La mantequilla de Alemania se convierte en la gran esperanza contra la inflación en Europa

Algo totalmente inesperado y sorprendente ha sucedido con la mantequilla en Alemania este año: su precio ha experimentado una caída pronunciada y única -en el resto de la Eurozona no ha ocurrido lo mismo, por ahora- mientras que el coste de muchos otros alimentos sigue aumentando a tasas de dos dígitos. Aunque parezca simplista, la caída en picado del precio de la mantequilla se ha convertido en la gran esperanza de la inflación en Europa, algo que tiene sentido.

 

Tras una disminución en los precios de la energía, el aumento de los costes de los alimentos se ha convertido en la principal fuente de inflación para los consumidores de la zona euro. El precio de la comida se ha disparado un 20% desde principios del año pasado, lo que ha generado preocupación entre los políticos y los banqueros centrales.

La subida del precio de los alimentos tiene un impacto muy grave en la economía, puesto que afecta en mayor medida a las clases bajas de la sociedad que destinan una mayor parte de su renta -en términos relativos- al consumo de alimentos.

Sin embargo, cada vez son más economistas y expertos de la industria creen que los factores que han provocado una caída en el precio de la mantequilla alemana, que se ha desplomado casi un 30% desde diciembre debido a la reducción de los costes de los productores lácteos, pronto comenzarán a tener un impacto más amplio, tanto en Alemania como en el resto de Europa.

Si otros precios de alimentos siguen el mismo camino, no solo aliviaría unos presupuestos familiares muy ajustados, sino que también ayudaría a que la inflación en la zona euro siga disminuyendo lo suficientemente rápido como para que el Banco Central Europeo detenga sus subidas de tipos este verano. Por ahora, el IPC en la zona euro parece haberse frenado, pero aún no está claro si comenzará a acercarse con mayor intensidad al 2%.

La mantequilla alemana

No obstante, el fenómeno de la mantequilla alemana es un tanto singular por cómo se negocian allí los precios y los contratos de algunos productos lácteos. En Alemania es muy habitual que los precios se negocian entre el fabricante y el minorista casi cada semana, lo que permite que los costes más bajos de los productores se reflejen mucho más rápido que en otros mercados, donde los contratos se renuevan solo cada seis meses, o incluso cada año en el caso de los productos de marca.

Por ahora, los precios de la mantequilla en el resto de la zona euro no han caído tan rápido. No obstante, ya se empiezan a atisbar pequeños cambios que pueden ser el principio de una tendencia. En el caso de España, la mantequilla aún sube un 30% en términos interanuales, pero los datos de inflación de abril revelan que el precio cayó un 0,9% respecto al mes anterior, después de varios meses de alzas mensuales de varios puntos porcentuales.

Un indicador adelantado

Thomas Carstensen, vicepresidente senior de comercio global en Arla Foods de Dinamarca, que produce mantequilla Lurpak y Anchor, así como quesos y leche, afirmó que el mercado alemán podría ser “un indicador adelantado” para el precio de otros productos lácteos y alimentos, asegura este experto en declaraciones al Financial Times.

Su caída refleja una disminución en los precios de los productores lácteos, que tiene su origen en los menores costes de alimentación del ganado y de la energía, así como en un menor consumo que condujo a un exceso de producción -respecto a la demanda- de leche a finales del año pasado.

Otros productores de productos lácteos están de acuerdo. “Los precios del queso ya han caído en Alemania y cuando se acuerde el contrato de julio para la leche, puedo ver un recorte de precios allí”, sostiene Eckhard Heuser, director general de la asociación de la industria láctea alemana. Este experto cree que el precio de la leche en Alemania caerán por debajo del nivel psicológico clave o “precio mágico” de 1 euro por litro, y agregó: “Hay presión en el mercado”.

Destrucción de demanda

Además, el aumento de los precios de otros alimentos está teniendo un impacto notable en la demanda. Aunque las ventas minoristas de alimentos en la zona euro ha aumentado casi un 10% en el último año, lo cierto es que han disminuido casi un 5% en términos de volumen, después de ajustar la inflación.

Es decir, se está produciendo lo que se conoce en jerga económica como ‘destrucción de demanda’, un fenómeno que surge cuando los precios suben con tal intensidad que fuerzan a las familias a reducir su consumo de ese bien, ya sea buscando alternativas o directamente reduciendo el consumo agregado total.

Se espera que la menor demanda ejerza una mayor presión a la baja sobre los precios mayoristas, que han estado cayendo a nivel mundial desde el verano pasado. Esos precios mayoristas más bajos, junto con la caída de los costes de energía y materias primas, deberían trasladarse a los compradores, al menos parcialmente. “No es uno a uno, pero debería comenzar a reflejarse de manera constante”, comenta Carstensen.

La mayoría de los economistas confían en que el aumento de la inflación alimentaria ha alcanzado su punto máximo, después de haber disminuido en los últimos dos meses, desde un máximo del 17,9% en marzo hasta aproximadamente el 14% en mayo. Sin embargo, aún existe una gran incertidumbre sobre cómo de rápido se disipará el aumento de precios en los próximos meses.

“Si observamos la mecánica del mercado, las fuertes caídas que hemos visto en los precios de la energía y de las materias primas alimentarias deberían trasladarse a los precios finales pagados por los consumidores, con el retraso habitual que suele ser de entre tres y seis meses”, sostiene Ludovic Subran, economista jefe de la aseguradora alemana Allianz, quien solía trabajar para el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.

Fuente: Revista El Economista

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