Estuvimos a una tecla de mandar la muerte cruzada, cuenta el ministro Francisco Jiménez al recordar los días del paro nacional

El paro nacional de junio del 2022 se vivió como una suerte de ‘tsunami’ en Carondelet, dice el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, al recordar las jornadas de movilizaciones convocadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y otros sectores sociales, que confluyeron además con otros dos frentes de desestabilización: la activación del proceso de destitución del presidente Guillermo Lasso en la Asamblea Nacional y el inicio del trámite para una revocatoria de mandato.

Las protestas duraron 18 días, al cabo de los cuales se firmó un acta de paz y se instalaron diez mesas de diálogo para viabilizar igual número de pedidos realizados por los manifestantes. Aquí un resumen del relato de esos días en boca del secretario de Estado y su evaluación de las consecuencias.

“Nosotros vivimos el paro como si viniera un tsunami. Sabíamos que había condiciones complejas en el país, donde una serie de fuerzas políticas que estaban intentando desestabilizar la democracia se mezclaron con otras que tenían reivindicaciones populares legítimas, otras que buscaban pescar a río revuelto, y otras que querían implementar una especie de guerrilla urbana. Había de todo, como cajón de sastre…

El paro nacional de junio del 2022 se vivió como una suerte de ‘tsunami’ en Carondelet, dice el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, al recordar las jornadas de movilizaciones convocadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y otros sectores sociales, que confluyeron además con otros dos frentes de desestabilización: la activación del proceso de destitución del presidente Guillermo Lasso en la Asamblea Nacional y el inicio del trámite para una revocatoria de mandato.

Las protestas duraron 18 días, al cabo de los cuales se firmó un acta de paz y se instalaron diez mesas de diálogo para viabilizar igual número de pedidos realizados por los manifestantes. Aquí un resumen del relato de esos días en boca del secretario de Estado y su evaluación de las consecuencias.

“Nosotros vivimos el paro como si viniera un tsunami. Sabíamos que había condiciones complejas en el país, donde una serie de fuerzas políticas que estaban intentando desestabilizar la democracia se mezclaron con otras que tenían reivindicaciones populares legítimas, otras que buscaban pescar a río revuelto, y otras que querían implementar una especie de guerrilla urbana. Había de todo, como cajón de sastre…

Cientos de personas participan en la Marcha de la Mujer, en apoyo al paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador en el día trece de las manifestaciones antigubernamentales, en Quito (Ecuador). EFE/José Jácome Foto: José Jácome

Los sucesos se engranaron de una forma un poco extraña porque al comienzo parecía que el paro no iba a tener mayor fuerza, pero de repente, de un rato a otro, hubo ciertos detonantes que activaron la presencia multitudinario de gente en las calles, 30.000, 40.000, 50.000 personas en al menos siete u ocho provincias. Algunos dicen que fue la aprehensión del dirigente indígena Leonidas Iza, otros dicen que fueron las agendas que tenían otros grupos sociales en los territorios… Lo cierto es que lo que empezó de manera tenue terminó cogiendo mucha relevancia a partir del tercer día.

Estábamos conscientes de que nos íbamos a enfrentar a una circunstancia difícil que ya había vivido el país en el 2019. Pero teníamos dos cosas claras: que íbamos a evitar por todos los medios un baño de sangre porque no queríamos entrar en un proceso de represión, sino de contención, y que no íbamos a permitir que el Gobierno se arrodille ante nadie como nos pareció que ocurrió en octubre del 2019.

Dentro de esas dos líneas matrices, se estructuró un trabajo que fue liderado con mucha claridad por el presidente de la República: se formó un comité con diez o doce personas que abordábamos los diferentes aspectos del paro (político, social, seguridad, movilización…), que se reunía de forma continua, dos veces al día, haciendo una evaluación de la situación, viendo cómo se movía el asunto… Sabíamos que no iba a ser un tema corto, y que íbamos a estar puestos a prueba al menos dos semanas. ¿Cómo lo supimos? Porque habíamos visto la intensidad, cómo se habían distribuido los actores en el territorio, teníamos información de lo que hacían los movimientos sociales y otros grupos violentos, que estaban activando células por todo el país.

Fuente El Universo

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