La guerra arancelaria de Donald Trump contra prácticamente todas las áreas comerciales del mundo es un hecho. Su proteccionismo ya amenaza, en el peor de los escenarios, con restar hasta un tercio (el equivalente a un punto porcentual) a la previsión de crecimiento global para 2025, ahora situada en torno al 3%, según estimaciones de los expertos nacionales e internacionales consultados por elEconomista.es.

El consenso de Bloomberg, que agrupa las predicciones de los principales analistas macroeconómicos a escala global, es especialmente pesimista y espera que el incremento del PIB mundial pierda la barrera de los tres puntos porcentuales ante las políticas impulsadas por la Casa Blanca.

El presidente de Freemarket, Lorenzo Bernaldo de Quirós, afirma que, entre el escenario base de caída del PIB global del 0,5% y el escenario estresado del 1% del que hablan los expertos, “es muy probable, incluso lo aseguraría con rotundidad, que pasará el segundo”.

De este modo, de llegarse a aplicar todos los paquetes arancelarios anunciados, el crecimiento de la economía planetaria quedaría por debajo del nivel del 3%, escenario que se considera, a efectos prácticos, casi equivalente a la recesión en términos globales.

De Quirós es claro: “Si alguien pone aranceles como medida proteccionista de un país y la otra economía responde con la misma moneda, estamos poniendo un freno al comercio mundial como factor de crecimiento, y con los niveles de avance tan bajos que estamos teniendo tanto en Europa como en Estados Unidos, estás abocando a una recesión a unos y a otros”.

Por su parte, desde el FMI, aun cuando mantienen la previsión de avance del PIB mundial en el 3,3%, la consideran “decepcionante”, lo que abre la puerta a revisiones a la baja, hacia la barrera de los dos puntos porcentuales, aun cuando sus expertos reconocieron recientemente que los efectos de la guerra comercial son “impredecibles”.

Los daños, en todo caso, serán intensos en el caso de Europa. Según arrojan las predicciones del consenso del Bloomberg, la eurozona crecerá un magro 0,9%, corregido a la baja en marzo desde el 1,1% que se pronosticaba a finales del año 2024. Este dato coincide con el que presentó esta misma semana la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. El hecho de que la economía alemana esté estancada y Francia parece que tampoco remonta, está haciendo que el sostén del bloque sea España.

Hasta tal punto es vulnerable el Viejo Continente que el Banco de España, en su último informe trimestral publicado a finales de diciembre de 2024, vaticinaba que el pírrico crecimiento que ahora presenta la UE se arriesga a perder tres puntos por la ruptura de las relaciones comerciales. Por lo que, en el contexto actual, la entrada en recesión de Europa es inevitable. “Esta hipótesis es más que factible porque la economía alemana, basada en exportaciones, entraría en recesión. Al suprimir la demanda externa con los aranceles arrastras a todo el bloque”, explica Bernaldo de Quirós.

“En un principio, teníamos más dudas porque se pensaba que los aranceles iban a ser discriminatorios con los países amigos frente a los no amigos, como sucedió en el mandato anterior, pero ahora está todo más claro”, dijo.

Asimismo, se estima que esta política arancelaria incremente la inflación mundial, aunque los analistas prevén que tanto la Fed como el BCE pueden aún controlarla a pesar de la subida de los precios que entrañan los aranceles. En todo caso, existen precedentes históricos que muestran que Trump está jugando con fuego en lo que a la economía mundial respecta.

¿Hacia una Gran Depresión?

En su discurso de toma de posesión el pasado 20 de enero, Donald Trump se deshizo en alabanzas al expresidente William McKinley: “El presidente McKinley hizo muy rico a nuestro país mediante aranceles y talento. Era un hombre de negocios nato”.

El vigesimoquinto presidente de los Estados Unidos fue muy insistente con la imposición de aranceles hasta que, finalmente, en 1980 se aprobaron con una ley bajo su mismo nombre: Ley McKinley.

En 1896 ganó la presidencia y, al año siguiente, amplió las tarifas arancelarias sobre productos como la lana, el lino, la seda, la porcelana y el azúcar. Algunos aranceles alcanzaron, incluso, un máximo del 52%.

Otra de las claves de la política de McKinley fue el expansionismo. Durante su administración se adquirieron los territorios de Guam, Puerto Rico y Filipinas, tras derrotar a España en la guerra hispano-estadounidense. Trasladado a día de hoy con Trump, se encuentran los paralelismos con la propuesta de anexión de Canadá, la compra de Groenlandia o la toma de control del Canal de Panamá.

En este contexto, la economía mundial sufrió un colapso conocido como La Gran Depresión de 1930 y desde la Cámara de Comercio Internacional (CCI) advierten que esto podría volver a producirse si Trump continúa con sus políticas arancelarias.

