La FIFA ha dado un paso contundente en la lucha contra el racismo en el fútbol al implementar nuevas y severas sanciones en su Código Disciplinario. Estas medidas, anunciadas este jueves, buscan establecer un protocolo más estricto ante conductas discriminatorias, y otorgan mayor poder de acción tanto a los jugadores como a los árbitros.

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Una de las principales novedades es que los jugadores que sufran insultos racistas podrán notificarlo directamente al árbitro, quien tendrá la autoridad para detener el partido de forma inmediata e incluso darlo por finalizado si la situación lo amerita.

Además, la FIFA ha elevado de forma significativa las sanciones económicas: los clubes o asociaciones involucrados en actos de racismo podrían enfrentar multas de hasta 6 millones de dólares, una cifra sin precedentes en este tipo de casos.

Pero las consecuencias no terminan ahí. En casos de reincidencia, las penalizaciones serán aún más severas: los clubes podrán ser obligados a jugar a puertas cerradas, sufrir deducción de puntos, e incluso ser expulsados de competiciones o descendidos de categoría.

Estas nuevas disposiciones forman parte de un esfuerzo más amplio por parte del máximo organismo del fútbol mundial para erradicar cualquier forma de discriminación en el deporte. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, ha reiterado en múltiples ocasiones que “no hay lugar para el racismo en el fútbol” y que las sanciones deben ser ejemplares para lograr un cambio real.

La comunidad futbolística internacional ha reaccionado con una mezcla de apoyo y expectativa ante estas medidas. Se espera que las federaciones nacionales adapten sus reglamentos para alinearse con esta nueva normativa, que entrará en vigor de forma inmediata.

Con estas reformas, la FIFA envía un mensaje claro: la tolerancia cero al racismo ya no es solo una consigna, sino una política respaldada por sanciones reales y contundentes.

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