El llamamiento de Amazon a sus trabajadores para volver a la oficina se ha considerado como la última puntilla al teletrabajo, que parece sufrir un retroceso imparable desde los máximos de la pandemia ante el escepticismo de las grandes compañías. Pero en este contexto, muchas firmas que no pueden competir en salarios con sus rivales de mayor tamaño han visto una oportunidad de ‘cazar’ trabajadores con el anzuelo de poder trabajar desde casa. Especialmente en Europa, aunque en el Viejo Continente los candidatos no lo consideran la clave para decantarse por elegir un trabajo.
Aunque el porcentaje de puestos vacantes por cubrir se ha reducido en los últimos trimestres en el Viejo Continente respecto a los máximos de 2022, los problemas para encontrar trabajadores sigue siendo una enorme preocupación para las empresas de grandes economías como Reino Unido o Alemania, mercados laborales con una tasa de paro muy reducida y, por tanto, con menos mano de obra disponible (aunque también ha afectado a países que se sitúan en las antípodas en términos de desempleo como España).
Una situación que afecta a todos los sectores, desde la construcción o la hostelería, pero también golpea a los perfiles más cualificados en el sector tecnológico, de consultoría o legal. Son estos últimos los más susceptibles al teletrabajo. El hecho de que las empresas europeas cuenten con menor flexibilidad salarial que las estadounidenses por la coyuntura económica y la rigidez del mercado laboral ha abonado la idea en la industria de los recursos humanos de que el teletrabajo puede ser una forma de sumar puntos ante los candidatos.
Lo que explica un fenómeno sorprendente: Europa ofrece más oportunidades para teletrabajar que Estados Unidos, al menos en las vacantes de empleo que publican en Internet. Pero la estrategia falla en un punto clave: este aspecto también despierta menos interés entre los futuros trabajadores.
El matizado peso del teletrabajo en EEUU
Según los datos recopilados por Indeed, el 7% de las empresas estadounidenses ofrecen teletrabajar, ya sea todo el tiempo o de forma más ocasional, el formato conocido como ‘híbrido’. Es un porcentaje similar al de búsquedas de empleo que incluyen esos términos. Es decir, en las consultas que realizan los propios candidatos en esos portales.
Aunque ambas variables han tenido una evolución similar desde la pandemia, aunque en el caso de los candidatos ha sido más intensa: las vacantes publicadas se han multiplicado por 2,9 y las búsquedas por 4. En todo caso, hablamos de porcentajes reducidos para el ‘ruido’ mediático que ha generado el teletrabajo.
De hecho, ambas cifras quedan por debajo de la media del 19% de impacto que alcanzó el teletrabajo entre 2022 y 2023, según un estudio elaborado por la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (BLS) a finales del pasado año, cuando ya se consideraba un hecho la crisis del teletrabajo. Esta quinta parte de los trabajadores estadounidenses coincide con el porcentaje de empleados que Amazon ha convocado de vuelta a sus sedes. Esta discrepancia apunta a que no se considera algo tan relevante a la hora de aceptar el empleo como pudiera pensarse.
Aunque los datos fluctúan enormemente por sectores. Así, según Indeed más de un 30% de las ofertas para puestos de alta cualificación, especialmente para desarrolladores de software (33,4%) y otros puestos tecnológicos, aunque también para otros como abogados (31,1%), ofrecen teletrabajar. También son los que en los que más peso ha ganado el teletrabajo sobre las ofertas publicadas desde la pandemia.
Los porcentajes se desploman para profesiones que no solo exigen la presencialidad (como la construcción o los servicios sanitarios), sino también se asocian con menor responsabilidad, exigencias de formación (y reciben peores salarios). Esto lo confirma la BLS: cuanto más exigente es un puesto, más habitual es que teletrabaje, con tasas que llegan al 37%, algo más de lo que las empresas ofrecen para esos sectores.
Aunque la oficina de estadísticas estadounidense no aclara cuántas de estas personas que efectivamente teletrabajan lo hacen fuera de su horario convencional como horas extra o para resolver incidencias, algo que podría explicar también una parte de las discrepancias entre ofertas y empleo efectivo.
