Basándose en los datos, Georgieva reiteró que en el caso de que haya “un escenario adverso pero plausible”, la deuda podría aumentar “20 puntos porcentuales” del PIB por encima del nivel de base.
El problema del alto endeudamiento es que genera un caldo de cultivo poco favorable cuando se mezcla con un crecimiento a mediano plazo “que será mediocre, no muy inferior al de antes de la pandemia, pero lejos de ser suficiente”.
En este sentido, Georgieva fue muy clara: “No será suficiente para erradicar la pobreza mundial, ni para crear la cantidad de empleos que necesitamos, ni para generar los ingresos fiscales que los gobiernos necesitan para pagar las pesadas cargas de deuda, y al mismo tiempo atender las enormes necesidades de inversión, incluida la transición verde”.
La fórmula está escrita. Si a las altas tasas de endeudamiento, se le suma un crecimiento mediocre y los tipos de interés muy elevados, se reduce el espacio fiscal que permite que los Gobiernos puedan invertir.
Por ello, recordó a los gobiernos que es “necesario” consolidar un plan fiscal “creíble”. Reiteró que hay que buscar maneras por las cuales se incrementen los ingresos mientras se hace más eficiente el gasto público. “Al mismo tiempo que las acciones políticas estén bien explicadas para ganarse la confianza de la gente”, apuntó.
“Incluso los partidos políticos tradicionalmente conservadores en materia fiscal están desarrollando una tendencia a endeudarse para gastar. Las reformas fiscales no son fáciles, pero son necesarias y pueden mejorar la inclusión y las oportunidades. Los países han demostrado que es posible hacerlo”.
Fragmentación y comercio mundial
A toda esta combinación hay que añadir que “vivimos en tiempos muy convulsos” en un mundo donde “de más guerras y más inseguridad”. En este sentido, auguró que los gastos en Defensa “es muy posible” que sigan incrementándose, mientras que los presupuestos de ayuda “se queden cada vez más atrás” y no atiendan a las necesidades de los países en desarrollo.
Georgieva mostró su preocupación ante los países que “preocupados por la seguridad nacional” recurren cada vez más a la política industrial y al proteccionismo “creando una restricción comercial tras otra”.
Ante este panorama, la dirigente aseveró que el comercio “no volverá a ser el mismo motor de crecimiento que antes”. Una fractura que recordó que ya advirtió en 2019, por eso lanzó un mensaje claro: “podemos hacerlo mejor”.
“No demos por sentadas las tensiones globales, sino que, más bien, decidamos trabajar para bajar la temperatura geopolítica y atender las tareas que sólo pueden abordarse juntos”, sentenció.
Mejorar la productividad y el mercado de trabajo
En el ámbito de las reformas para alcanzar los objetivos que marca el FMI para consolidar el ‘colchón’ para futuros shocks, está el de “crear mercados de trabajo que trabajen para la gente”, con medidas de apoyo para la incorporación de la mujer al mercado laboral y mejorar las capacidades de los trabajadores y adecuarlas a los tiempos actuales.
Por otro lado, reiteró que es necesario mejorar la productividad. Desde “mejorar la gobernanza y las instituciones, hasta reducir la burocracia”. Además, hizo una mención especial para la Inteligencia Artificial (IA) como motor del crecimiento económico. Un estudio del propio FMI concluye que la IA, si se gestiona bien, tiene el potencial de aumentar hasta en 0,8 puntos porcentuales el crecimiento mundial, “solo con eso, avanzaríamos hacia una senda de crecimiento más alta que en los años anteriores a la pandemia”, recalcó.
Fuente: Revista El Economista