No era un farol solo para asustar a los países y empujarlos a negociar. La tabla de aranceles gigantes para todo el mundo han entrado en vigor a las 6 (hora peninsular) de este miércoles 9 de abril, con la tasa del 104% a los productos provenientes de China a la cabeza. Donald Trump está dispuesto a poner en marcha la mayor subida de impuestos a los ciudadanos estadounidenses en décadas, con el riesgo de bloquear en la práctica el comercio internacional hacia EEUU.

En la rueda de prensa de este martes, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, insistió en que los aranceles iban a entrar en vigor esta madrugada, como estaba previsto. Un jarro de agua fría para gente como Elon Musk o Bill Ackman, CEO del fondo de cobertura Pershing Square, que habían pedido una pausa en los aranceles para negociar una retirada bilateral total de las tasas.

En respuesta, China ha anunciado que reforzará su respuesta hasta el 84% de arancel a las importaciones desde EEUU, subiendo la apuesta e insistiendo en que ellos no serán los primeros en parpadear. La UE, por su parte, ha anunciado tasas en bienes de EEUU por valor de 46.000 millones de euros. Todo eso en una jornada en la que se desploma el petróleo, cae el dólar frente al euro y la rentabilidad de los bonos de EEUU se dispara.

Pero el presidente y su equipo dejan claro que Trump no va a dar marcha atrás, y que su objetivo no es una retirada bilateral de los aranceles para favorecer el libre comercio, sino eliminar los déficits comerciales y recaudar dinero para el Tesoro de EEUU.

Para ello, según aseguró este lunes Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores económicos de la Casa Blanca, solo hay tres opciones: que los países acepten sin más los aranceles; que compren energía y armas a EEUU; o que “envíen cheques directos” a Washington, pagando un tributo a EEUU por “los bienes públicos” que el país “ofrece al mundo”.

Sin ir más lejos, Trump se jactó este martes de que el presidente en funciones de Corea del Sur, país que celebrará elecciones en dos meses, habría ofrecido “compras masivas de Gas Natural Licuado”. Además, quiere que Corea del Sur pague “miles de millones” a EEUU a cambio de la protección militar que le ofrece Washington.

Respecto a Europa, la oferta de la Comisión Europea de retirar casi todos sus aranceles a EEUU, que Musk defendió públicamente, no le parece suficiente. El principal asesor de Trump en comercio, Peter Navarro, al que Musk ha definido como “más tonto que un saco de ladrillos”, ha asegurado en un artículo en el Financial Times que uno de sus objetivos es que la UE retire el IVA, o por lo menos se lo perdone a los productos estadounidenses, para que tengan ventaja a la hora de competir con los productos europeos.

A eso no ayuda la enorme confusión que Trump y su equipo tienen sobre cómo funcionan los aranceles. El presidente lleva décadas insistiendo en el error de creer que los aranceles no los pagan los propios ciudadanos estadounidenses, como ocurre en realidad, sino que cree que los pagan los ciudadanos de los países exportadores. En el mundo real, las tasas se saldarán con enormes subidas de precios que tendrán que pagar los estadounidenses de su bolsillo, pero Trump cree que los aranceles los pagarán todos los países del mundo, que “mandarán enormes cantidades de dinero a EEUU”. Partiendo de esa idea, Trump no tiene ninguna prisa en negociar el fin de estos impuestos, y no tiene ningún interés en retirarlos salvo que esos países le ofrezcan pagar de otro modo todos esos millones que él cree que va a recaudar del extranjero. La mayor guerra comercial del mundo en un siglo está a punto de estallar por completo.

Fuente: Revista El Economista

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