El mar no es solo medio natural. También es economía. Y ambas variables van de la mano. La importancia económica de los océanos va en aumento al mismo tiempo que se multiplican las amenazas sobre los mismos. Desde las más altas instancias internacionales llevan años llamando a conciliar esa mayor interdependencia económica con un mayor cuidado del ámbito oceánico. Si conformaran un país al uso, los océanos tendrían potencial para llegar al cambio de década como sexta economía mundial. Pero si los riesgos latentes se materializan, precisamente por este ingente crecimiento de la actividad económica en torno al mar, el efecto final sería contraproducente. Dada la celebración este sábado del Día Mundial del Agua, numerosos expertos han insistido en la importancia de hacer un uso sostenible de los océanos.

“En 2030, la economía de los océanos tendrá un valor de tres billones de dólares y dará trabajo a 40 millones de personas. Esto debe guiarse por un compromiso con la sostenibilidad”, afirmó hace pocos días Celeste Saulo, secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial en la inauguración de un foro de Naciones Unidas. La cifra que desplegó sobre la mesa emana de un completo informe que elaboró la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) antes de la pandemia en el que explica y cuantifica sesudamente tanto el potencial económico de los mares como los riesgos para los mismos.

El trabajo del organismo mundial introducía a las claras el problema: “La economía oceánica es esencial para el bienestar y la prosperidad futuros de la humanidad. Es una fuente clave de alimentos, energía, minerales, salud, ocio y transporte, de la que dependen cientos de millones de personas. Sin embargo, el panorama de la industria marítima está a punto de experimentar una profunda transición“. Considerada durante mucho tiempo como el ámbito tradicional del transporte marítimo, la pesca y, desde la década de 1960, la explotación de petróleo y gas en alta mar, están surgiendo nuevas actividades que están transformando y diversificando, para bien y para mal, las industrias marítimas.

Esta nueva “economía oceánica”, prosigue el informe de la OCDE se ve impulsada por una combinación de crecimiento demográfico, aumento de los ingresos, disminución de los recursos naturales, respuestas al cambio climático y tecnologías pioneras. Si bien las industrias marítimas tradicionales continúan innovando a un ritmo acelerado, son las industrias oceánicas emergentes las que están atrayendo la mayor atención. Estas industrias incluyen la energía eólica marina, maremotriz y undimotriz; la exploración y producción de petróleo y gas en aguas ultraprofundas y entornos excepcionalmente hostiles; la acuicultura en alta mar; la minería de los fondos marinos; el turismo de cruceros; la vigilancia marítima y la biotecnología marina.

No es poco lo que hay en juego, como demuestra la referida cifra de los tres billones de dólares. Tomando como base el año 2010, la estimación más conservadora de los economistas de la OCDE arrojaba una contribución de 1,5 billones de dólares estadounidenses, o aproximadamente el 2,5% del valor añadido bruto (VAB) mundial ese momento, por parte de la economía oceánica global, medida en términos de la contribución de las industrias oceánicas a la producción económica y el empleo. La industria petrolera y gasística marina representó un tercio del valor añadido total de las industrias oceánicas, seguida del turismo marítimo y costero, los equipos marítimos y los puertos. El empleo directo a tiempo completo en la economía oceánica ascendió a alrededor de 31 millones de puestos de trabajo en 2010. Los principales empleadores fueron la pesca de captura industrial, con más de un tercio del total, y el turismo marítimo y costero, con casi una cuarta parte.

Las métricas recopiladas por el organismo señalaban que esa contribución podría ‘doblarse’ para 2030. “Las proyecciones sugieren que, entre 2010 y 2030, en un escenario de continuidad, la economía oceánica podría más que duplicar su contribución al valor añadido mundial, superando los tres billones de dólares. Esos tres billones situarían a los océanos como sexta economía mundial atendiendo al ranking del think tank británico CEBR de países según tamaño del producto interior bruto (PIB) en 2024. El mar se situaría por detrás de EEUU, China, Alemania, Japón, India y Reino Unido y a la par de Francia.

Aunque este informe de la OCDE es previo al covid, una actualización posterior del organismo en 2022 reconoce que la inercia ha continuado más allá de la brusca interrupción que supuso la pandemia: “Muchas actividades oceánicas, entre ellas las que constituyen el núcleo del sistema mundial de comercio y transporte, se vieron afectadas por las medidas para controlar la propagación de la enfermedad y los efectos económicos asociados fueron importantes. Aunque la actividad económica se ralentizó en general, especialmente en sectores como el turismo, en 2021 se produjo ya un crecimiento renovado e incluso más fuerte de muchas industrias basadas en los océanos, con un impacto cada vez mayor en el medio ambiente oceánico”.

