veríamos cierto repunte inflacionario”, destaca Iratxe Oria Villegas de CBNK Gestión de Activos.

César Martínez Meseguer, profesor de Política Económica en la Universidad Villanueva, coincide en que “una bajada moderada de los tipos de interés es mejor para España que una bajada fuerte, desde el punto de vista de la inflación, ya que ésta siendo superior a la media europea (con una tasa subyacente todavía en niveles bastante preocupantes)”.

Pese a estas ventajas, no todos los expertos consultados tienen tan claro que el próximo verano sea el momento adecuado para que el BCE comience el suavizamiento de sus política.

“Tratamiento suspendido”

En esta línea, Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente y socio de la consultora Freemarket Corporative Intelligence, cree que el BCE no debe modificar su política monetaria hasta alcanzar el objetivo del 2%. “No hay que suspender el tratamiento con antibióticos porque haya una mejoría en medio de él. Hay que completarlo”. La subida de tipos tiene su impacto sobre la inflación entre 18-22 meses después de introducida. Eso implica que, a finales de este año, el 2% podría lograrse salvo shocks imprevistos.

Además, considera que el impacto de la subida de tipos sobre la demanda agregada en España (consumo e inversión privada) “aún no se ha materializado en su totalidad”. Eso anticipa y explica en gran parte el menor crecimiento que se esperaba en 2024″, cuando se formuló la previsión de avance del 0,6% por parte del BCE y que, el próximo junio, se someterá a revisión por parte de esa institución.

“Por otra parte, se olvida, la desaparición del programa de compra de bonos por el BCE hace necesario buscar su financiación en el mercado, lo que implica una menor disposición de crédito para el sector privado, lo que supone un “efecto expulsión”, explica Bernaldo de Quirós.

Beneficios para el consumo

Junto con la inversión, el segundo motor de la demanda interna, el consumo, también puede verse beneficiado por la nueva era de la política monetaria que Fráncfort inaugurará a partir del próximo verano. Los informes más recientes son unánimes a la hora de considerar que un cambio de ese tipo supondría un giro copernicano para la situación económica europea.

No en vano el margen de mejora es de una gran amplitud. Lo refleja la última oleada del índice GfK Euro Clima de Consumo (edición de enero de 2024), en el que se refleja que la población, especialmente en España sigue dudando sobre la evolución de la economía del país, al tiempo que no esperaban que mejoraran ni los ingresos familiares, ni su capacidad de ahorro.

Enero cerró el índice en 34 puntos negativos, un dato que emplaza a nuestro país hasta la posición 28 de 29 países, con sólo los habitantes de Finlandia creyendo menos en su capacidad de ahorro (37 puntos negativos).

Las previsiones de los consultados en España son realmente críticas, más si las comparamos con las del total de la Unión Europea (8 puntos) o las de las grandes economías: Italia (21), Alemania (14) o Francia (9) o incluso, fuera del área comunitaria, las correspondientes al Reino Unido.

Con la inversión, el consumo interno y el sector exterior soplando a favor de la economía europea, gracias en gran parte al BCE, los potenciales riesgos provienen ahora de los conflictos geopolíticos que rebasan las fronteras del Viejo Continente. Banco de España, FMI y, esta semana, la Organización Mundial del Comercio (OMC) advierten de que, si bien la repercusión económica de las perturbaciones del conflicto en Oriente Medio son ahora relativamente limitada, algunos sectores ya se han visto afectados.

En concreto, áreas de actividad especialmente importantes para el PIB comunitario (productos de la industria del automóvil, abonos agrícolas y componentes para máquinas de alto valor añadido) ya se han visto afectados por las demoras y el incremento de los costos de flete en los puertos que componen las rutas de comercio mundial.

Fuente: Revista El Economista

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