Javier Milei está viviendo una situación en Argentina que, con sus diferencias, se podría asemejar a la historia del bitcoin. Al principio nadie crecía en él y pocos eran, incluso, los que se aventuraban a dar un pronóstico o vaticinio sobre su futuro, pero a medida que la evidencia fue venciendo a los prejuicios, el ‘carro’ empezó a llenarse de expertos, instituciones y medios apoyando y reconociendo que esta criptomoneda puede ser un activo interesante para invertir. El caso de Javier Milei ha sido similar e incluso más fascinante por la rapidez en la que ha logrado estos apoyos (gracias a la mejora de varios indicadores). Es cierto que todavía es muy pronto para sacar una conclusión definitiva. Milei ha recogido un país hecho trizas, con una deuda en dólares casi impagable y con una inflación desbordada. Lograr la salvación de la economía de Argentina es difícil, incluso aplicando las políticas más eficientes. Sin embargo, Milei ya ha logrado que instituciones como JP Morgan, el semanario The Economist o el diario El País reconozcan que las finanzas argentinas han dado un giro de 180 grados en un año. El último en subirse al carro ha sido el banco alemán Commerzbank.

Hoy, Milei goza de más popularidad que el día que se impuso en las elecciones. La clave, probablemente, está en que ha hecho lo que decía que iba a hacer y encima está funcionando. La inflación se ha enfriado mucho más rápido de lo previsto, el déficit público ha desaparecido y el riesgo país ha caído a niveles no vistos en años. Por último, la economía está mostrando signos de recuperación, pero aún falta la confirmación del PIB. El país hoy registra superávit fiscal, superávit energético (gracias al despertar de Vaca Muerta), el precio de los alquileres en las zonas tensionadas se ha moderado ante el aumento de la oferta, la inflación se ha enfriado hasta el 2,7% mensual (llegó a estar en el 25% mensual) y los mercados están ‘comprando’ el plan de Milei, lo que da serias opciones al país de esquivar el default este 2025, momento en el que se enfrenta a importantes vencimientos de deuda. Todo ello con un aumento de las reservas brutas en dólares y la estabilización del peso argentino.

Los que se suben al carro de Milei

Con estos datos no parece tan raro que grandes instituciones financieras hayan empezado a admitir que lo que está ocurriendo en argentina tiene, como mínimo, ciertas connotaciones positivas que pueden interpretarse con un rayo de luz en un horizonte que aún sigue lleno de nubarrones. Esto es lo que están empezando a admitir importantes bancos y medios de comunicación a nivel mundial.

Los informes de JP Morgan en los que se destacan los avances logrados por el Gobierno de Milei son algo frecuente (aunque también se ponen de relieve los retos), pero la semana pasada se publicó un reportaje en The Economist en el que se venía a reconocer que las primeras medidas de Milei son una muestra de fortaleza y de cumplimiento con lo prometido que están ayudando al país a salir del letargo: “Milei está viviendo su mejor momento desde que asumió el cargo. Sus dos públicos más importantes, los mercados y los argentinos, están satisfechos. El índice de riesgo país de JP Morgan, una influyente medida del riesgo de impago, ha caído desde los 2.000 puntos cuando asumió el cargo en diciembre de 2023 a alrededor de 750 ahora, su nivel más bajo en cinco años. A pesar de los enormes recortes de gasto, Milei es más popular entre los argentinos que sus dos predecesores después de su primer año”, destacaba el reportaje. También el diario El País, que publicó el pasado 23 de noviembre otro reportaje titulado ‘Los mercados abrazan a Milei por los datos económicos’.

De ‘chiflado’ a ‘salvador’ de Argentina

Este lunes se ha subido al carro otra institución de calado en el mundo financiero. El banco alemán Commerzbank. En un significativo pronunciamiento, el economista jefe de Commerzbank, Jörg Krämer, ha reivindicado los primeros pasos de Milei pidiendo no tacharle de “chiflado”. “Milei señala con razón que el vaciamiento de la economía de mercado ha empobrecido a la otrora próspera Argentina y sólo ha beneficiado a una estrecha capa de funcionarios y partidarios del partido a expensas de la población en general”, expone Krämer en un comentario para clientes del destacado banco alemán.

“Como anunció durante la campaña electoral, (el presidente argentino) quiere equilibrar primero el presupuesto del Estado. Para ello, ha reducido a la mitad el número de ministerios y limitado los aumentos salariales de los funcionarios. Desde enero, el Gobierno registra un superávit financiero. La inflación, que superaba el 200% cuando Milei tomó posesión, está bajando. Gracias a la desregulación, las primeras empresas extranjeras quieren invertir en los sectores de la energía y las materias primas. Tras la flexibilización de las leyes de alquiler, los propietarios vuelven a ofrecer sus pisos en el mercado”, sintetiza Krämer.

El alemán reconoce que todo no puede ser perfecto: “La recesión aún no ha terminado, como suele ocurrir tras las terapias de choque económico”. También señala que hace tiempo que debería haberse suprimido el control de cambios, que supone un enorme obstáculo para el comercio exterior. “Milei lo superaría con la prevista introducción del dólar estadounidense como moneda de curso legal, aunque a costa de una política monetaria que no puede responder a las necesidades económicas de Argentina”, explica.

