El sur de Europa se ha convertido en el motor de crecimiento de la zona euro. Pocos habrían apostado en 2020, en plena pandemia del covid y con medio mundo encerrado en casa, a que los países con una mayor dependencia del turismo y de las actividades relacionadas con el contacto social iban a ser los que liderarían el crecimiento pocos años después. Pero lo que parecía más difícil todavía es que el país con la economía más castigada en los últimos 15 años fuese el que iba a vivir una suerte de milagro económico. En los últimos cuatro años, el PIB per cápita de Grecia se ha disparado con un crecimiento del 10,9%, mientras que el de Alemania, por ejemplo, ha retrocedido un 1,6%. El ‘milagro griego’ tiene una explicación curiosa, relacionada con la población (la demografía importa y mucho) y el mercado laboral, que es la que ha provocado el espectacular crecimiento del PIB per cápita.

No obstante, atendiendo a los fríos datos, el buen hacer de Grecia y el mal desempeño de Alemania ha generado una intensa convergencia entre Grecia y Alemania en los últimos cuatro años, aunque los griegos aún siguen a años luz de los alemanes en renta per cápita. Tomando el PIB per cápita medio de la UE como referencia (índice 100 0 100%), en Grecia este indicador ha avanzado desde el 62% de 2020 hasta el 67% (y subiendo) de 2023, mientras que el de Alemania ha caído desde el 123% de 2020 hasta 115% de 2023. La brecha de este indicador se ha reducido en 13 puntos.

Según un informe publicado por el Banco de España hace una semana en el que se realiza una comparación a nivel europeo, en el segundo trimestre de 2024, el PIB de Grecia había mostrado el mayor dinamismo observado entre los países del euro desde la pandemia: el PIB de Grecia es un 8,5% superior al previo de la pandemia, frente a Portugal e Italia, cuyos niveles de actividad se situaban en el segundo trimestre un 6,8% y un 5,5% por encima de sus niveles previos a la pandemia, respectivamente. El PIB en España, ensalzado de forma constante por informes y analistas, se situó un 5,7% por encima de su nivel previo a la pandemia, mientras que el de Alemania es solo un 0,2% superior.

Esto hablando de PIB agregado, que es lo ‘sencillo’, puesto que un mayor aumento del PIB se puede lograr simplemente agregando factores de producción (por ejemplo, con un crecimiento constante de la población en edad de trabajar). Pero lo espectacular de Grecia es que ha logrado un aumento del PIB per cápita incluso superior al del PIB agregado, algo realmente complicado de lograr en estos tiempos en los que la productividad apenas avanzas. “Si atendemos a la evolución en términos per cápita, se observa un mayor dinamismo que en España por parte de las economías de Grecia, Italia y Portugal a lo largo del período pospandemia (con crecimientos del 10,9%, 6,8% y 3,9%, respectivamente), frente a la mayor atonía del PIB per cápita en Alemania, que experimentó un retroceso del 1,6%”, rezaba el documento del Banco de España. Grecia lidera con creces el avance el PIB per cápita en Europa, con una expansión que roza el 11% respecto a antes de la pandemia.

Según los últimos datos publicados por Eurostat, el PIB per cápita de Grecia ha pasado desde los 16.320 euros hasta los 19.460 euros entre 2020 y 2023 (aún quedaría por contabilizar 2024, donde ha proseguido el milagro). Grecia entró en el covid siendo más ‘pobre’ que la República Checa y ha salido de la crisis (tras años de recuperación) superando el PIB per cápita de los checos y de Portugal.

La propia OCDE publica un informe la semana pasada en la que daba algunas recomendaciones para que las empresas griegas sigan mejorando en términos de productividad y eficiencia, pero también admitía el brillante comportamiento de la economía durante los últimos años: “La economía griega ha resistido bien las crisis recientes y el crecimiento del PIB ha superado al de la zona del euro desde principios de 2021. A medida que los vientos en contra se van aliviando, la economía está resurgiendo con importantes ganancias en competitividad, crecientes inversiones y más exportaciones de alta tecnología, y niveles de desempleo históricamente bajos”, reza el informe.

“Con la ayuda de un crecimiento sólido, la inflación y la consolidación fiscal, los niveles de deuda pública han caído significativamente y Grecia ha recuperado la calificación de grado de inversión de su deuda soberana en 2023. Se espera que el crecimiento del PIB siga superando al de la zona del euro durante los próximos dos años, con un repunte de los ingresos reales y el apoyo de los fondos europeos a la inversión”, sentencian desde la OCDE.

El truco de la demografía

Al tratarse el PIB per cápita de una división (PIB total entre número de habitantes), la reducción del divisor, en este caso (la población), provoca ineludiblemente un cociente (el PIB per cápita) mayor. Aunque una demografía al alza suele tomarse como una señal de crecimiento económico, en el caso de Grecia, las malas cifras y las preocupantes perspectivas han jugado a favor en este cálculo concreto. Eso no quita que el escenario demográfico no preocupe a los expertos.

