Europa se encuentra en un punto de equilibrio muy difícil por culpa de Trump y Putin. Si bien el gran problema que pesaba sobre muchos de estos países está en las preocupaciones por la sostenibilidad fiscal (con su elevado déficit y una alta relación deuda/PIB), ahora todos están obligados a gastar más. EEUU parece cada vez más cerca de retirar su financiación sobre Ucrania, algo que traería la obligación de Europa de cubrirla, al menos parcialmente. Sin embargo, esto es solo una pequeña parte del gran desafío: la necesidad imperiosa de gastar más que nunca para reforzar la defensa del continente. Hay un doble incentivo, la amenaza de Rusia y un Trump exigiendo un mayor esfuerzo de sus aliados en la OTAN.

Esto se ha materializado con el plan de Ursula Von der Leyen anunciado este martes por el cual se movilizarán 800.000 millones de financiación para Defensa. Sin embargo, la gran medida que más puede afectar a los problemas fiscales de algunos países de la región descansa en que el aumento en gasto en Defensa no computará como déficit para los países del grupo.

Las principales agencias de rating llevan tiempo advirtiendo de que esta contradicción (altos déficits como problema y la necesidad de gastar más) es una de sus principales preocupaciones. Lo dejó claro Scope, que advertía que “Los Estados miembros de la OTAN y la UE tendrían que asignar, en promedio, un 0,8% adicional del PIB cada año para hacer frente a un aumento del gasto en defensa del 2% del PIB, que pasaría al objetivo del 3% del PIB actual de la OTAN”.

La agencia comenta que, incluso con unas normas europeas más laxas, este gasto extra “debilitará de forma clara los indicadores fiscales”. La firma explica que hay un país, Alemania, que puede absorber sin grandes problemas este gasto extra que se viene, pero la realidad es que “la carga presupuestaria adicional elevaría significativamente el obstáculo para la consolidación en el caso de varios países”. Destaca el caso de Francia, Bélgica e Italia. Sin embargo, España y Eslovenia directamente pasarían de estar en cifras correctas para cumplir con la norma a tener unos mayores déficits de los permitidos. Si bien esto no abriría un procedimiento interno en la UE y no tendrían problemas para obtener luz verde, sí que llevaría a que tengan problemas con el mercado.

Scope lo expresaba claramente afirmando que “si bien una mayor flexibilidad de la UE reduciría los errores internos y externos, desde un punto de vista de calificación crediticia afectaría a la sostenibilidad de los pagos por intereses”. Un mayor gasto en defensa “conduciría a mayores endeudamientos y a un deterioro de las trayectorias de la deuda respecto del PIB en la mayoría de los países de la UE y, por ende, a perfiles de crédito soberano más débiles, a menos que los gobiernos reduzcan el gasto en otras áreas o aumenten los ingresos”.

Fitch coincidía plenamente con este punto de vista alegando que ven problemas a la vista incluso si se cumple su escenario, un incumplimiento en los objetivos de rearme. “Aunque es poco probable que todos los países europeos alcancen el objetivo del 3%, en opinión de Fitch, un aumento del gasto en defensa de 1 punto porcentual al año es plausible”. Para la agencia esto “probablemente conducirá a mayores déficits fiscales y necesidades de financiación dada la dificultad de realizar recortes de gasto equivalentes ante el envejecimiento, mayores costes de la deuda, exigencia de gasto social y desafíos políticos para aumentar los tributos”.

La agencia además explica que ven otro gran problema a respecto a este gasto militar para la solvencia de la región. Si bien los estímulos pueden poner en riesgo las cuentas de los países, la realidad es que el impacto económico muchas veces puede paliar este hecho o incluso compensar. No ven que este sea el caso. “Un aumento considerable del gasto destinado a las industrias nacionales tendría algún impacto positivo en el crecimiento, pero su alcance es muy incierto, por ejemplo debido a la gran dependencia de equipos militares importados y a las probables limitaciones de capacidad de las empresas de defensa europeas, al menos en el corto plazo”. Señalan, además, que esto se produce en un momento complicado dado que “la incertidumbre económica era ya de por sí elevada debido a la política comercial de Estados Unidos“.

Desde Kiel Institute hablaban de que una inversión de 300.000 millones de euros en defensa puede sumar hasta un 1,5% al PIB europeo. Sin embargo, la empresa señala que esto implica un gran problema, ya que este crecimiento puede diluirse ante la incapacidad de Europa de gastar en su propia industria y tener que comprar fuera de sus fronteras. “En la actualidad el 80% de las compras en defensa vienen de proveedores de fuera de la UE y el impacto en el PIB solo se daría si ocurre gracias a inversiones en los propios países en lugar de compras a Estados Unidos”. ING es realmente pesimista y anticipa que “ese gasto adicional probablemente no le dará a la economía europea el impulso que tanto necesita si la inversión adicional en defensa significa austeridad en otras áreas, en realidad podríamos ver lo opuesto”.

Aunque este problema no es solo de rearmar sus propios ejércitos. Respecto a las ayudas a Ucrania, Europa ya invierte una gran cantidad de recursos en la región. Según los últimos datos de Kiel Institute, “Europa ha superado claramente a Estados Unidos. En total, Europa ha destinado 70.000 millones de euros en ayuda financiera y humanitaria, así como 62.000 millones de euros en ayuda militar, frente a los 64.000 millones de euros de ayuda militar de Estados Unidos, así como 50.000 millones de euros en ayuda financiera y humanitaria”. Sin embargo, la institución reconoce que “como resultado (de la llegada de Trump y su conflicto con Zelenski), se pedirá a los gobiernos europeos que intensifiquen sus esfuerzos y cubran el gran vacío dejado por Estados Unidos”.

