El BCE ha telegrafiado este jueves un escenario de estanflación en sus proyecciones macroeconómicas trimestrales, un término (estancamiento + inflación) que ya empieza a aparecer en muchos análisis sobre EEUU dado el peligroso ingrediente para la economía en el que se están convirtiendo las políticas de Donald Trump. En su comunicado con la decisión de política monetaria de marzo –una nueva bajada de tipos de 25 puntos básicos hasta dejar la tasa de depósito en el 2,5%– el banco central ha actualizado a la baja sus previsiones de crecimiento para este año y el que viene y al alza las de inflación para este 2025. Sin embargo, pese al ejercicio de ‘sinceridad’, los analistas avisan: estas proyecciones son ‘papel mojado’ en la medida en la que los acontecimientos de este mundo tan vertiginoso son más rápidos que los minuciosos cálculos del BCE.
Del lado del crecimiento, el personal del BCE estima un avance del PIB de la eurozona del 0,9% para 2025, el 1,2% para 2026 y el 1,3% para 2027 frente a la senda del 1,1% en 2025, 1,4% en 2026 y 1,3% en 2027 dibujada en las previsiones de diciembre. Los analistas coincidían en que el banco central ‘pecaba’ de optimista con ese 1,1% para este año y la cifra se corregiría a la baja en marzo. En efecto, el eurobanco lija de golpe dos décimas tanto en la previsión de este año como el del que viene dados los “desafíos continuos” que enfrenta la economía.
“Las revisiones a la baja para 2025 y 2026 reflejan menores exportaciones y una debilidad persistente en la inversión, en parte originadas por la alta incertidumbre de la política comercial, así como por una incertidumbre política más amplia. El aumento de los ingresos reales y el desvanecimiento gradual de los efectos de las alzas de las tasas anteriores siguen siendo los principales impulsores que sustentan la recuperación esperada de la demanda a lo largo del tiempo”, desarrolla el banco central en su escrito.
En lo tocante a la inflación, el personal prevé ahora una inflación global media en la zona euro del 2,3% en 2025, del 1,9% en 2026 y del 2% en 2027 frente a la senda del 2,1% en 2025, 1,9% en 2026 y 2,1% en 2027 que trazó hace tres meses. “La revisión al alza de la inflación general para 2025 refleja una mayor dinámica de los precios de la energía”, reza el comunicado. Para la inflación subyacente (excluidos la energía y los alimentos), el personal proyecta una media del 2,2% en 2025, del 2% en 2026 y del 1,9% en 2027.
“La mayoría de los indicadores de inflación subyacente sugieren que la inflación se mantendrá en torno al objetivo de mediano plazo del 2% fijado por el Consejo de Gobierno. La inflación doméstica (artículos que se producen principalmente en la zona del euro y no dependen en gran medida de las importaciones) sigue siendo alta, principalmente porque los salarios y los precios en ciertos sectores todavía se están ajustando al aumento inflacionario del pasado con un retraso sustancial. Pero el crecimiento de los salarios se está moderando como se esperaba y las ganancias están amortiguando parcialmente el impacto sobre la inflación”, explica la declaración del BCE.
Queda claro que hay una economía que se muestra débil, con indicadores de crecimiento a la baja y señales de estancamiento, especialmente en las dos mayores economías de la región, Alemania y Francia. El último dato conocido -este mismo jueves- es bastante revelador. Se trata de las ventas minoristas de la eurozona, que en enero acumularon el cuarto mes seguido en negativo y que ya se sitúan un 0,6% por debajo del pico que registraron en septiembre. El consumidor europeo no gasta ante tanta incertidumbre y eso no ayuda a la actividad. “Por ahora, esperamos que la incertidumbre se traduzca en una debilidad del gasto en el primer trimestre, lo que significa que el crecimiento del PIB seguirá siendo muy lento“, valoran desde ING. Datos como este dan pábulo a los pronósticos de los analistas que creen que el BCE recortará sus proyecciones trimestrales de crecimiento.
En el otro lado de la ecuación, hay una inflación que, con baches, eso sí, sigue convergiendo poco a poco hacia el objetivo del 2%. El índice de precios al consumo (IPC) de la eurozona mostró en febrero un relajamiento de una décima hasta el 2,4% interanual con varios aspectos positivos en su interior. El IPC subyacente, que excluye en este caso energía, alimentos, alcohol y tabaco, cayó hasta el 2,6% interanual tras meses atascado en el 2,7%. Esta variable, más pegajosa y más vigilada en los últimos tiempos, se anotaba el dato más bajo desde enero de 2022. Por su parte, los servicios, la partida que más preocupa al BCE por las presiones inflacionarias y su relación con los salarios, se relajó dos décimas hasta el 3,7% en lo que los analistas dan por seguro que es un cambio de dinámica tras meses y meses con esta métrica rondando el 4%, el doble del objetivo.