Aunque defiende que las reformas de Milei han ido como se esperaba hasta ahora, Krämer considera que es demasiado pronto para declarar la victoria y apunta a riesgos como el belicoso comportamiento de Milei en política exterior: “No ayuda el hecho de que al excéntrico Milei le guste pelearse con otros gobiernos, incluso con su vecino del Mercosur y estrecho socio comercial Brasil; también se está involucrando en guerras culturales”.

La receta de Milei

Eso no quita que Krämer se ‘moje’ y recomiende coger ingredientes de la receta Milei ni más ni menos que para Alemania: “Su mensaje también es relevante para nosotros. A diferencia de Argentina, Alemania es rica y está integrada en la división internacional del trabajo. Pero también aquí el gobierno interfiere cada vez más en la vida económica y contribuye a que el PIB alemán esté estancado desde 2019. También deberíamos volver a un orden económico liberal para que la economía alemana vuelva a crecer como es debido”.

Detrás de estas palabras trasluce el desánimo generalizado existente en Alemania, que hunde sus raíces en una economía incapaz de levantar el vuelo tras el covid. Más que el golpe de la pandemia en sí, el agotamiento del exitoso modelo basado en la manufactura y las potentes exportaciones se ha visto exacerbado por un ‘nuevo mundo’ en el que China ya no es el socio comercial tan fiable de antaño y el chorro continuo de barato gas ruso para la todopoderosa industria germana se ha visto cortado de raíz por la geopolítica y sin plan B después de desenchufar en poco tiempo Angela Merkel el parque nuclear. Una dinámica empeorada por el ciclo de elevados tipos de interés a raíz de la abrasiva inflación y la preponderancia de los servicios frente a los bienes en la recuperación tras el covid.

El sufrimiento de Alemania

Este desaliento económico se ha traducido en una crisis de confianza a todos los niveles, incluido el político. No ha ayudado a la gestión de tanto problema repentino la conformación de un frágil y ecléctico gobierno entre socialdemócratas, verdes y liberales, que recientemente ha saltado por los aires por las hondas discrepancias de estos últimos, precisamente en los puntos donde incide el economista jefe de Commerzbank.

Bajo el mando del SPD de Olaf Scholz, partido ya presente en las coaliciones de la CDU de Merkel antes del covid, la figura de lo que algunos llaman ‘papá Estado’ no ha dejado de aparecer. Y la pandemia junto a la guerra en Ucrania han sido el mejor ejemplo de una ‘economía subvencionada’. Detrás de la férrea disciplina fiscal alemana -su famoso freno de la deuda (un 0,35 de déficit anual, el ‘schwarze null’ o ‘cero negro’), la nueva situación ha hecho al Ejecutivo soltar millones y millones para ‘sujetar’ la economía.

Como señalaba hace poco en una entrevista con eleconomista.es Achim Wambach, presidente del ZEW, uno de los más prestigiosos institutos económicos alemanes, hay problemas de “cosecha propia” para las empresas en Alemania, como los altos costes burocráticos y los elevados tipos del impuesto de sociedades. En otra nota previa de Commerzbank, los estrategas del servicio de estudios de la entidad constatan que el tipo impositivo para las empresas ya es significativamente más alto que en los EEUU o en otros competidores europeos. Si eso ya ha provocado cierta fuga de empresas alemanas a EEUU, esto ahora se podía intensificar con la mayor competencia fiscal que supone el programa de Trump, también aliado de Milei.

Alemania: ayudas estatales, impuestos, burocracia…

Paradójicamente, los ejemplos más claros han llegado con las empresas. Alemania concedió más ayudas estatales a empresas durante la crisis energética que los otros 26 Estados miembros de la Unión Europea juntos, llegó a informar el diario económico nacional Handelsblatt. En el periodo de marzo de 2022 a junio de 2023 y de un total de 140.000 millones de euros en ayudas económicas nacionales aprobadas por la Comisión Europea, Alemania desembolsó 72.800 millones. Italia se situó en segundo lugar, con 39.200 millones de euros. Los titulares han ido desde el rescate y nacionalización del gigante gasístico Uniper hasta la reciente promesa de ayudas y subsidios a históricos del automóvil en apuros, como Volkswagen. También se ha pedido la ayuda del Estado para detener la oleada de despidos masivos en grandes corporaciones, tanto públicas (los ferrocarriles, Deutsche Bahn, con 30.000 eventuales bajas) como privadas (Continental, Thyssenkrupp, SAP, Audi o Bosch).

Otros ejemplos pasan por las veces que el Ejecutivo alemán ha tenido que sacar la chequera para que las inversiones extranjeras elijan el país y se queden en él. Hasta 2.000 millones de euros se pusieron sobre la mesa para potenciar la fabricación de chips en Alemania. Pese a tal dispendio, el saldo ha arrojado titulares como el aplazamiento por dos años de la gran fábrica de la americana Intel en Magdeburgo. En el caso de Tesla y su gigafactoría cerca de Berlín, la administración ofreció a la firma estadounidense 1.140 millones de euros en ayudas estatales, que fueron rechazadas por su CEO, Elon Musk, bajo el argumento de que esto era coherente con las creencias de Tesla. El propio Musk, apoyo clave de Donald Trump en su regreso a la Casa Blanca, ha ensalzado repetidamente a Milei en público.

Fuente: Revista El Economista

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