La población histórica de Grecia ha experimentado un aumento limitado, de 6,2 millones en 1928 a 10,5 en 2021. Además, la tendencia ha sido decreciente en las últimas décadas, acusándose en la época más reciente. Como señala Mathieu Savary, estratega jefe de BCA Research, en un informe publicado hace poco precisamente sobre el buen desempeño reciente de la economía griega, es obligado hablar del ‘agujero’ surgido a raíz de la gran crisis, con casi medio millón de griegos abandonando el país en los años siguientes. Sin embargo, avisa el analista, lo más preocupante es lo que está por venir: “El deterioro de las perspectivas demográficas empezó antes en Grecia que en cualquier otro país desarrollado, incluido Japón, y ahora es más pronunciado. La población total de Grecia alcanzó su máximo en 2005, con 11,2 millones de habitantes, y se prevé que se contraiga un 20% de aquí a 2050″.

Desde el China-CEE Institute de Budapest, el primer think tank chino en Europa, redoblan la voz de alarma: “La crisis demográfica griega es el problema más grave al que se enfrentarán Grecia como Estado y el helenismo como comunidad histórica en las próximas décadas del siglo XXI. Las pautas de comportamiento demográfico en la Grecia contemporánea son desgraciadamente negativas y conducen hasta ahora a un círculo vicioso de baja fecundidad, protección inadecuada del concepto histórico de familia y emigración continua entre las cohortes más jóvenes de la población”.

Lo cierto es que la tasa global de fecundidad de Grecia -número medio de hijos que tiene una mujer a lo largo de su vida- es una de las más bajas del mundo, sólo 1,32, muy por debajo del nivel de reemplazo (2,1 hijos, para que haya sustitución de generaciones). Desde los años 80, los nacimientos se redujeron hasta alcanzar los 100.000 durante los 90 y reducirse aún más en las últimas décadas. Como dato revelador, en 2023 el país registró el número más bajo de nacimientos en 93 años, con solo 72.244 nacimientos. Si continúan los patrones actuales de baja fertilidad y emigración, apunta un trabajo sobre la demografía helena del citado think tank chino, se estima que la población nacional griega se reducirá a 9,6 millones en 2050 y 7,45 millones en 2100.

La dramática situación demográfica de Grecia no ha escapado a la atención de los medios internacionales e incluso de figuras públicas, como el CEO de Tesla y ahora hombre cercano a la Casa Blanca, Elon Musk, quien ha llegado a publicar en X (antes Twitter): “Grecia es una de las docenas de países que experimentan un colapso demográfico debido a las bajas tasas de natalidad”. Aunque esta disminución de la población haya ayudado a mejorar los niveles de riqueza reflejados en el PIB per cápita, las consecuencias negativas del declive demográfico son múltiples.

En el China-CEE Institute ponen el foco en la reducción de la población en edad de trabajar y, por lo tanto, de la tasa de dependencia con implicaciones para la tributación y la armonía intergeneracional: “El aumento constante de la esperanza de vida combinado con bajas tasas de fertilidad inevitablemente seguirá aumentando la tasa de dependencia”. También subrayan como incipientes preocupaciones los altos montos de las pensiones y una mayor demanda de servicios sociales para las personas mayores, como la atención médica. Igualmente, plantean que una sociedad que envejece normalmente se caracterizará por bajos niveles de innovación: “Una población relativamente pequeña en sí misma también contará con menos casos de capital humano diferenciado, con implicaciones negativas para el desarrollo futuro”.

En este escenario, concluyen, las consecuencias negativas se extenderán a la preservación de una fuerza militar confiable, ya que Grecia es uno de los pocos países europeos que dependen del reclutamiento militar obligatorio. Mercado laboral y deuda pública “Grecia ha tenido una recuperación sólida, aunque no espectacular, desde el peor momento de la crisis en 2015. El covid golpeó duramente a la economía, como era de esperar en una economía orientada principalmente al sector servicios, pero desde entonces ha tenido lugar una fuerte recuperación. La caída constante del desempleo, de más del 25% en el punto álgido de la crisis hasta alrededor del 10% en la actualidad, es testimonio de la recuperación constante; de hecho, la escasez de mano de obra es un problema en algunas industrias. La disciplina fiscal ha sido una parte importante de la recuperación bajo sucesivos gobiernos desde 2015 y la confianza empresarial y el sentimiento económico han sido sólidos”, aseguraban en un análisis publicado por la London School of Economics.

La tasa de paro ha pasado desde el 20% del covid a caer por debajo del 10% en los últimos datos públicos, con una tasa de empleo que ya roza los niveles precios a la Gran Recesión de 2008. “Grecia ha cosechado los beneficios de las muchas reformas importantes que ha implementado a lo largo de los años, pero es necesario hacer más para promover la competencia, permitir que más jóvenes y mujeres participen en el mercado laboral y mantener superávits fiscales primarios significativos, preservando al mismo tiempo la inversión”, afirmaba el Secretario General de la OCDE, Mathias Cormann, al presentar el Estudio en Atenas junto con el Primer Ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis, y el Ministro de Finanzas, Kostis Hatzidakis.

