Este estratega de JP Morgan asegura que son los elevados tipos de interés los que están avivando la inflación en EEUU

Los elevados tipos de interés están avivando la inflación en EEUU. Es el mundo al revés y la teoría que defiende Jack Manley, estratega de JP Morgan Chase, en contra de la convención económica tradicional: se supone que los elevados costes de los préstamos frenan la economía para evitar que los precios al consumo suban demasiado deprisa.

Durante 2023, la desinflación avanzó con rotundidad en EEUU, con el IPC general cayendo de un 6,4% interanual en enero a un 3,4% en diciembre. Este descenso llegó con unos tipos de interés que se comenzaron a subir en la primavera de 2022 y que se encaramaron hasta el rango 5,25%-5,5% en el que han permanecido desde julio del año pasado. Sin embargo, estos niveles a las que se ha llegado y que se mantienen, junto a una Fed que pide calma a la hora de abordar los recortes de tipos, pueden estar siendo contraproducentes precisamente en la lucha contra la inflación, opina Manley.

El estratega de JP Morgan Chase sostiene que el actual rango de tipos de la Reserva Federal es en realidad inflacionista en este momento y que los precios no se estabilizarán más hasta que el banco central empiece a recortarlos. “Gran parte de lo que está ocurriendo con la inflación hoy en día puede vincularse muy estrechamente con el nivel de los tipos de interés”, ha asegurado Manley al ser entrevistado en Bloomberg TV. “Desmenuzas los datos de inflación y tanto si te fijas en la cifra principal, como si te fijas en la cifra subyacente, como si eliminas la ecuación de los bienes, gran parte tiene que ver con el entorno de los tipos”.

Se trata de un pensamiento bastante radical, que va en contra de muchas ideas económicas. Manley lo justifica en que “no habrá una presión significativa a la baja sobre el coste de la vivienda hasta que la Fed baje los tipos de interés, las hipotecas se sitúen en un nivel más razonable y la oferta se reactive, estando la gente más dispuesta a entrar en ese mercado”.

La idea de Manley es provocadora, pero no es el único que la ha deslizado. John Stoltzfus, analista de Oppenheimer, insinuó la semana pasada la idea de que unos tipos hipotecarios más bajos en EEUU impulsarían a más gente a vender sus casas, lo que daría lugar a una mayor oferta y a unos precios potencialmente más bajos. Si la gente pudiera permitirse comprar casas, no necesitaría alquilar tanto y los alquileres podrían estabilizarse.

Los elevados tipos de interés y la expectativa de que se mantengan (el tan pronunciado higher for longer) ha mantenido elevados los rendimientos del Tesoro de EEUU y, por ende, los tipos hipotecarios, que llegaron a un máximo del 7,8% en octubre del año pasado y continúan por encima del 6%. Esto alimenta la dinámica que describe Manley.

Desde Capital Economics, el estratega Sam Hall sintetiza las razones por las que la oferta es escasa: “En primer lugar, la solidez del mercado laboral, unida a la protección de las hipotecas a tipo fijo a largo plazo frente a la subida de los tipos de interés, significa que ha habido pocas ventas forzosas. En segundo lugar, muchos hogares no están dispuestos a mudarse de casa, ya que corren el riesgo de renunciar a un tipo hipotecario bajo récord por uno mucho más alto. En tercer lugar, creemos que el teletrabajo ha influido”.

Como resultado, extrae Hall, hay un ’empate fatal’ entre los compradores, que ahora tienen menos dinero para gastar, y los vendedores, que no tienen ninguna necesidad apremiante de aceptar menos. “El resultado es que ha habido menos ventas, con una caída total del 35% desde el máximo hasta el mínimo. En cambio, los precios se han mantenido, con una caída más moderada del 3%”, concluye el experto de Capital Economics.

“La bajada de los tipos hipotecarios prevista para este año no será suficiente para cerrar la brecha entre el tipo de interés de los nuevos préstamos y el de todas las hipotecas pendientes, por lo que los vendedores seguirán desanimándose. Por lo tanto, pensamos que los listados de viviendas seguirán siendo bajos y el inventario de viviendas extremadamente ajustado en 2024”, rubrica Thomas Ryan desde la misma casa de análisis.

