El mundo estará muy pendiente de la política económica que pretende llevar a cabo Donald Trump. Una agenda marcada por aranceles y proteccionismo que amenaza con restar entre el 0,5% y el 1% al crecimiento del PIB global en 2025, según coinciden los expertos de los principales organismos internacionales.
En concreto, el FMI pronostica que la economía mundial avanzará un 3,2% el próximo ejercicio, un resultado por sí solo “decepcionante”, de acuerdo con los expertos de la institución radicada en Washington, que se arriesga a ser todavía peor si el enfrentamiento comercial se recrudece. No en vano, el crecimiento de la economía planetaria quedaría por debajo de la barrera de los tres puntos porcentuales, escenario que se considera, a efectos prácticos, casi equivalente a la recesión.
Las perspectivas son tan sombrías debido a los múltiples frentes en los que se desarrollaría el enfrentamiento. Sin duda, su epicentro es China, pero también están en el punto de mira la propia Norteamérica, México especialmente, e igualmente la Unión Europea.
Hasta tal punto es vulnerable el Viejo Continente que el Banco de España, en su último informe trimestral vaticinaba que el magro crecimiento que ahora presenta la Unión Monetaria se arriesga a perder tres puntos por la ruptura de la globalización en las relaciones comerciales. En ese contexto la entrada en recesión de Europa sería inevitable.
Todo está en el aire hasta el momento en que el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, tome posesión de su cargo el 20 de enero de 2025. En una entrevista televisada durante la campaña de las presidenciales ya lo dijo: “arancel es mi palabra favorita del diccionario”. De momento, anunció a través de sus redes sociales, que impondrá una tasación del 25% a México y Canadá, a pesar de que los tres países tienen firmado un acuerdo de libre comercio.
El presidente argumentó de “ridícula” la apertura de fronteras y aseguró que a través de estos países es por donde entran drogas como el fentanilo y la migración ilegal en masa. “Exigimos que lo controlen”, dijo.
Por otro lado, a Europa pretende fijarle un arancel del 10% y a China del 60%. En definitiva, plantea abrir una guerra comercial que dividirá todavía más al mundo en varios bloques.
Aún así, los expertos se mantienen muy cautelosos a la hora de hacer predicciones anticipadas. Elisabet Bacigalupo, responsable de macro de la consultora argentina Abeceb, reiteró que “una cosa es Trump en campaña electoral y otra la implementación de sus políticas en la economía”.
La investigadora principal de CEPS y del Real Instituto Elcano, Judith Arnal, aseguró a elEconomista.es que durante el año “se irán determinando los detalles de las políticas comercial, fiscal, migratoria y financiera de la nueva Administración Trump. Según cómo se perfilen estas políticas públicas, podrían tener un impacto alcista sobre la inflación y negativo sobre el crecimiento económico global”.
La economista dice que “la economía global está en un ciclo de tasas de crecimiento mediocres con expectativas de que ello no se revierta rápidamente en un contexto de bajo crecimiento de la productividad”.
Las finanzas importan
En términos globales, la inflación parece haberse controlado. En Estados Unidos está siendo un poco más tozuda, pero todo apunta a que en 2025 se sitúe por debajo del 2%. La de la Zona Euro llegará también al objetivo del 2% fijado por el BCE. A no ser que ocurra otra guerra, está previsto que el problema del aumento descontrolado de los precios habría acabado. No obstante, los expertos advierten que las políticas arancelarias de Donald Trump “son totalmente inflacionarias”, por lo que no se podrá dar todo por seguro en 2025 en cuanto al IPC.
El principal reto que tendrán, tanto las economías emergentes como las desarrolladas, es el control de sus cuentas públicas. Tras años de manga ancha para atajar la crisis provocada por la Pandemia, los países van a tener que empezar a hacer ajustes en sus presupuestos. La propia directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, dijo en la presentación del Monitor Fiscal que las economías emergentes “necesitan medidas estructurales para evitar retrocesos y estimular la inversión local”.