El subsecretario general de la organización multilateral, Andrew Wilson, manifestó su preocupación al respecto: “Nos preocupa profundamente que esto pueda ser el comienzo de una espiral descendente que nos coloque en el territorio de las guerras comerciales de la década de 1930”, aseveró.

El director de la compañía de inversiones estadounidense Franklin Templeton Investments, Stephen Dover, asegura que existe un “paralelismo histórico” con la legislación arancelaria Smoot-Hawley y el empeoramiento de la Gran Depresión. Pero el experto resalta que a diferencia de la década de 1930, “el intento actual de mantener una oferta monetaria estable, impuestos bajos y una reducción de las regulaciones comerciales pueden mitigar los impactos negativos de los aranceles”.

Pero la tesis de Bernaldo de Quirós es bien distinta al respecto de esto. El experto se mantiene más en la tesis de la CCI. El economista también habla de “un escenario parecido al de los años 30” y reitera que “no hay ni un caso en el que se demuestre que una política arancelaria agresiva cree crecimiento, es un total disparate”.

Los aranceles vigentes

De momento, los vaivenes de esta guerra comercial no dibujan un escenario base sobre el que concretar las predicciones económicas. Los aranceles del 25% a México y Canadá entraron en vigor esta misma semana y, 24 horas después, la administración Trump postergó un mes (hasta el 2 de abril) las tarifas de entrada para los automóviles mexicanos y canadienses debido a las presiones del sector y a una conversación que mantuvo Trump con su homóloga mexicana, Claudia Sheinbaum. Pero, en esa misma fecha, entrarían en vigor los aranceles a los productos agrarios, aunque todavía no se sabe la tasa que pagarán a la entrada del país. Los nuevos aranceles del 10% a China sí que se encuentran vigentes y con los del 25% a la Unión Europea todavía no se sabe cómo será su aplicación definitiva. De momento, está previsto, salvo nuevo aviso, que los aranceles del 25% al acero y al aluminio se activen el próximo miércoles, 12 de marzo.

A la vista está que la política arancelaria está generando una enorme incertidumbre y las respuestas de los países no se dejan de suceder. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, puso en marcha un amplio paquete de medidas contraarancelarias para los productos de EEUU. En rueda de prensa, Trudeau dijo que la primera etapa constará de aranceles del 25% sobre bienes de exportadores estadounidenses que tienen un valor aproximado de 30.000 millones de dólares canadienses (unos 20.000 millones de euros).

A menos que el gobierno de Donald Trump decida no seguir adelante con estas medidas punitivas a los productos de su vecino del norte, desde Ottawa aplicarán una segunda ronda de aranceles con la misma tasa para productos por valor de 125.000 millones de dólares canadienses (unos 82.000 millones de euros). El plazo que Trudeau da a Trump para rectificar es de tres semanas y esta lista incluirá artículos como automóviles, camiones, acero y aluminio.

China también respondió de manera contundente a los aranceles del 10% al 20% con contraaranceles del 15% a las importaciones estadounidenses de pollo, trigo, maíz y algodón, y del 10% a las de soja, carne de cerdo, de vacuno y otros productos agrícolas.

Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, dijo en una rueda de prensa el pasado martes que China “luchará hasta el final” si Estados Unidos “insiste en librar una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra”.

Brecha fiscal

La desregulación y las bajadas de impuestos podrían presentar un escenario positivo para el crecimiento si no fuese por el enorme endeudamiento que presenta el país.

La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) ya decía en campaña que la deuda y el déficit se iban a desbocar en la próxima década.

“Calculamos que el plan del presidente Trump elevaría la deuda al 143% del PIB en 2035, lo que representaría un aumento del 18% del PIB”, dicen desde Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés).

Asimismo, según el monitor fiscal del FMI, la deuda de Estados Unidos cerrará este año en el 121% del PIB y seguirá expandiéndose hasta acabar 2029 en el 131,7%. En cuanto al déficit, cerró 2023 en el 7,1% del PIB y las previsiones de la institución multilateral apuntan a que en este ejercicio crecerá hasta el 7,6%, para corregirse levemente hasta el 6% en el año 2029.

Bernaldo de Quirós, al igual que Stephen Dover, es partidario de la desregulación y las bajadas de impuestos. “Es cierto que generan efectos expansivos porque aumenta la competitividad”, pero con un déficit y una deuda tan altos “esto lleva a un aumento la brecha fiscal”.

Los manuales de economía dicen que para que una política fiscal basada en bajadas de impuestos funcione, hay que recortar el gasto para equilibrar las cuentas. Para ello, Donald Trump creó el Departamento de Eficiencia Gubernamental, cuyo administrador principal es su consejero superior, Elon Musk. Pero “no ataca al grueso del gasto público que es la Sanidad”, recuerda Quirós. Por lo que los recortes que hagan nos serán suficientes para atajar esa brecha fiscal.

Fuente: Revista El Economista

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