¿Hasta dónde llegará el BCE para frenar la inflación? Las subidas de tipos continuarán durante 2023

El mercado pide más subidas de tipos al BCE que las anticipadas por Christine Lagarde y por primera vez anticipa dos nuevos incrementos del 25 puntos básicos en el comienzo de 2023, que se sumaría a las cuatro subidas que ya descuentan los inversores para este año. En mayo del próximo año, los tipos se encontrarán en el 1%, si se cumplen los pronósticos de las permutas financieras.

Pocas veces en la corta historia del BCE, los movimientos a medio plazo están siendo tan telegrafiados. De forma extraordinaria, la presidenta de la institución, Christine Lagarde, anticipó las próximas subidas de tipos para la reunión del próximo 21 de julio y 8 de septiembre, a través de un post en la web del banco central. Una semana antes se habían desatado las especulaciones sobre si la primera alza desde 2011 sería de 50 puntos básicos de golpe.

Solo ha habido dos ocasiones en la que el incremento de los tipos ha sido igual o superior a 50 puntos básicos. La primera fue el 22 de enero de 1999, en su tercera reunión, cuando subió de golpe los tipos de 125 puntos básicos hasta el 4,5%, en el primer mes de estreno del euro en los mercados financieros, y la segunda data del 9 de junio de 2000, cuando el BCE subió los tipos en 50 puntos básicos al 5,25%. El mercado que siempre pide más de los bancos centrales comenzaron a descontar este escenario de un incremento del 0,5% de golpe, introduciendo cuatro subidas de 25 puntos básicos en sus modelos de previsiones.

Las perspectivas automáticas que utilizan los inversores como referencia se basan en los swaps empleados para cubrir sus posiciones ante posibles subidas y bajadas de los tipos de interés. Por primera vez ayer los terminales bursátiles comenzaron a descontar los movimientos para 2023. Y no hay mucha sorpresa. Los tipos seguirán subiendo el año que viene y lo harán con por lo menos dos nuevas subidas de 25 puntos básicos hasta el próximo mes de mayo. En concreto, el mercado concede una probabilidad del 109% para que las tasas se sitúen en el 0,94%, prácticamente, el 1%, niveles de 2011.

Actualmente, el tipo oficial del BCE en las refinanciaciones, se sitúa al 0%, el interés que cobra la institución a los bancos por obtener liquidez, pero con los tipos negativos, la tasa de depósito, el interés que reciben las entidades financieras por dejar capital en las arcas del BCE, se ha convertido en la auténtica referencia, al estar en el -0,5%. Es decir, el BCE cobra dinero por la liquidez de los bancos europeos. El modelo de Overnight Indexed Swap (OIS) anticipa las subidas o bajas otorgando probabilidades a movimientos de 10 puntos básicos en el caso del BCE. Hasta que la institución decidió explorar los tipos negativos, con bajadas del 0,1% en los depósitos, las previsiones oscilaban en 25 puntos básicos.

Por ello es difícil atribuir cuándo será la primera subida de 2023, si en febrero o marzo, antes de mayo del próximo año. Pero, ¿qué pasará más allá de esta fecha? Básicamente, dependerá del comportamiento de la inflación y las expectativas que se generen alrededor de ella.

Los mercados financieros también tienen su propia forma de medir las perspectivas sobre los precios. Miles de millones se mueven en swaps para cubrir inversiones ante las oscilaciones de la inflación. Estos se han disparado desde que comenzó la reapertura de las economías, tras las restricciones impuestas por los gobiernos para controlar el coronavirus, hasta superar el 2%, el objetivo del BCE, en un plazo de cinco años.

La propia naturaleza de los swaps, vinculados a los tipos de interés actuales y futuros, hace que los modelos utilizados por el mercado para anticipar los movimientos de los bancos centrales y evolución de la inflación se pasen de frenada.

El experto en renta fija, Steven Major, de HSBC lo llama sesgo de actualidad y explica que los propios modelos se retroalimentan con los datos del mercado y se combina con la tendencia natural de los inversores a ser reacios al riesgo y evitar desviarse de las opiniones de consenso.

Precisamente esta semana, el analista explicaba a sus clientes que el mercado se estaba equivocando con las previsiones que manejan los modelos para los tipos en EEUU. Hay ejemplos recientes en Europa. En la progresiva rebaja de tipos en territorio negativo, a partir de junio de 2011. El modelo OIS anticipaba cada vez más tipos negativos, incluso llegando por debajo del -0,5%, en plena crisis generada por el coronavirus.

“El mercado no es muy bueno para pronosticar tipos más altos y mucho peor para predecir rendimientos más bajos”, reflexiona Major. “La inflación está siendo más persistente de lo que muchos de nosotros creíamos posible, es la razón principal por la que los rendimientos son mucho más altos de lo que la mayoría de los pronosticadores esperaban hace un año, fuimos demasiado lentos para ajustar nuestras previsiones de tipos al rápido aumento de la inflación, subestimando lo alta y pegajosa que iba a ser. Y ahora puede que la historia se repita a medio plazo”.

“Los modelos a menudo no pueden manejar adecuadamente los cambios significativos en circunstancias como las que hemos estado presenciando durante los últimos años”, comenta Holger Schmieding de Berenberg. Y critica también al propio BCE y sus cuadros de previsiones de inflación. “Durante demasiado tiempo, el BCE se había basado en modelos retrospectivos, es un misterio por qué mantuvo hasta hace muy poco que el principal riesgo a largo plazo que la inflación se mantendría por debajo del 2%, en lugar del modesto rebasamiento sostenido del objetivo que proyectamos para los próximos años”.

La previsión de Berenberg es de tres movimientos del 0,25% en 2023 y dos subidas más en 2024. Es decir, la escalada llegará al 1,75% para frenar la inflación. Quien acertó con la previsión del mercado la semana pasada fue el Banco de España. En su informe anual, destacó que en el actual contexto, resulta adecuada una retirada progresiva del extraordinario estímulo monetario: las expectativas de inflación a horizontes intermedios y en el medio plazo se sitúan en el entorno del 2%, la inflación subyacente está claramente por encima del 2% y existen riesgos de desviación al alza sobre las proyecciones. Y apuntó que el BCE debería acercar los tipos de forma progresiva al 1% en 2023. Dado que el BCE, a diferencia de la Fed de EEUU, apenas enfrenta presiones inflacionarias generadas internamente, es poco probable que el BCE elevar las tasas más allá de neutral, es decir, a un nivel que podría resultar en un crecimiento por debajo de la tendencia, apuntan desde Berenberg.

En el alegato de Lagarde también descartó que la inflación sea un reflejo de una economía sobrecalentada, como resultado de un shock de demanda positivo. Por ello, el BCE deberá estar guiado por la evolución de las perspectivas de inflación a medio plazo. Lagarde ha descartado una posición del BCE por encima del tipo neutral, el punto de equilibrio de una economía para funcionar con pleno empleo y con estabilidad en los precios. “Si vemos que la inflación se estabiliza en un 2% a medio plazo, será apropiada una mayor normalización progresiva de las tasas de interés hacia la tasa neutral, pero el ritmo y la escala general del ajuste no pueden determinarse”, comentaba. “Esto significa que es sensato avanzar paso a paso, observando los efectos sobre la economía y las perspectivas de inflación a medida que aumentan las tasas”, concluyó.

Fuente: Revista El Economista

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