La inflación prevista a largo plazo en Europa y EEUU se equipara por primera vez desde 2008

La máxima de los bancos centrales ha sido siempre controlar la inflación en la referencia del 2%. Un objetivo en el que se han volcado desde que comenzaron a ajustar sus políticas monetarias a base de subidas de tipos de interés y reducción de balances. Pero la realidad es que alcanzar ese 2% en el largo plazo cada vez se pone más complicado en la eurozona, donde se espera que los precios no se recorten con la velocidad que le gustaría al Banco Central Europeo.

 

Esto lleva al mercado a ver cómo crece la expectativa de la inflación en la zona euro en los próximos cinco años hasta el 2,6% y se equipara a la que se prevé en Estados Unidos. Un cruce de las curvas que no se veía desde finales de 2008 (véase gráfico) según el indicador Inflation Swap rates 5y5y.

En el seno del BCE ya se han pronunciado al respecto. “El BCE hará lo necesario para conseguir el objetivo del 2% […] y llevaremos la inflación a esa marca para finales de 2024 o principios de 2025. Es un compromiso, no solo un pronóstico“, concluyó el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy. Unas palabras que también pronunció la presidenta, Christine Lagarde, la semana pasada. Estas declaraciones no dejan de ser una confirmación de lo que baraja el mercado desde febrero: van a venir más subidas de tipos de interés por parte del BCE y estarán altos por más tiempo.

Un techo en el 4%

Los lectores de elEconomista.es recordarán que en los primeros días del 2023 se estimó cómo la eurozona esquivaría la recesión gracias a la reapertura de la actividad en China en un momento en el que se dibujaba en Europa un techo de la tasa de facilidad de depósito (tipo de interés de referencia) en el 3,5%. Pero hoy el escenario ha cambiado. Los precios no han caído tanto como se esperaba y eso llevará al BCE a ser más duro en su política monetaria con un techo de los tipos en el 4%, según Bloomberg. Por lo pronto, lo más probable es que el próximo jueves Lagarde anuncie otro incremento de 50 puntos básicos que situaría el tipo de facilidad de depósito en el 3%.

Éste sería solo el primer movimiento para revertir la evolución de los precios en Europa, que están cuatro veces por encima del objetivo del BCE. El Índice adelantado de los Precios al Consumidor de febrero se situó en el 8,5%, una décima menos del dato del mes anterior. Y no se esperan cambios significativos en el dato definitivo, según los expertos, aunque en marzo pueda producirse una falsa deflación dado que el dato interanual de ese mes se compararía con el marzo de 2022, donde el precio de la energía comenzó a dispararse por la guerra en Ucrania.

Hasta el momento, el pico de la inflación en la eurozona se alcanzó el pasado noviembre en el 10,6%. Pero al igual que sucede en Estados Unidos (véase apoyo) la mayor parte del descenso de la inflación corresponde a los precios de la energía. Éstos representaron una cuarta parte del IPC de febrero. Mientras, los que continuaron al alza son los precios de alimentos básicos que han pasado a ser el mayor agregador de inflación en la eurozona. Sin embargo, lo que preocupa a Lagarde en estos momentos es la inflación subyacente -que no tiene en cuenta a los dos casos anteriores- y que sigue al alza gracias a segmentos como los servicios.

Los expertos ya alertaron de que las subidas de tipos de interés no tendrían una respuesta inmediata en los indicadores macroeconómicos. De ahí que ahora se haya terminado la euforia del mercado -con la caída de la inflación de los últimos meses- ante la perspectiva de nuevos aumentos de tipos de interés tanto por parte del BCE como de la Reserva Federal de Estados Unidos. “Tendrán que pasar alrededor de doce meses para que los efectos de estas subidas más agresivas se hagan sentir en la inversión, consumo y empleo”, estiman desde Julius Baer y que lleva al banco privado suizo a recortar las previsiones de crecimiento de la zona euro hasta el 1,1% para 2023.

“A corto plazo, seguiremos viendo políticas monetarias restrictivas que elevarán el riesgo de recesión, tanto en Europa como en Estados Unidos. El entorno macroeconómico estará atrapado entre la espada de la inflación y la pared de la recesión“, explica Giordano Lombardo, codirector de inversiones de Plenisfer Investments, parte del ecosistema de gestoras de Generali Investments.

Y es que ésta es la consecuencia lógica que se puede encontrar el mercado si se produce un repentino endurecimiento de las condiciones monetarias a ambos lados del Atlántico. “Si los tipos se mantienen muy altos más tiempo del estimado -y quién puede decir que no vaya a ser así- la economía se va a resentir más de lo previsto”, declaró Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía.

Con este sentimiento, el consenso de Bloomberg proyecta un crecimiento del PIB de la eurozona para este año del 0,5%, misma referencia que baraja el BCE, hasta que actualice su cuadro macro la semana que viene. Esto supondría que para el primer tercio del 2023 la economía europea se contraería un 0,3% y para el segundo tercio la expansión del PIB común apenas sería del 0,1%, según los expertos.

El 2% también se escapa para la Fed de EEUU

No es que la expectativa de inflación en Estados Unidos a largo plazo haya caído, pero se ha visto sometida a menor volatilidad en las últimas semanas que la previsión del mercado para el dato europeo. Eso sí, se aleja del objetivo del 2% con el que trabaja la institución. Esto mismo se puede ver en los precios al consumidor estimados para 2024, donde seguiría sobre el 2,4% a ambos lados del Atlántico en un año en el que ya se espera un recorte de tipos por parte de la Reserva Federal, según Bloomberg. Aunque esto también vendría después de un endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos donde el techo de los tipos se situaría en el 5,5% según recoge la curva OIS (Overnight Interes Swap).

Fuente: Revista El Economista

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