El primer ministro francés, Michel Barnier, anunció este martes ante la Asamblea Nacional un paquete fiscal “de extrema urgencia”. No ha dado mayores detalles del mismo, pero una información publicada por el periódico Le Parisien este martes dice que el Ejecutivo plantea una subida de impuestos a empresas y grandes fortunas, entre otros, con el objetivo de recaudar entre 15.000 y 18.000 millones de euros y así poder sanear las maltrechas cuentas francesas. Además, confirmó ante los diputados que su “deseo” es reducir el déficit del país “al 5% en 2025” y volver por debajo del techo del 3% en 2029″

Desde Bruselas dieron de plazo a los países miembros a reducir sus números rojos hasta 2027antes de activar el mecanismo de control de déficit, en el que los países deben presentar sus medidas fiscales para corregirlo y, si no lo consiguiesen, sería la propia Comisión la que empezaría a exigir medidas.

Barnier se enfrentó, por vez primera, a la Asamblea Nacional (Cámara Baja) como primer ministro en una declaración política general, pero sin moción de confianza al final de su intervención. Este es un ejercicio constitucional que los analistas consideran, en esta ocasión, bastante crucial. La importancia radica en que el Gobierno no cuenta con una base sólida a nivel político: el Gobierno no cuenta con mayorías en la Asamblea y hay varios partidos, incluso los de la órbita presidencial, que han advertido a Michel Barnier las “líneas rojas” que no ha de cruzar en materia presupuestaria si no quieren perder su apoyo. Incluso hasta el punto de amenazar con una moción de censura.

Aunque el propio Barnier tanbién estableció las suyas a la hora de negociar: “Ninguna tolerancia al racismo, al antisemitismo, al comunitarismo; ninguna tolerancia a la violencia contra las mujeres, ataques al secularismo; ningún cuestionamiento, obviamente, del progreso social y ningún cuestionamiento, evidentemente también, del Estado de derecho”, insistió

El gabinete del primer ministro actuó con total secretismo y poco se supo del contenido del discurso de Barnier. “No será un catálogo, sino un panel de grandes prioridades y de algunas medidas disruptivas”, aseguraron fuentes del entorno del jefe de Gobierno a la televisión pública gala France Télévisions.

A pesar de lo poco detallado del discurso, cuentan en Le Parisien que Barnier prevé triplicar la contribución excepcional para los más ricos con la que prevé recaudar 3.000 millones de euros, al mismo tiempo, subirá el tipo impositivo a las grandes empresas que ingresen más de 1.000 millones del 25% al 33%, con lo que pretenden recaudar hasta 8.000 millones. Además, se prevé un aumento de 3.000 millones de euros en el impuesto a la electricidad y otros 3.000 millones adicionales a las empresas energéticas y a las recompras de acciones.

En cambio, el único detalle que dio el primer ministro ante la bancada es que el plan fiscal se votará antes del 31 de diciembre de este mismo año, pero sin especificar nada más. Lo que sí dijo es que quiere “solicitar una participación a grandes empresas que obtengan beneficios importantes” y “una contribución excepcional a los franceses más ricos”.

El ministro de Finanzas, Antonie Armand, dijo en su momento que el plan económico se va a presentar “el próximo 9 de octubre” y que gran parte de las medidas restrictivas van a centrarse “en el recorte del gasto público”, que ha aumentado en 200.000 millones de euros desde 2019 y que en 2024 se incrementó en 16.000 millones, según informó su antecesor, Bruno Le Maire. En términos de ingresos, “Michel Barnier habló de no gravar a los que trabajan. Los jubilados no trabajan, por lo que los más ricos podrían pagar impuestos”, avanzó esta fuente de Bercy (así se conoce al Ministerio de Economía y Finanzas de Francia) a la televisión pública.

“El primer remedio para la deuda es reducir el gasto. En 2025, dos tercios del esfuerzo de recuperación provendrán de eso“, aseveró Barnier. El jefe de Gobierno dijo que quiere “cazar duplicidades, ineficiencias, fraudes, abusos del sistema y alquileres injustificados”. Los franceses deben “obtener valor por sus impuestos”, declaró.

Los diputados de la coalición de izquierdas de La France Insoumise (LFI), donde también está el Partido Socialista, gritaban “la culpa es de Gabriel Attal (exprimer ministro) y Bruno Le Maire (exministro de Finanzas)”, tras estas palabras.

Así, el objetivo de este nuevo Ejefcutivo es centrarse en reformar la industria para hacerla más competitiva. Barnier quiere “amplificar su ambición industrial” y crear “una nueva cuenta de ahorro dedicada a la industria”.

A pesar de todo, dejó claro que su gobierno “no va a hacer milagros” y que el camino a seguir “es muy empinado”. Pero hizo una llamada de agradecimiento a los que quiere trabajar junto a él y “superar estos obstáculos uno por uno”.

Seguirán con las nucleares

Dentro de su discurso, además de la deuda financiera, el jefe del Ejecutivo habló de la deuda ecológica. “Hay una espada de Damocles, igual de formidable: la de la deuda ecológica que dejaremos como legado a nuestros hijos”. Así, avanzó que será la “prioridad” y estará “en el centro de su acción de gobierno”.

“Vamos a actuar sobre la oferta energética, continuando decididamente el desarrollo de la energía nuclear, y en particular de los nuevos reactores, pero también continuando el desarrollo de las energías renovables”, dijo. Una frase que recibió una ovación de la Cámara Baja casi en su conjunto.

Reforma de las pensiones

En sus palabras, sugirió a los interlocutores sociales en “pensar en ajustes razonables y justos” con respecto a la reforma de las pensiones. Esto dijo refiriéndose a la negativa de la ultraderecha y de la izquierda de continuar con la reforma que hizo Emmanuel Macron, a través de la vía directa sin pasar por el Parlamento, del sistema de retiro galo, con el que subieron la edad de jubilación de los 62 a los 64 años.

Esta reforma se hizo basándose en las recomendaciones del Consejo Asesor de Pensiones de Francia en el que decían que, de mantenerse sin cambios, el sistema registraría un déficit anual del 0,8% durante los próximos 10 años.

El discurso remató con anuncios acerca de la sanidad y la seguridad, así como garantías de la reducción de la burocracia en todos los procesos administrativos.

Fuente: Revista El Economista

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