“Se espera un crecimiento especialmente sólido en la acuicultura marina, la energía eólica marina, el procesamiento de pescado y la construcción y reparación naval. Las industrias oceánicas también tienen el potencial de contribuir significativamente al crecimiento del empleo. En 2030, se prevé que empleen aproximadamente 40 millones de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo en el escenario de continuidad. Se espera que el crecimiento más rápido del empleo se produzca en la energía eólica marina, la acuicultura marina, el procesamiento de pescado y las actividades portuarias”, reza el informe.

“El potencial a largo plazo de innovación, creación de empleo y crecimiento económico que ofrecen estos sectores es impresionante. Pero la actividad económica en el océano también se caracteriza por una compleja variedad de riesgos que deben abordarse. Entre ellos, destacan los relacionados con la salud del océano, como la sobreexplotación de los recursos marinos, la contaminación, el aumento de la temperatura y el nivel del mar, la acidificación de los océanos y la pérdida de biodiversidad. El uso insostenible del océano y sus recursos amenaza la base misma de la que dependen gran parte del bienestar y la prosperidad del mundo”, lanza como primera gran advertencia el organismo.

La lista de amenazas concretas es extensa. Por ejemplo, las crecientes concentraciones de poblaciones en la proximidad del mar están destinadas a ejercer una presión cada vez mayor sobre las aguas costeras en particular. El aumento de los ingresos y el envejecimiento de las poblaciones verán una mayor prosperidad y tiempo libre que se combinan para impulsar la expansión del turismo marítimo y costero. También se prevé que la convergencia de ingresos y hábitos alimentarios en las economías en desarrollo, y especialmente en las emergentes, con las del mundo desarrollado genere aumentos sustanciales en la demanda de proteína animal, incluido el pescado, lo que agravará la presión sobre las poblaciones de peces silvestres.

Aunque aún se encuentra en una fase de exploración, el interés por la minería de minerales, y especialmente de metales, en los fondos marinos ha repuntado en los últimos años, pone también en el foco la OCDE, en parte debido a la creciente demanda y los aumentos de precios, pero también a disputas de soberanía en el caso de las conocidas como tierras raras. Dadas las limitaciones de algunos recursos minerales terrestres, la preocupación por la disminución de la calidad de algunos minerales y la posible escasez de algunos metales raros, se espera que el interés en la exploración de los fondos marinos se mantenga a largo plazo.

“El interés comercial es particularmente fuerte en los nódulos polimetálicos y en los sulfuros masivos del fondo marino, que son depósitos minerales ricos en azufre de metales básicos que se precipitan de los fluidos hidrotermales al interactuar con el agua de mar ambiental más fría en los sitios de ventilación hidrotermal. Se estima que existen miles de sistemas de sulfuros submarinos, y que incluso si solo la mitad de ellos fueran geográficamente viables, la producción anual del fondo marino representaría varios miles de millones de toneladas solo de cobre. También se encuentran depósitos de elementos de tierras raras bajo o sobre el fondo marino, al igual que depósitos de hidratos de metano”, explica el informe.

Por otro lado, se prevé que el desplazamiento del centro de gravedad de la actividad económica hacia los países emergentes y en desarrollo aumente considerablemente la participación del comercio “Sur-Sur” en el comercio mundial en las próximas dos décadas, lo que se traducirá en un aumento significativo del transporte marítimo en esas regiones del mundo.

UBS: “El océano es nuestro mayor sumidero de carbono. Absorbe una cuarta parte de las emisiones de carbono y genera la mitad del oxígeno que respiramos

“El océano es nuestro mayor sumidero de carbono. Absorbe una cuarta parte de las emisiones de carbono y genera la mitad del oxígeno que respiramos. Sin embargo, la contaminación, la sobrepesca y el calentamiento global están causando graves daños a los ecosistemas marinos”, exponen los analistas de UBS en una nota para clientes.

“Cada día, el equivalente a 500 contenedores de residuos plásticos se vierten en el Mediterráneo. Y no es un caso aislado. A escala planetaria, los plásticos representan el 85% de total de los residuos que acaban en el mar. La cantidad de residuos plásticos dispersados en las aguas se cifra en cerca de 200 millones de toneladas, lo que podría formar un séptimo continente. La degradación de esta contaminación en microplásticos hace que sea omnipresente y sus consecuencias también afectan a nuestra salud. Según un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), ingerimos casi 5 gramos de plástico a la semana, el equivalente a una tarjeta bancaria”, lamenta en su último comentario Valentin Vigier, analista de ISR de La Financière de l’Échiquier (LFDE).