La deuda y el déficit van a ser dos de los componentes económicos que más importancia va a tener a lo largo de 2025. Según el Monitor Fiscal del FMI, la deuda pública mundial superará este año los 100 billones de dólares (92 billones de euros), lo que representará el 93% del producto interior bruto (PIB) global. Además, prevén que la deuda pública mundial mantenga su senda ascendente durante el resto de la década, hasta acercarse al 100% del PIB en 2030.
“El panorama se vuelve más preocupante debido a la elevada y creciente deuda pública, mucho más alta que antes de la pandemia, incluso después de la breve pero significativa caída de la relación deuda y PIB a medida que la inflación elevaba el PIB nominal”, aseguró la dirigente de la entidad multilateral en una rueda de prensa tras la publicación del Monitor Fiscal.
El problema del alto endeudamiento es que genera un caldo de cultivo poco favorable cuando se mezcla con un crecimiento a mediano plazo “que será mediocre, no muy inferior al de antes de la pandemia, pero lejos de ser suficiente”. Aún así, China pretende endeudarse más este año para ofrecer más políticas de estímulo a la demanda interna, uno de los problemas que lastra su crecimiento que, aún así, será el sostén de la economía mundial, de nuevo.
Según informó la agencia Reuters esta semana, citando fuentes próximas al equipo económico del Politburó, los líderes chinos se habrían fijado un objetivo de crecimiento para 2025 del 5%, mientras que el consenso de Bloomberg augura una pequeña ralentización del 4,8% de 2024 al 4,5% de 2025. Los principales líderes del país, incluido Xi Jinping, se reunieron en una conferencia a mediados de diciembre de donde saldrían estas previsiones. Aunque las oficiales se esperan en el mes de marzo.
Asimismo, de esa reunión también saldría el fijarse un objetivo de déficit más alto que ronde el 4% del PIB en este ejercicio que entra. El que amplíen el arco del déficit fiscal, alejándose del tradicional límite del 3% fijado por las autoridades, supone que el Gobierno va pedir más préstamos para financiar un mayor gasto público. El objetivo sería el de estimular la demanda interna, completamente mermada tras la pandemia.
Arnal dice que a pesar de que sus autoridades han puesto en marcha “importantes” medidas de apoyo público, “la salud del sector financiero y de construcción, sumada a la debilidad de la demanda interna y las posibles medidas comerciales de EEUU, generan incertidumbre”. La consolidación fiscal parece que va a ser un reto tremendo al que se van a tener que enfrentar casi todos los países. El aumento de los déficits está siendo la tónica general, incluso en Estados Unidos.
Desde el FMI advierten que “el déficit fiscal de Estados Unidos solo se verá recortado de manera marginal y se mantendrá en alrededor del 6,1% en 2029, y aproximadamente la mitad de este déficit reflejará los gastos por tasas de interés. Con las políticas actuales, la deuda pública de Estados Unidos no se estabilizará y alcanzará casi el 134% del PIB en 2029″.Para 2025 prevén que la economía se desacelere hasta el 2,2% “a medida que se endurezca gradualmente la política fiscal”, sumado al “enfriamiento” del mercado laboral que hará que se desacelere el consumo. Así, al ser el crecimiento inferior del potencial “se espera que la brecha de producción empiece a cerrarse en 2025”, dijeron.
El consenso de Bloomberg estima que Estados Unidos crezca un 2,3% en 2025, una predicción muy próxima a la oficial y a la de los organismos multilaterales. Las finanzas y los presupuestos, o la falta de ellos, también está siendo un escollo para las grandes economías europeas. Francia y Alemania tendrán una entrada en el año complicada, mientras el sur tira del carro del Viejo Continente. No parece que esté todo perdido, pero hará falta un importante ajuste para que Europa vuelva a ser lo que era.
Mientras The Economist pone a España como la mejor economía de la OCDE, Francia y Alemania están en su peor momento. La situación es la siguiente: España crecerá en 2025 entre el 2,1% y el 2,5%, Italia, Francia y Alemania estarán entre el 0,6% y el 0,8%. Además, los teutones auguran que cerrarán este año en recesión o con una economía que no crezca nada (0%). En líneas generales, el crecimiento se va normalizar en 2025 y los grandes del la Eurozona parece que aportarán un poco más al PIB del bloque. Aún así, el crecimiento seguirá siendo pírrico.
