La economía mundial va a vivir este 2025 un movimiento histórico. Si hace pocos años cada nuevo sorpasso o noticia de interés llegaba de China, ahora parece ocurrir algo similar con la India. El menor crecimiento económico y demográfico del ‘gigante asiático’ está permitiendo que el otro gigante del continente, la India, goce de más protagonismo. Este país ya tiene la mayor población del mundo con más de 1.400 millones de habitantes y este año se va a convertir en la cuarta economía global. En 2023 logró adelantar en términos de PIB a Reino Unido y ahora va más allá.

Este año 2025 marca un hito en la historia económica mundial: la India (4,3 billones de dólares de PIB) ha superado a Japón (4,2 billones de dólares de PIB) y se ha convertido en la cuarta economía más grande del planeta. Resulta importante aclarar que el tamaño agregado del PIB es solo un indicador que puede ser equivalente a la importancia económica de ese país en el mundo, pero ni mucho menos quiere decir que los indios sean más ricos que los japoneses. Para ello es mejor utilizar el PIB per cápita, donde Japón sigue a años luz de la India.

No obstante, volviendo al PIB agregado, ahora mismo, la economía total de la India tiene ya un peso similar a ‘tres Españas’. En primera posición sigue EEUU, mientras que China es segunda y Alemania ocupa el tercer puesto. El avance de la India, según el análisis del think tank británico CEBR, no es un evento aislado, sino un reflejo del constante ascenso de un país que se proyecta como uno de los motores económicos globales más relevantes. Las proyecciones indican que para 2029, India habrá superado a Alemania, situándose como la tercera mayor economía mundial, y para 2036, su PIB alcanzará los 10 billones de dólares.

India, tradicionalmente calificada como un país de ingresos medio-bajos, está transformando su economía a un paso relativamente acelerado, pasando de un sistema productivo agrario a otro basado en los servicios, parte de ellos sofisticados y de elevado valor añadido. En 2024, se estima que su PIB per cápita ajustado por paridad de poder adquisitivo (PPA) será de 11.112 dólares (el PPA elimina la distorsión que generan los precios entre economías, es decir, se calcula toda la producción de la India con los precios que tendría en EEUU, país que se coge de referencia). Este crecimiento ha sido respaldado por un notable aumento del PIB del 8,2% en el año fiscal 2023/2024, aunque se prevé una moderación al 6,8% en 2024/2025 debido a presiones a corto plazo, como el aumento de la inflación alimentaria.

Puntos positivos para su economía

Otra de las claves de este éxito ha sido la capacidad de India para gestionar la inflación, que se espera alcance un 4,4% en 2024, dentro del rango objetivo del Banco de la Reserva de India (RBI). Según el CEBR, “India ha demostrado una notable resiliencia al controlar la inflación, apoyada en políticas monetarias restrictivas y subsidios específicos del gobierno“. Estas medidas han permitido mantener la estabilidad en un contexto global complicado.

El gobierno de India también ha hecho grandes apuestas en infraestructura, destinando un gasto récord del 3,4% del PIB en 2024/2025 a proyectos críticos como carreteras, ferrocarriles y energía renovable. Sin embargo, los niveles de deuda pública, estimados en un 83,1% del PIB para este año, plantean desafíos importantes, sobre todo para un país que necesita elevados tipos de interés para financiarse y parte de su deuda en dólares, lo que implica el riesgo de tipo de cambio. “La expansión de la base tributaria y las reformas en las finanzas públicas serán esenciales para garantizar la sostenibilidad a largo plazo”, advierte el informe del CEBR.

A pesar de estos avances, el mercado laboral de India enfrenta desafíos estructurales. Aunque los incentivos a la producción en sectores como la electrónica y la energía verde están generando oportunidades, la creación de empleo no ha seguido el ritmo del crecimiento económico. En las zonas rurales, la ralentización de los ingresos agrícolas ha afectado el consumo, mientras que la demanda externa más débil en economías avanzadas ha reducido las exportaciones.

La India es un país un tanto especial. Los elevados aranceles, las leyes laborales arcaicas, el frágil marco político y la incertidumbre regulatoria reducen el atractivo de un territorio desconocido (desconocido para los negocios) para muchas empresas, aseguran los expertos. Otra preocupación es la dificultad para adquirir propiedades donde instalar grandes fábricas sin sobornos ni conflictos. Muy a menudo, las aprobaciones de terrenos y proyectos quedan en el limbo durante meses, mientras que la disponibilidad de energía barata y estable es otro problema. Sea como fuere, la economía de la India está dando un gran salto de la agricultura hacia los servicios sin mirar atrás. Este país no está sufriendo una ‘revolución industrial’, sino que está yendo directamente a una economía muy intensiva en servicios.

Ascenso de la India… descenso de Japón

El ascenso de India contrasta notablemente con la situación de Japón, la economía que ha sido desplazada al quinto puesto. Japón ha sufrido un año complicado, marcado por una débil demanda en mercados clave, problemas en la producción industrial y la presión inflacionaria derivada de la depreciación del yen frente al dólar. Aunque las exportaciones japonesas muestran signos de recuperación, su tasa de crecimiento proyectada del 0,9% anual hasta 2029 no será suficiente para mantener su posición en el ranking global.

Además, Japón enfrenta retos fiscales de gran envergadura. Su deuda pública alcanzará el 251,2% del PIB en 2024, y un cuarto del gasto gubernamental se destina al pago de intereses, lo que limita su capacidad para impulsar el consumo mediante estímulos económicos. En este contexto, el ascenso de India resalta aún más su dinamismo y resiliencia.

Un crecimiento del 6,5% cada año

El CEBR prevé que India crezca a un promedio del 6,5% anual entre 2024 y 2028, afianzando su lugar como una de las economías más vibrantes del mundo. Para 2028, alcanzará la marca de los 5 billones de dólares, y poco después, en 2029, superará a Alemania para convertirse en la tercera economía global. Según el CEBR, “India está en una senda de crecimiento que la posiciona como un líder económico mundial para las próximas décadas”.

Los esfuerzos del gobierno indio por impulsar la energía verde, reducir las barreras a la inversión extranjera y privatizar empresas estatales han mejorado significativamente el clima de inversión. Estas reformas estructurales no solo atraen capital extranjero, sino que también fomentan la innovación y la competitividad en sectores clave.

Un área crucial para el crecimiento futuro de India será su transición hacia un modelo de desarrollo sostenible. La apuesta por la energía renovable, alineada con el objetivo de alcanzar la neutralidad en carbono para 2070, es un ejemplo de cómo el país combina su crecimiento económico con metas ambientales ambiciosas. El éxito de India también depende de su capacidad para abordar los desafíos inmediatos, como la inflación alimentaria y las limitaciones en la creación de empleo, precisamente por el hecho de haberse ‘saltado’ su revolución industrial. Los expertos creen que el país debería tener también un tejido industrial amplio para dar trabajo una vasta población, aunque también hay quien opina que es más sencillo generar mucho empleo con el sector servicios, que habitualmente es más intensivo en factor trabajo.

El ascenso económico de India no solo transforma su narrativa interna, sino que redefine el panorama global. Su trayectoria para convertirse en una economía de 10 billones de dólares para 2036 no solo es un testimonio de su resiliencia, sino también una señal de su papel crucial en el crecimiento mundial. En palabras del CEBR, “la India está cambiando las reglas del juego económico global, marcando el inicio de una nueva era en la que será protagonista indiscutible del desarrollo global”.

Fuente: Revista El Economista

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