El informe de la OCDE también dimensiona el problema, al recoger que los trozos de plástico en el océano superan los cinco billones y pesan más de 250.000 toneladas , con la mayor ‘isla’ flotante de basura del mundo en el norte del océano Pacífico. Esta zona contaminada, conocida como ‘la gran mancha de basura del Pacífico’, abarca aproximadamente ocho millones de kilómetros cuadrados (km2).

La contaminación química, con más de 300 sustancias químicas clasificadas como peligrosas para el medio marino, también agrava la presión que ya pesa sobre el medio marino. Algunos contaminantes químicos, como los metales pesados y las sustancias orgánicas persistentes, han estado llegando a los mares durante décadas, en parte debido a que aún se encuentran armas químicas de la Segunda Guerra Mundial en el fondo marino. La contaminación por petróleo representa una amenaza adicional para el medio ambiente marino. Es cierto que los derrames de petróleo suelen ser devastadores por la gravedad de su impacto ambiental, pero solo representan aproximadamente el 12% del petróleo en el mar. El petróleo ingresa principalmente desde fuentes difusas, como fugas durante la extracción de petróleo, operaciones ilegales de limpieza de tanques en el mar o vertidos en los ríos que luego son arrastrados al mar.

La Federación Internacional de Propietarios de Buques Cisterna (ITOPF) estimó que entre 1970 y 2012, se perdieron aproximadamente 5,75 millones de toneladas de petróleo como resultado de incidentes con buques tanque. Aunque el número de derrames de petróleo ha disminuido desde mediados de la década de 1980 pese al notorio auge del comercio marítimo, preocupa la laxa normativa internacional, especialmente en las regiones en desarrollo del mundo, como África o Brasil, en la exploración y el desarrollo en alta mar, cumpliéndose apenas los requisitos ambientales básicos.

Una cuestión de inversión

En medio de estas preocupaciones, cobra absoluta relevancia la búsqueda de soluciones. “La OCDE estima que proteger el 30% del océano para 2030 podría requerir 140.000 millones de dólares en inversiones anuales, pero podría generar hasta cinco veces más beneficios económicos”, señalan los analistas del UBS. Más lejos van los cálculos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que muestran que una inversión de 2,8 billones de dólares en cuatro soluciones sostenibles -protección y restauración de manglares, descarbonización del transporte marítimo internacional, producción sostenible de alimentos oceánicos y energía eólica marina- generaría unos beneficios de 15,5 billones de dólares para 2050. Vigier, de LFDE, remarca que la financiación debe aumentar exponencialmente. El analista denuncia que el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 14 Vida submarina, dedicado a la protección de los ecosistemas marinos, es actualmente el que menos financiación recibe de los 17 ODS de la ONU.

“Entre las áreas clave que priorizamos se encuentran la prevención de la contaminación y la conservación de los océanos. En nuestra opinión, las inversiones en soluciones para el tratamiento de residuos y aguas residuales, productos químicos de última generación y plásticos son cruciales para abordar el 80% de los residuos marinos que son plásticos”, detallan en UBS. Desde el punto de vista del inversor, los estrategas del banco suizo destacan las empresas centradas en la innovación en el diseño de productos y procesos industriales para impulsar la reducción de la contaminación en su origen.

“En nuestra condición de inversores de impacto, estamos convencidos del papel clave de las empresas en el desarrollo de soluciones para preservar nuestros ecosistemas”, incide Vigier, destacando su apoyo a empresas que se posicionan en los primeros eslabones de la cadena y suministran soluciones que permiten prevenir una gestión inadecuada de los desechos.

Una de estas soluciones consiste en actuar sobre la composición de los envases para hacerlos biodegradables, así como en el reciclaje, continúa el estratega. El grupo suizo SIG, que diseña soluciones sostenibles para envases alimentarios (casi 57.000 millones de envases producidos en 2024), es actualmente el único actor del mundo que puede sustituir la lámina de aluminio de sus envases, facilitando así su reciclaje. Este procedimiento reduce la presión de los residuos sobre la biodiversidad, sobre todo la marina. Otro pionero, Tomra Systems, diseña y explota sistemas de recuperación y reciclaje de envases, prosigue el analista de LFDE. “La economía circular se encuentra en el centro del modelo de negocio de esta empresa noruega, que ofrece soluciones para la recogida, clasificación y reciclaje de residuos y minerales o para la industria agroalimentaria”.

Fuente: Revista El Economista

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