En ese sentido ahora la financiación será más difícil dado que una parte de la ayuda militar muy importante vino al principio de “los arsenales existentes”. Según la firma el primer año de la guerra un 90% de esta ayuda vino de estas reservas que ya estaban ahí. Por su parte, en 2023 y 2024 ya bajó al 60%. Ahora, señalan, no puede contar con esta baza de forma clara y deberá gastar más en “la adquisición conjunta de armas para Ucrania”. Esto, sumado a al vacío que puede dejar EEUU, pone a Europa en la necesidad de realizar un mayor esfuerzo.

España: el más expuesto al giro bélico

El caso español es uno de los más llamativos. Si bien este país está experimentando uno de los crecimientos más importantes de Europa y la perspectiva era que fuera reduciendo deuda, la situación puede cambiar al ser unos de los grandes afectados. Antes del mayor gasto en defensa y la situación en Ucrania, Bankinter hablaba de una deuda sobre el PIB bajando hasta el 101% del PIB para 2026 gracias al crecimiento económico. Tan solo el muro de la demografía y el envejecimiento de la población podría cambiar esta tendencia. Sin embargo ahora las agencias tienen más dudas.

“España (A/Estable) afronta el mayor impacto presupuestario, de alrededor del 8,8% de los ingresos del gobierno central”, comentaban los analistas de Scope. En resumen, estaríamos hablando de que el país ibérico tendría que cubrir cerca de 28.500 millones de euros extra. Gracias a esto, el país pasaría de cumplir el objetivo de déficit del 3% sobre el alambre a superar claramente el 4%.

Francia: muy poco margen

Francia ha tenido ya serias alertas por la sostenibilidad fiscal. Si bien Macron quiere aumentar su presupuesto en defensa del 2% del PIB hasta el 3,5%, los actuales presupuestos ya están cargados de polémica. “Francia se encamina hacia difíciles disyuntivas presupuestarias para conciliar el compromiso del gobierno de reducir los déficits presupuestarios y al mismo tiempo aumentar el gasto en defensa”, dijo Scope Ratings.

Francia ya cerró el año con un déficit del 6% del PIB y las previsiones de la Comisión Europea es que este siga alto en el 5,4%. Esto añade presión a una deuda sobre el PIB que está en el 110%. La situación ya era tan tensa que Fitch le rebajó en octubre la calificación a AA- con perspectiva negativa. Esto, sumado al gasto extra, provoca que “se eleven significativamente los obstáculos para la consolidación en el caso de Francia”.

La agencia considera que el país tendrá que renunciar a sus objetivos bélicos. “Existen límites intrínsecos a cuánto puede aumentar aún más el gasto en defensa en el corto plazo”. Es por ello que la firma opina que “creemos que será un proceso más lento que se extenderá durante varios años” y, por lo tanto, el impacto en la solvencia de Francia dependerá de cómo se aplique este mayor gasto. En cualquier caso, tiene claro que este país “verá como se complica su consolidación fiscal y se encamina hacia una momento de disyuntivas muy difíciles para conciliar este déficit con el aumento de defensa, dado que está llamado a ser un país central en la nueva arquitectura bélica de Europa”.

Italia: la gran bomba de deuda

El país mediterráneo ha logrado una gran reducción de su déficit que ha pasado del 7,2% en 2023 al 3,4% en 2024. Sin embargo, esta situación llega con un país al límite, pues se ha convertido en uno de los más endeudados del mundo (138% de deuda sobre el PIB). En ese sentido, Fitch reconocía un camino “positivo” gracias a la reducción del déficit avisando de que este llegaría al 3,2% en 2025 y acabaría al 2,7% en 2026. Esto, sumado a un “crecimiento por encima de la región y un mayor crecimiento potencial”, choca con las nuevas perspectivas de gasto.

Italia tendría que afrontar un gasto extra en defensa de 35.000 millones. Muy lejos del alemán, que lidera con diferencia las necesitaría abordar un gran cambio, Sin embargo, este es muy superior al de Francia (29.000 millones o España, 28.500 millones). Una situación que lo convierte junto con Bélgica y Francia en uno de los países que tendrían más problemas para consolidar fiscalmente sus cuentas.

Alemania, sin riesgo, pero tiene que tirar del carro

En cualquier caso, Europa ha tenido suerte en gran medida en un asunto: el que tiene que cargar con este peso está en realmente buena disposición para el rearme. Este es el caso de Alemania. El país es el segundo más afectado en términos de PIB, pues tendrá un impacto presupuestario de cerca del 7% del PIB, solo por detrás de España. En términos absolutos, Alemania es el mayor con un extra de 40.600 millones que, según calcula Scope, vendrá en una inversión que tendría que ir dándose durante 2025 y 2026.

Sin embargo, a diferencia de sus vecinos, Alemania llega a esta situación con una situación fiscal envidiable. Un 60% de deuda sobre PIB gracias a un largo periodo de déficits prohibidos constitucionalmente por el ‘freno de la deuda’. Esta medida ya ha sido retirada parcialmente y, de hecho, ya no afectará a cualquier inversión militar por encima del 1,5% del PIB.

“Alemania, sin embargo, es uno de los pocos Estados miembros capaces de absorber fiscalmente el shock esperado en el gasto de defensa, junto con los países soberanos que ya cumplen el objetivo ajustado (Grecia, Polonia y los Estados bálticos) y países con espacio fiscal como Portugal”, comenta Scope.

Fuente: Revista El Economista

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