De vuelta a la casilla de salida. La “Gran, Bella Ley” con la que Donald Trump quería profundizar en las rebajas fiscales que ya aprobó en 2017 se ha derrumbado en el primer obstáculo. El Comité de Presupuestos del Congreso ha rechazado el proyecto diseñado por los republicanos, devolviendo el texto a la casilla de salida y aumentando el riesgo de una suspensión de pagos en EEUU. El país entra ahora en una senda incierta, en el que la solución más probable es una negociación bipartidista con los demócratas, justo lo que Trump quería evitar a toda costa.
Cinco diputados del ala más conservadora de los republicanos votaron que no al proyecto, que decayó por 21 votos en contra y 16 a favor. El motivo de su rechazo fue que la rebaja fiscal dispararía el déficit de EEUU, empeorando aún más el problema de deuda del país. Los cinco díscolos exigían rebajas de gasto radicales que compensaran los menores ingresos, pero la dirección del partido no quería asumir el coste político que supondría arrasar la ya débil red de ayuda a los más pobres.
Trump ya se veía venir la derrota. Poco antes de la votación, el presidente publicó un mensaje en su red social Truth, en la que pedía a sus diputados que “dejaran de hacerse los importantes”, “dejaran de hablar y aprobaran el texto”. Pero la presión no ha sido suficiente para convencer a este grupo, que creía que el riesgo de aprobar unas bajadas de impuestos indiscriminadas sin recortes de gasto sería mucho mayor que el de no hacer nada.
El resultado es una derrota en toda regla para los republicanos, que deja el programa económico de Trump en el aire y dispara la incertidumbre. Es posible que los republicanos hagan un nuevo intento para sacar adelante algunas partes del texto de forma unilateral, pero lo más probable es que tengan que negociar con los demócratas para salvar lo que puedan antes de julio. Ese mes es la fecha clave, ya que el Tesoro de EEUU puede quedarse sin fondos para entonces, y tendrán que aprobar una nueva autorización para emitir deuda para entonces, si no quieren acabar en una suspensión de pagos histórica que sacudiría al mercado y dañaría la credibilidad fiscal de EEUU aún más.
Si la opción que escogen es negociar con los demócratas, es probable que se tengan que confirmar con menores bajadas o algunas subidas de impuestos alternativas para compensar. Y sobre la mesa estaría algún mecanismo con el que recordar que Trump no puede negarse a gastar los fondos ordenados por el Congreso, como ha intentado hacer desde su llegada al poder.
Por lo pronto, esta votación acaba de un plumazo con los planes unilaterales del presidente, y reafirma el poder que en EEUU poseen cada uno de los diputados para influir en las leyes de forma casi individual. El control de Trump sobre su partido no es suficiente para aplicar el rodillo sobre todos y cada uno de sus diputados y senadores. Y se reafirma la inercia bipartidista de EEUU, que prácticamente obliga a que todas las leyes tengan el apoyo de al menos algunos congresistas de ambos partidos para salir adelante. El poder de Trump no ha logrado arrasar con todas las instituciones del país todavía.
Fuente: Revista El Economista