En su teorización, Manley no solo apunta a la vivienda. También se refiere a la inflación de las primas de seguros de automóviles y otros, en las cuales observa que también hay una vinculación a la subida de los tipos de interés. Los últimos informes de IPC de EEUU, publicados por la Oficina de Estadísticas laborales (BLS), han recogido cifras persistentes de inflación tanto en el alojamiento como en los seguros.

En el caso del alojamiento, la partida ha subido un 0,4% intermensual en diciembre, un 0,6% en enero y un 0,4% en febrero. Dentro de esta categoría, el alquiler de primera residencia ha subido un 0,4%, un 0,4% y un 0,5%. Por su parte, el alquiler equivalente de los propietarios (una discutida y cuestionada medición para los propietarios) ha avanzado también un 0,4%, un 0,6% y un 0,4% respectivamente. Aunque el 0,6% de enero se ha achacado a un polémico cambio de metodología de la BLS, el 0,4% de febrero sigue siendo fuerte y habrá que esperar a próximas lecturas. Asimismo, la categoría de alquileres ‘reales’ muestra mayor fortaleza que los indicadores independientes de empresas privadas sobre el mercado del alquiler. Por el lado de los seguros, las tres últimas lecturas de inflación en los seguros de coches hablan por sí mismas: 1,7% en diciembre, 1,4% en enero y 0,9% en febrero.

El hecho de que el proceso de desinflación se haya quedado estancado en este comienzo de año ha preocupado a los analistas. Aunque desde la Fed, su presidente, Jerome Powell, ha dicho que no hay motivo para preocuparse y que esto se puede deber a factores estacionales, un IPC enquistado en el 3% y una inflación subyacente (ni alimentos ni energía) a la que le cuesta bajar del 4% están creando cierta alarma.

Así lo confirma también la medida alternativa de inflación que suele observar la Fed: el deflactor del consumo personal (PCE) subyacente. Esta métrica registró un avance del 0,26% intermensual en febrero, un poco menos de lo esperado, y la subida de enero se revisó ligeramente al alza, hasta el 0,45%. Aunque la tasa interanual mantuvo su tendencia a la baja, cayendo del 2,9% al 2,8%, la tasa trimestral anualizada subió al 3,5%, mientras que la tasa semestral anualizado subió al 2,9%, desde el 1,9% de diciembre.

Estos titulares no del todo positivos en el frente de la inflación y los poderosos datos macro (qué mejor ejemplo que el nuevamente fuerte informe de empleo en marzo) afianzan el relato de que la Fed tendrá dificultades para recortar los tipos de interés este año. De hecho, las apuestas del mercado ahora mismo valoran dos recortes este año frente a los tres telegrafiados por la propia Fed en sus proyecciones y la comidilla en Wall Street es que el banco central podría no tocarlos durante este año. Asimismo, el que parecía muy afianzado primer recorte de tipos en junio, ha pasado ahora a julio y con dudas crecientes.

En las últimas horas, Austan Goolsbee, de la Fed de Chicago, que se encuentra entre los miembros dovish del FOMC, ha dicho que la Fed debe tener en cuenta cuánto tiempo puede mantener políticas restrictivas sin perjudicar a la economía. Al mismo tiempo, el presidente de la Fed de Minneapolis, Neel Kashkari, que asustó al mercado la semana pasada al hablar de la posibilidad de mantener los tipos sin cambios a lo largo de 2024, ha subrayado en un discurso que la Fed no puede conformarse con una inflación en torno al 3%.

“Las declaraciones ilustran bastante bien el equilibrio en el que se encuentra actualmente la Fed; por un lado, es necesario salvaguardar el aterrizaje suave y, por otro, existen interrogantes sobre un descenso continuado de la inflación en una economía todavía muy resistente con nuevas señales de fortaleza en el mercado laboral”, valora Elisabet Kopelman, analista del banco sueco SEB especializada en EEUU.

Fuente: Revista El Economista

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