“Las perspectivas para Grecia siguen siendo positivas, con desinflación, mejora del crecimiento en los socios comerciales y mayores desembolsos de fondos europeos destinados a respaldar el crecimiento en los próximos años”, explicaba este experto. El desempeño del mercado laboral sigue siendo sólido durante 2024, aseguraba la Comisión Europea en su último informe de ‘vigilancia’ de la economía griega. La tasa de empleo ajustada estacionalmente alcanzó el 54,9% (personas de 15 a 74 años) en el segundo trimestre de 2024, mientras que la tasa de desempleo ajustada estacionalmente descendió al 9,5% en agosto de 2024… mientras que la tasa de vacantes laborales promedió un 2,5%, en línea con el nivel de la zona euro durante la primera mitad de 2024″.

La escasez de mano de obra continua siendo más evidentes en sectores como la construcción, los servicios relacionados con el turismo y en sectores de alta cualificación (actividades profesionales, científicas y técnicas)”, señala el informe que al mismo tiempo avisa de algunos problemas estructurales en la economía griega: “El mercado laboral ajustado, en combinación con una tasa de desempleo persistentemente alta y una baja tasa de actividad, sugiere que los desajustes de habilidades, los desincentivos fiscales y de prestaciones para trabajar —aunque en declive, todavía significativos—, así como la falta de servicios adecuados para el cuidado de niños y mayores, siguen siendo los principales impedimentos para aumentar la oferta laboral”. Pese a todo ello, se prevé que el empleo continúe creciendo, aunque a un ritmo más lento, y que la tasa de desempleo descienda gradualmente hasta situarse en torno al 9% para 2026. Por otro lado, Grecia también ha impresionado a Bruselas y las agencias de calificación con la fuerte reducción de su deuda pública.

La agencia de calificación Fitch destacaba en su informe sobre Grecia publicado a finales de noviembre los puntos fuertes y débiles de la calificación crediticia del país. Entre los aspectos positivos, señala que los niveles de renta per cápita ya están por encima de la mediana de los países con calificación ‘BBB’, mientras que los indicadores de gobernanza están en línea con ese mismo grupo. Además, Grecia cuenta con un marco de políticas creíble respaldado por su pertenencia a la Unión Europea y a la eurozona. Fitch subraya que los ajustes fiscales y macroeconómicos han avanzado rápidamente en los últimos años, gracias a unos fundamentos económicos que mejoran y una mayor credibilidad en las políticas.

Con todo, Fitch prevé que Grecia mantenga una postura fiscal prudente en 2025 y 2026. El país ha alcanzado una posición fiscal sólida tras la pandemia y las crisis energéticas, con un déficit presupuestario estimado en torno al 1% del PIB este año. Aun así, Fitch anticipa que el superávit primario del presupuesto se mantendrá por encima del 2% del PIB al menos hasta 2026. Por ello, Fitch resalta la continua caída de la deuda pública de Grecia, aunque subraya que sigue siendo elevada. “Gracias a una combinación de superávits primarios sostenidos, bajos costes de interés y un crecimiento nominal del PIB cercano al 4%, Fitch proyecta que la deuda podría caer por debajo del 140% del PIB en 2028, frente al 164% estimado para finales de 2023 y al pico del 207% alcanzado en 2020.

Una de las mayores reducciones de deuda

“Grecia ha logrado una de las mayores reducciones de deuda en Europa tras la pandemia”, destaca el informe. Mucho trabajo por hacer Pese a todo, a Grecia aún le queda un largo camino por delante. Siguen existiendo importantes desafíos, según recalca la OCDE: “La productividad laboral se ha estancado en niveles bajos durante la última década. A pesar de los avances recientes, la inversión sigue siendo relativamente baja, en particular en intangibles e I+D. La brecha de productividad entre las pequeñas y las grandes empresas es grande, y muchas de las grandes empresas no logran crecer ni adoptar nuevas tecnologías”.

La competitividad sigue siendo débil en algunas partes de la economía, por lo que es aún más importante que Grecia revise algunas de las regulaciones innecesariamente estrictas en los servicios y alivie las restricciones de entrada en los servicios profesionales. La escasez de los trabajadores con las habilidades requeridas por el mercado se ha incrementado. El fortalecimiento de los aprendizajes y la formación profesional es clave para garantizar una oferta de habilidades que se ajuste mejor a las necesidades de los empleadores. La expansión de las capacidades de cuidado infantil permitiría que más mujeres se incorporen al mercado laboral y apoyaría el crecimiento del empleo, destacaba el informe de la OCDE.

Fuente: Revista El Economista

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