Francia se ha convertido en los últimos meses en el ‘enfermo’ de Europa, y la prima que mantiene con el eurobono es un buen indicador de los niveles de fiebre que mantiene la segunda economía más grande de la zona euro. El Gobierno no está siendo capaz de arreglar el problema de endeudamiento que tiene el país, y no paran de sucederse los organismos, como agencias de calificación o grandes casas de análisis, que ponen en duda, o que abiertamente reconocen que no se creen el cumplimiento de los objetivos que se ha marcado el país para el año que viene. En pocos meses, el mercado está poniendo al bono francés en niveles que dejan entrever la desconfianza de los inversores, y no sólo por el diferencial que mantiene con el bono alemán: en verano, los eurobonos cotizaban prácticamente en el mismo nivel que el título francés, pero la prima de este último frente a la referencia europea no deja de ampliarse, y acaba de tocar los 0,25 puntos.
A principios de junio, cuando el eurobono cotizaba en el entorno del 3,01% de rentabilidad media a vencimiento, el bono francés de referencia se movía prácticamente en el mismo nivel. Sin embargo, fue entonces, a mediados de junio, cuando el diferencial se empezó a ampliar, un proceso que ha continuado hasta que ahora la prima ha alcanzado los 25 puntos básicos por primera vez en la historia.
En octubre, el gobierno francés trató de tranquilizar a los mercados con varios mensajes que aseguraban que la situación iría mejorando con el paso de los años. La primera comunicación fue el reconocimiento de que están obligados a retrasar el momento en el que conseguirán alcanzar el techo de déficit, en el 3%. El objetivo estaba marcado para el año 2027, pero ahora se ha trasladado hasta 2029, según reconoció el primer ministro Michel Barnier.
El esfuerzo que debe hacer Francia no es pequeño. Después de mantener una previsión de déficit del 6% para este año, y retrasar el objetivo del 3%, que exige la zona euro, hasta 2029, la administración ahora mantiene como objetivo conseguir cerrar el año 2025 con un déficit del 5%, un dato que ha ido aumentando en los últimos meses, ya que en abril el nivel que había en el punto de mira era el 4,1%.
Para ello, Francia depende de un plan de recorte de gasto público de 60.000 millones de euros para 2025, según ha anunciado el propio Barnier en octubre, una cifra orientada a conseguir alcanzar en el nuevo objetivo de déficit. Dos tercios de este recorte tendrá su origen en el adelgazamiento del gasto en ministerios, autoridades locales y la seguridad social, mientras que otros 20.000 millones de euros se conseguirán con incrementos de impuestos “temporales”, a los ciudadanos más ricos y también a las grandes empresas.
Con estos ambiciosos recortes de gasto sobre la mesa, Francia ha anunciado planes de emitir 300.000 millones de euros en el mercado el año que viene, por encima de los 285.000 millones de 2024. Sin embargo, hay analistas, como Société Générale, Danske Bank o Citigroup, que esperan que el país tenga que emitir todavía más, debido a la gran cantidad de deuda que vencerá el año que viene. Lo que es representativo de los problemas que tiene la economía del Estado francés es que la cifra de emisiones ha crecido en casi 100.000 millones de euros para un año, frente a las que llevaban a cabo antes de la pandemia, hace apenas 5 años. Y mientras el resto de Europa ya está en proceso de recortar las emisiones de deuda soberana, Francia está dedicando todos sus esfuerzos a evitar que las emisiones terminen siendo mucho más altas de lo esperado, algo que los mercados financieros están recogiendo, y el bono lo descuenta en su precio y rentabilidad a vencimiento.
Serias dudas sobre los planes del Gobierno
Lo que los mercados están dejando claro en las últimas semanas es que hay dudas razonables sobre estas cifras que han anunciado las autoridades francesas. Moody’s, por ejemplo, las hizo públicas a finales de octubre, cuando recortó la perspectiva del ráting de la deuda francesa, y señaló cómo es “poco probable que el gobierno pueda implementar medidas para sostener mayores aumentos de déficit y un deterioro en la capacidad de pagar sus deudas”. Además, Moody’s recordaba entonces que “el deterioro fiscal que ya hemos visto es mayor de lo que esperábamos”.
La credibilidad del gobierno en cuanto a su capacidad de gestionar una deuda cada vez más insostenible está claramente en duda, y la agencia destaca cómo ahora hay “un contexto político e institucional que no nos lleva a esperar medidas que consigan mejorar el equilibrio presupuestario”. Hay que recordar, por ejemplo, las protestas masivas que se han producido en Francia en los últimos años cuando se han tratado de sacar adelante aumentos de impuestos, o recortes de gasto, y que han impedido al Gobierno llevar a cabo sus planes de ajuste.
Citi confirma que “coincidimos con la preocupación de Moody’s”, y dice abiertamente que “no cree que se vaya a alcanzar el objetivo de déficit del 5% este año. Esperamos el 5,4%, e incluso esta cifra va a exigir un esfuerzo considerable”, y cree que el aviso de Moody’s es un paso previo a un recorte de ráting que llegará en los próximos meses. El siguiente examen que tendrá que pasar la deuda francesa es el 29 de noviembre, cuando S&P revisará la calificación, y también se espera que se produzca, como mínimo, un deterioro en las perspectivas para el ráting.
Los inversores japoneses huyen de Francia hacia Alemania
No sólo grandes casas de análisis o de calificación están poniendo en duda los planes de París con respecto al manejo de la deuda. Los inversores japoneses, grandes tenedores de deuda soberana europea (y del resto del mundo), están dejando claro con sus últimos movimientos que no se fían de que los bonos franceses vayan a tener buen comportamiento en el medio plazo. En septiembre, los japoneses compraron la mayor cantidad de deuda soberana alemana desde 2018: 5.600 millones de dólares en un solo mes.
Al mismo tiempo, los fondos japoneses se desprendieron de bonos franceses por quinto mes consecutivo, la racha más larga que se ha visto desde 2022. Ahora es clave que el Gobierno consiga que sus presupuestos se aprueben en diciembre en el Parlamento, para tratar de contener el incremento de la prima de riesgo francesa frente a la alemana, y a la que mantiene con los eurobonos, cada vez más alta.
Enrique Lluva, director de renta fija en Imantia Capital, explica la importancia de los inversores japoneses para el mercado de renta fija. “El 57% de la deuda francesa está en manos de inversores extranjeros, y buena parte de ellos son japoneses. Han estado comprando Francia pensando que compraban Alemania, y finalmente se han dado cuenta de que no es así, y están revirtiendo el movimiento. Y si la mayor parte de tus tenedores de deuda son extranjeros, si haces una emisión grande, y ya no está ahí el Banco Central Europeo para comprarlo todo, Francia va a necesitar encontrar clientes nuevos. Y eso se hace por precio; no hay otra manera: pagando más”, explica Lluva. Esto no es una buena noticia para las perspectivas de la prima de riesgo francesa a futuro.
Fuente: Revista El Economista