Los datos de Indeed muestran que las decisiones de las grandes empresas no han hecho mella en la oferta y demanda de teletrabajo. Aunque la diferencia entre los puestos que lo incluyen teletrabajo y su mayor peso real en el empleo apunta a que muchos empleadores y candidatos lo dan por amortizado, lo que implica que no es un factor que que marque la diferencia a la hora de aceptar una oferta. Aun así, el porcentaje de los que sí lo hacen es suficientemente elevado para que muchas empresas que no pueden ofrecer las mismas condiciones salariales para atraer trabajadores están aprovechando como ‘cebo’.
Europa da por amortizado el teletrabajo
¿Lo sucedido en Estados Unidos es extrapolable a Europa? Aunque los datos de Indeed no incluyen a España, sí recogen una muestra significativa de las principales economías europeas: Reino Unido, Francia y Alemania, e Irlanda. En estos casos s confirma una estabilidad entre oferta y demanda de teletrabajo, pero con un giro sorprendente en comparación frente a los datos del otro lado del charco.
La tasa general de vacantes que ofrecen teletrabajo es bastante mayor que en Estados Unidos en todas (11% en Alemania, 14% en Francia y Reino Unido). Pero las de candidato que buscan modalidades de empleo en remoto es muchísimo menor: un 3% para Alemania, un 2,5% para Reino Unido e Irlanda y apenas un 0,7% para Francia.
Este desencaja sectorial entre empresas y candidatos responde en buena parte a la forma en la que unas regiones y otras se utilizan los portales de empleo. Mientras en Estados Unidos la variedad sectorial de empresas que recurren a portales de empleo para buscar trabajadores es mayor, en Europa se escoran a puestos denominados de ‘escritorio’ que son los más sujetos al teletrabajo. Por otro lado, mayor variedad de vacantes lleva a que los candidatos estadounidenses confíen más en los portales, aunque los más activos serían, precisamente, los trabajadores de oficina. Otros recurren a bolsas de trabajo o contactos.
En Europa ocurre lo contrario: las empresas que buscan puestos de oficina, y, por tanto, son más susceptibles a la idea del empleo en remoto o híbrido, están sobrerrepresentadas, mientras los trabajadores pertenecen a una franja más amplia. A ello contribuye que, en casos como el de Francia, un gran volumen de esas búsquedas se realiza a través de portales de los servicios públicos de empleo.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el peso efectivo del teletrabajo en el mercado laborar europeo que en el estadounidense. En la Unión Europea los teletrabajadores (sumando completamente remoto o en ‘jornada híbrida’) rozan el 25% del total. En Alemania llegan al 23%, al 24% en Francia y casi el 37% en Irlanda, según los últimos datos de Eurostat, correspondientes a 2023. Esto se debe a un mayor peso algo mayor de los servicios de alto valor añadido en esos países, especialmente en Irlanda (sede europea de varias grandes tecnológicas). En España, el porcentaje se sitúa en el 14%.
Pero esto tiene una derivada ‘negativa’ para las empresas que confían en este anzuelo para contratar: los candidatos dan por amortizado el teletrabajo mucho más que en Estados Unidos, donde el conflicto sobre su mantenimiento ha sido mayor. En parte porque el coste para las grandes compañías es diferente. Simplemente, las diferencias fiscales y salariales de tener la plantilla repartida por diversas regiones es muy diferente en un país con una estructura competencial tan descentralizada como Estados Unidos, que en uno europeo.
La consecuencia es que las empresas europeas no pueden confiar en esta baza para captar profesiones. Aunque lo intenten con intensidad. De hecho, en los sectores en los que más tentadora se supone que resulta esa opción, las ofertas europeas también superan con creces a las estadounidenses en materia de teletrabajo.
El problema para las empresas europeas es que su flexibilidad salarial para competir a la caza de estos talentos, que además protagonizan una elevada rotación laboral por iniciativa propia, es cada vez menor. Acumulan varios años de repunte de la inflación que ahora afectado a sus márgenes, a lo que se suma un enfriamiento de las previsiones para los próximos años en un entorno geopolítico aún marcado por la guerra en Ucrania.
Además, están más sujetos a la negociación colectiva y las regulaciones nacionales y comunitarias. Esta rigidez y salarial, aunque presenta ventajas para empleadores y empleadores, juega en su contra a la hora de cubrir la falta de mano de obra a los sectores más exigentes.
Fuente: Revista El Economista