Guillermo Arosemena: La trinidad de un buen gobierno

Para tener éxito, el presidente de un país debe manejar: política, economía y gestión de las instituciones del poder Ejecutivo.

Cuando fue elegido presidente Guillermo Lasso, supe por los diarios que en su plan económico de los próximos cuatro años participaron numerosos jóvenes economistas de la Fundación Ecuador Libre. Por el lado de la política también supe que tenía asesores calificados. ¿Qué sucedió con la gestión en los hospitales y demás instituciones públicas? Pensé que las muchas visitas hechas por el vicepresidente a los establecimientos de salud eran claro mensaje de que se acabaría el desabastecimiento de medicina, que había un plan para ejecutarse inmediatamente. No fue así. Abogados, y economistas no están preparados para desempeñar una gestión óptima en las instituciones que pertenecen al poder Ejecutivo.

La reducción de costos, aumento de eficiencia y mejoramiento de la productividad tiene que ver con la optimización de los procesos. Son los ingenieros industriales, los profesionales capacitados para hacer esos estudios. El presidente Lasso debe conocerlo porque toda empresa importante tiene un departamento de mejoras continuas.

Semanas atrás en una entrevista radial en el programa de Joyce y Giovanni Ginatta tuve oportunidad de analizar en detalle el esfuerzo que debe hacer un gobierno para brindar el mejor servicio a los ciudadanos. La calidad del trabajo del burócrata debe ser superior a la de la empresa privada. Los ciudadanos pagan impuestos y esperan que el Estado les retribuya en óptimos servicios.

El presidente Lasso debe perfeccionar la gestión en las numerosas instituciones bajo su control para brindar la mejor atención posible a los usuarios y no limitarse a los hospitales, estos son prioridades, pero no los únicos con pésimo servicio. Debe hacer lo que se hace en el sector privado: continuamente revisar los procesos en todos los departamentos. También debe trasmitir un sentido de urgencia, de hacer las cosas inmediatamente, pero bien. Finalmente, debe rodearse de profesionales que le digan no cuando está equivocado y despedir a los que siempre le dicen sí.

Fuente: Expreso

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