La economía de Argentina ha batido las expectativas de crecimiento para el tercer trimestre del año. El PIB se expandió un 3,9% respecto al trimestre anterior, lo que anualizando la cifra daría un crecimiento cercano al 17% (usando este indicador de ciencia ficción que tanto les gusta a los americanos). El consenso del mercado esperaba un crecimiento del 3% intertrimestral y una caída del 2,6% interanual. Sin embargo, los datos finales fueron el avance mencionado del 3,9%, respecto al anterior trimestre, y una caída del 2,1% interanual. Pero lo que es más importante, analizando ese dato de PIB se observa que hay un componente que se dispara, además ese componente es el que tiene la llave para abrir la puerta del crecimiento futuro: la inversión privada. La inversión se ha disparado gracias a la desregulación (mano invisible), la seguridad jurídica y el despertar de Vaca Muerta, el gran yacimiento de petróleo no convencional del país.
Juan Ramón Rallo, profesor de Economía y uno de los economistas más populares del país, ha realizado un análisis en el que destaca “el espectacular dato de crecimiento de PIB de Argentina”. El experto apunta que “Argentina creció casi un 4% en el tercer trimestre de 2024. Vuelve un crecimiento robusto dentro de una macroeconomía saneada”. Además, componentes como la inversión y el consumo han tirado de la economía, lo que demuestra que la demanda interna puede expandirse (gracias al sector privado) en medio de un ciclo de recortes fiscales históricos por su magnitud.
Un buen ejemplo de por qué ha aumentado con tanta intensidad la inversión se encuentra en el sector conocido como ‘minas’ en Argentina, cuyo crecimiento ha sido del 7,3% trimestral, siendo de este modo el segundo que más ha crecido después de la agricultura (este año la cosecha ha sido muy buena). El sector de minas incluye el petróleo y con ello la inversión que se está realizando en Vaca Muerta, el yacimiento de petróleo que ya produce más de 400.000 barriles de crudo no convencional y que promete ser la llave para lograr superávits por cuenta corriente constantes en Argentina, lo que dará lugar a una mayor entrada de dólares para ‘atar’ el tipo de cambio del peso. Pero además, la inversión en Vaca Muerta queda contabilizada en el PIB en la formación brutal de capital fijo (FBCF), incrementando la producción presente y generando mejores expectativas de cara al futuro.
Daniel Fernández, economista y profesor en la Universidad Francisco Marroquín, señala que además “el crecimiento se explica por incremento en la formación de capital mientras el Estado se retira de la economía. La formación brutal de capital fijo había sufrido de sobremanera en los trimestres pasados (como suele ser habitual en una recesión económica). En este tercer trimestre del año, el principal impulsor del crecimiento económico ha sido esta inversión en capital fijo, que crece nada menos que un 12% con respecto a la cifra registrada en el trimestre anterior”, sentencia el experto. Además de la desregulación y liberalización, el apetito inversor en grandes proyectos de la economía real está despertando gracias al nuevo régimen de incentivos a las grandes inversiones (RIGI), que fomenta las inversiones de más de 200 millones de dólares con ciertas ventajas.
También cabe destacar que este componente venía de varios trimestres de descensos, por lo que parte de la subida se debe al conocido como efecto base y su volatilidad intrínseca. La ‘Mano invisible’ es una suerte de metáfora inspirada en el economista escocés Adam Smith que describe los incentivos que los mercados libres suelen crear para que la sociedad prospere sin necesidad de intervenir (cada uno buscando su propio bienestar e interés impulsa la prosperidad del resto).
Este mismo economista, experto en economías de América Latina, cree que “también es de destacar el aporte apenas nulo del consumo público en el crecimiento económico de Argentina. El buen dato de crecimiento económico está ocurriendo, a diferencia de lo que ocurría en el kirchnerismo, sin incremento del consumo público”.
Por ejemplo, esta semana se publicó que Argentina logró en noviembre pasado encadenar once meses consecutivos con superávit fiscal primario y cuatro con saldo positivo en el resultado financiero gracias al severo plan de ajuste puesto en marcha a finales de 2023 por el presidente Javier Milei. Según informó este martes el Ministerio de Economía, el país registró en noviembre un superávit fiscal primario de 1,3 billones de pesos (1.242 millones de euros), frente a un resultado negativo en igual mes de 2023 por 210.484 millones de pesos.
Ya van once superávits fiscales
El resultado de noviembre estuvo además por encima del superávit primario logrado en octubre último, que fue de 746.921 millones de pesos. En tanto, el resultado financiero (incluye el pago de servicios de deuda) fue en noviembre de 357.162 millones de pesos, frente a un déficit en igual mes del año pasado por 754.956 millones de pesos y un superávit por 523.398 millones de pesos en octubre pasado.
En los once primeros meses del año, Argentina logró acumular un superávit primario de 11,7 billones de pesos, frente a un déficit en igual periodo de 2023 de 3,1 billones de pesos. El superávit financiero acumulado en los primeros once meses del año asciende a 3,3 billones de pesos, frente a un saldo negativo en igual lapso de 2023 de 6 billones de pesos. Según destacó el Ministerio de Economía, en los primeros once meses del año el sector público nacional acumuló un superávit financiero equivalente al 0,6% del PIB y un superávit primario del 2,1% del PIB.
Con todo, “la economía argentina brilla en el tercer trimestre de 2024, tanto es así que recupera prácticamente todo el terreno perdido en los dos primeros trimestres del año. Ante esta situación, las posibilidades de que el año 2024 termine con crecimiento económico empiezan a ser verdaderamente grandes (a pesar de que prácticamente nadie apostaba por ello a inicios del año)”.
Mientras tanto, el riesgo país sigue cayendo y ya se sitúa en los 673 puntos, cuando a principios de 2024 superaba los 2.000, este jueves el diferencial con el bono estadounidense se sitúa en los 653 puntos, niveles que no se veían desde febrero 2019.
FUENTE EL ECONOMISTA