La crisis energética pone patas arriba el comercio internacional y las balanzas de pago de medio mundo

La fuerte y continuada subida de algunas materias primas clave está teniendo un impacto más que notable en las balanzas de pago de las grandes economías. Países que en las últimas décadas han destacado por presentar grandes superávits comerciales (y por cuenta corriente) han comenzado a arrojar déficits. Mientras que los países que exportan las materias primas que más se han encarecido están disfrutando de superávits comerciales y por cuenta corriente históricos.

Ni el cisne negro más atrevido habría osado vaticinar hace dos años que Japón, Alemania y la Unión Europea fuesen a presentar un saldo negativo en la balanza por cuenta corriente (principalmente importaciones menos exportaciones), más la cuenta de capital, es decir, lo que viene a denominarse en el argot económico como ‘necesidad de financiación’. Es decir, durante un mes, estas tres economías han necesitado financiación exterior, algo insólito en los últimos años. Junto a China, estas tres regiones son las grandes acreedoras del mundo (exportan mucho más de lo que importan y financian al resto del mundo con ese saldo exterior positivo).

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha destacado este extraordinario movimiento en las balanzas de pago en su último informe del sector exterior. El organismo ha publicado incluso un gráfico en el que muestra el drástico cambio de sus propias previsiones antes y después de la guerra de Ucrania, que ha sido el evento que ha terminado de agravar la crisis energética que ya se venía gestando desde 2021 (escasez de petróleo, subidas del precio del gas…).

El petróleo y el gas son materias primas consumidas a nivel global, pero producidas en unos pocos países. Por ello, la fuerte subida del precio de estos combustibles fósiles, junto al de otras materias primas, más la drástica apreciación del dólar (estas materias primas están denominadas en dólares) están disparando el superávit por cuenta corriente de países como Rusia o Arabia Saudí.

En la otra cara de la moneda están los países importadores de materias primas, en su mayor parte economías avanzadas que suelen exportar bienes de alto valor añadido y servicios, cuyos precios no han subido en la misma proporción que las materias primas. Alemania, por ejemplo, ha registrado su primer déficit comercial mensual desde 1991, mientras que Japón se enfrenta a una situación similar.

Varios economistas nipones han realizado un estudio en el que prevén que Japón podría llegar a incurrir en su primer déficit por cuenta corriente anual (en todo el año) en más de 42 años si el petróleo se promediase 130 dólares este año. Este escenario, que ahora parece lejano, deja entrever la magnitud de los cambios que están sufriendo las balanzas de pagos (y el comercio internacional) como producto del encarecimiento de la energía.

“La guerra está impulsando los saldos por cuenta corriente en varios mercados”

El FMI lo explica con datos en su informe: “Se espera que los precios de las materias primas y la guerra en Ucrania impulsen los movimientos en los saldos en cuenta corriente en varios otros mercados emergentes para 2022. Se prevé que los saldos por cuenta corriente en los exportadores de materias primas aumenten en 2022 (por ejemplo, en 12,1 puntos porcentuales del PIB en Arabia Saudí o en 1,9 puntos porcentuales del PIB en Indonesia). El impacto es el contrario para los importadores de materias, con el déficit de cuenta corriente en India, por ejemplo, aumentando en 1,9 puntos porcentuales del PIB. Por otro lado, se prevé que el superávit por cuenta corriente en Rusia aumente en 5 puntos porcentuales del PIB”.

Resulta cuando menos paradójico que quien ha comenzado la guerra (invasión de Rusia a Ucrania) este multiplicando su superávit por cuenta corriente pese a las sanciones. El FMI destaca que la contracción del comercio (muchos países han dejado de exportar a Rusia) y la subida de las materias primas están permitiendo a Rusia obtener unos superávits comerciales y por cuenta corriente históricos.

Como se señalaba anteriormente, todo lo contrario ocurre en los países desarrollados, que tradicionalmente son acreedores netos del mundo. Las economías avanzadas van a sufrir un descenso de sus superávits por cuenta corriente o un incremento de los déficits que ya venían arrastrando algunas de ellas, como es el caso de EEUU o Reino Unido. Una cuasi reconfiguración de las balanzas de pago que, en principio, debería ser temporal.

El FMI proyecta que el superávit en cuenta corriente en las economías avanzadas se reduzca de forma considerable a lo largo de 2022.” En Alemania, la disminución proyectada del superávit es de 1,3 puntos porcentuales del PIB está impulsada por un aumento en el costo de las importaciones de energía y un colapso en las exportaciones a Rusia derivadas de las sanciones relacionadas con la guerra en Ucrania. En Japón, la reducción proyectada del superávit en cuenta corriente en 1 punto porcentual se debe a los mayores costos de la energía. Por otro lado, se proyecta que el déficit de cuenta corriente en los Estados Unidos se mantenga en niveles elevados”.

Cómo afecta a la economía

En principio, un déficit o superávit por cuenta corriente no debería tener grandes implicaciones a nivel económico. Sin embargo, en el largo plazo, un déficit por cuenta corriente continuado, genera vulnerabilidades importantes, puesto que se deteriora la posición internacional (se endeuda ante el exterior) de ese país y la economía se vuelve más vulnerable ante los shocks externos, como le ocurrió a España en 2007-2008. La financiación exterior suele detenerse en seco durante las crisis, generando dolor en las economías que ‘deudoras’.

Por ello, esta situación preocupa, sobre todo en aquellos países que históricamente han presentado una menor tolerancia a los déficits exteriores, como es el caso de Alemania o Japón. Patrick Artus, economista de Natixis, analiza con preocupación este cambio en las balanzas de pagos: “El superávit exterior de la zona euro está desapareciendo ahora por la subida de los precios de los productos importados por la zona, en particular la energía y otras materias primas, en parte también la subida de los precios en dólares de estos productos como por la depreciación del euro”.

El naciente déficit comercial de la zona euro

Según Artus, este fenómeno “está empobreciendo a la zona euro, porque en lugar de acumular activos extranjeros (los superávits por cuenta corriente se invierten en activos externos), estamos pagando parte de nuestros ingresos a los países exportadores de petróleo, gas y otras materias primas”, advierte el experto del banco de inversión francés.

“Estructuralmente, a largo plazo… El efecto sobre el equilibrio económico y financiero mundial depende de cómo los países exportadores de petróleo, gas y materias primas utilicen estos ingresos adicionales (compras de bonos en dólares, o inversiones adicionales, o consumo adicional, etc.) en comparación con el uso que hace la zona euro de sus excedentes (especialmente compras de bonos en moneda extranjera)”, comenta Artus.

Desde principios 2010, la zona del euro, y dentro de la zona del euro especialmente Alemania, ha mantenido un gran superávit externo que se ha ‘prestado’ al resto del mundo, principalmente en forma de compras de bonos. Estos activos han incrementado la riqueza neta de los europeos. Ahora, la situación corre el riesgo de comenzar a revertirse, sobre todo si en encarecimiento de la energía se mantiene en el tiempo y la competitividad de los bienes y servicios producidos en Europa sigue deteriorándose.

“La reciente desaparición del superávit exterior de la zona euro es, por tanto, es un acontecimiento muy importante: Está empobreciendo a la zona euro; en última instancia, conducirá a una depreciación del euro; y cambiará el funcionamiento del sistema financiero internacional si los países exportadores de petróleo y materias primas utilizan sus excedentes de manera diferente a la zona del euro”, sentencia el economista de Natixis.

Fuente: Revista El Economista 

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