¿De dónde viene la zozobra? Del otro lado del Atlántico. El mayor temor a la estanflación no es exclusivo de la zona euro, ya que cada vez más voces, como la de Mohamed el-Erian, asesor económico mundial de Allianz, o la de James Knightly, economista jefe de ING, están avisando del aumento del peligro de caer en esta situación en EEUU. Estos avisos se están multiplicando a medida que se confirma la aprobación de aranceles por parte de la administración Trump, y el mismo BCE reconoce en los peligros para el comercio mundial uno de los mayores riesgos que está presionando a la baja las estimaciones de crecimiento en la zona euro.
La realidad es que el mundo se ha vuelto un lugar mucho más hostil y peligroso. El regreso de Trump a la presidencia de EEUU ha traído dos ‘crudas’ realidades para Europa: por un lado, la citada amenaza de aranceles contra los bienes que exporte la Unión Europea al otro lado del Atlántico en el marco de una guerra comercial global; por otro, que Europa tendrá que gastar mucho más en defensa porque Washington ya no va a poner ‘lo que falta’. La mejor prueba de esto se ha visto con el anuncio de la llamada a ser nueva coalición gobernante en Alemania de una pila de inversiones en infraestructura y defensa, rompiendo incluso el famoso ‘freno de la deuda’, lo que ya ha hecho subir los rendimientos de los bonos soberanos germanos y en toda Europa. Por supuesto, la política monetaria no podrá ser ajena a todo esto.
Todo esto hace que las proyecciones macro corran el riesgo de convertirse en ceniza según se publiquen. “Los indicadores macroeconómicos pueden quedar desfasados rápidamente con el actual entorno político, muy acelerado y a veces errático”, avisan desde CaixaBank. Más expeditivo es Carsten Brzeski desde ING: “Una base importante para la decisión de política monetaria de hoy ya estaba desactualizada cuando el Consejo de Gobierno del BCE la discutió: las últimas proyecciones del personal técnico. Debido a que la fecha límite de publicación es hace dos semanas, estas proyecciones no han tenido en cuenta los acontecimientos de los últimos días. Ni el debate sobre el aumento del gasto en defensa ni el anuncio en Alemania de un fondo de infraestructuras de 500.000 millones de euros, además de los cambios previstos en el freno de la deuda, se habrán incluido en las proyecciones”.
Lagarde: “Un aumento del gasto en defensa e infraestructura podría contribuir al crecimiento, pero también podría aumentar la inflación a través de su efecto sobre la demanda agregada”
En la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, Christine Lagarde, presidenta del BCE ha destacado que los primeros dos meses de 2025 vieron una continuación de muchos de los patrones del año pasado: “El sector manufacturero sigue siendo un lastre para el crecimiento, aun cuando los indicadores de las encuestas están mejorando. La elevada incertidumbre, tanto interna como externa, frena la inversión y los desafíos de competitividad pesan sobre las exportaciones. Al mismo tiempo, los servicios son resilientes. Además, el aumento de los ingresos de los hogares y la solidez del mercado laboral están respaldando una recuperación gradual del consumo, aunque la confianza de los consumidores sigue siendo frágil y las tasas de ahorro son elevadas”.
Los riesgos para el crecimiento económico siguen siendo bajistas, ha continuado Lagarde, subrayando que una escalada de las tensiones comerciales reduciría el crecimiento de la zona del euro al frenar las exportaciones y debilitar la economía mundial. Además, ha agregado, “la creciente fricción en el comercio mundial está añadiendo más incertidumbre a las perspectivas de inflación en la zona del euro. Una escalada general de las tensiones comerciales podría hacer que el euro se depreciara y los costos de importación aumentaran, lo que ejercería una presión al alza sobre la inflación”.
En lo que respecta a las tensiones geopolíticas, como la guerra de Rusia contra Ucrania y el conflicto en Oriente Medio, estos acontecimientos “siguen siendo también una importante fuente de incertidumbre”, ha proseguido Lagarde. “El crecimiento podría ser menor si los efectos retardados del ajuste de la política monetaria duran más de lo previsto. Al mismo tiempo, el crecimiento podría ser mayor si las condiciones de financiación más flexibles y la caída de la inflación permiten que el consumo interno y la inversión repunten más rápidamente”.
“Un aumento del gasto en defensa e infraestructura también podría contribuir al crecimiento“, ha reconocido Lagarde en su speech inicial ante las informaciones sobre la mayor inversión de Alemania, ofreciendo después la otra ‘cara de la moneda’: “Un aumento en el gasto en defensa e infraestructura también podría aumentar la inflación a través de su efecto sobre la demanda agregada”.
“Las evasivas de Lagarde en rueda de prensa demuestran simplemente que los acontecimientos de los últimos días habrán desencadenado un debate aún más acalorado entre halcones y palomas sobre si son necesarios o no más recortes de tipos. Si los gobiernos de la eurozona realmente toman el relevo y se avecinan grandes estímulos fiscales, el BCE ya no tendrá que hacer el trabajo pesado de apoyar el crecimiento de la eurozona. En cambio, unas perspectivas de crecimiento más optimistas, respaldadas por la infraestructura alemana y el gasto en defensa europeo, permitirán al BCE detener el actual ciclo de recortes de tipos antes de lo previsto”, cierra Brzeski desde ING.
Fuente: Revista El Economista