El consenso prevé que el PIB del conjunto de países de la moneda común crezca un 1,1%, mientras que el FMI y la Comisión europea lo sitúan ente el 1,2% y el 1,3%. En 2025, sin duda, todos los ojos van a estar puestos en el eje París-Berlín. Francia afronta unos problemas de deuda y déficit públicos mucho más graves que los propios de Alemania.
Macron tiene este enorme problema con sus cuentas que, sumado a un crecimiento pírrico, hacen incluso ver la posibilidad de que los galos entren en una crisis financiera. Es imposible que ambos países consigan aprobar las cuentas de 2025, lo que aboca a Berlín y a París a una parálisis, económica e institucional, bien entrado el año. En el caso alemán, las elecciones están convocadas para el 23 de febrero y parece que nadie conseguirá mayorías para nombrar un Gobierno.
Ambas economías representan casi el 50% del PIB de la Eurozona. Por su parte, Francia acaba de aprobar una ley especial que le permite establecer una prórroga de los Presupuestos de 2024. Unas cuentas que les han llevado a un déficit desbocado que este año espera cerrar en el 6,1%, el doble de lo que exige Bruselas. El reto del recientemente nombrado primer ministro, François Bayrou, tiene el reto en el año que entra de intentar aprobar unas cuentas que consigan atajar este problema con el descubierto en sus cuentas públicas.
En el caso alemán, la falta de presupuestos y el mecanismo constitucional del control de la deuda de Berlín están volviendo a su industria cada vez menos competitiva que, sumado a los altos precios de la energía y la competencia china, lastran por completo a la economía de la locomotora de Europa, que ya va por su segunda recesión invernal que hasta bien entrado 2025 no va a mejorar, según las previsiones. “La economía alemana no sólo se enfrenta a persistentes obstáculos económicos, sino también a problemas estructurales”, afirmó el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel.
Los economistas del departamento Europeo del FMI, Alfred Kammer, Andrew Hodge y Roberto Piazza, aseguraron en una publicación reciente que la política industrial europea debe hacerse con visión de unión. “Las políticas industriales de Europa necesitan un marco unificado y coordinado. Cuando los países alinean sus esfuerzos, los beneficios de la política industrial pueden superar los costos”, dicen.
Esta afirmación va muy en línea de lo que concluye el ex primer ministro italiano y presidente del Institut Jacques Delors, Enrico Letta, en su informa de alto nivel que el Consejo Europeo le encargó en junio 2023 y que, junto con el de Mario Draghi, serán los pilares de las políticas económicas. El politólogo y economista aseguró en una entrevista para elEconomista.es que “gracias a Trump nos vamos a ver obligados a unirnos”. Así que en 2025 el debate en el seno europeo girará en torno a estos preceptos, así lo dijo la reelegida presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen.
Interés de Sudamérica
Sudamérica enfrentará un crecimiento moderado, estimado entre el 2.5% y el 3.5%, con variaciones entre países. Brasil liderará gracias a reformas fiscales y exportaciones, mientras que Argentina seguirá afectada por inflación y deuda. La transición energética global beneficiará a la región por su riqueza en litio y cobre.
Todos los expertos apuntan a que el país rioplatense acabará este año en una profunda recesión, pero en 2025 el PIB se recuperará de manera considerable. Según el consenso de Bloomberg, el PIB del país rioplatense llegará a expandirse en 2025 hasta el 4%. Parece que las medidas de Milei para restaurar la economía del país están dando sus frutos.
Aún así, tal y como le dijo el exsecretario general de la OCDE, Ángel Gurría, en una entrevista para elEconomista.es, el presidente argentino Javier Milei, “ha controlado las variables fundamentales -inflación y tipo de cambio- pero, digamos, está creando los cimientos y ahora falta la estructura”. El experto llama a la prudencia y a esperar el resultado de la “terapia de choque” de Milei. Geopolíticamente, el interés de China y Estados Unidos en la región aumentará, con un posible fortalecimiento de bloques como Mercosur. La clave será equilibrar oportunidades económicas con sostenibilidad y reformas estructurales.
Fuente: Revista El Economista