El BCE acelera la retirada de estímulos ante la persistencia de la inflación

El Banco Central Europeo (BCE) acelera la retirada de estímulos (podría terminar la compra neta de bonos en junio) y abre la puerta claramente a una subida de los tipos este año ante la persistencia de la inflación y unas expectativas de precios al alza. Por otro lado, el BCE ha dejado el tipo de interés principal de refinanciación en el 0%, la tasa de depósito (donde la banca guarda sus reservas) en el -0,5% y la facilidad marginal de crédito en el 0,25%.

 

El riesgo de estanflación (bajo crecimiento y alta inflación) es elevado y el BCE quiere estar listo para subir los tipos de interés si fuera necesario. Por ello, el BCE podría poner final al programa de compras de bonos APP en junio (una condición necesaria para comenzar a subir tipos), lo que abriría la puerta a una subida de tipos antes de la reunión de diciembre (octubre gana enteros como fecha para subir los tipos).

Nueva hoja de ruta

 

El comunicado del banco central destaca que en base a su evaluación actualizada y teniendo en cuenta el entorno incierto, se ha revisado hoy el cronograma de compras de su APP para los próximos meses. Las compras netas mensuales en el marco de la APP serán de 40.000 millones de euros en abril, 30.000 millones de euros en mayo y 20.000 millones de euros en junio.

El anterior comunicado (reunión de diciembre) cifraba en 40.000 millones las compras durante todo el segundo trimestre (abril, mayo y junio) y en 30.000 millones en el tercer trimestre al completo. Con el nuevo cronograma ni quiera está asegurado que las compras se vayan a mantener a partir del verano.

Las compras están en el aire a partir de junio

La calibración de las compras netas para el tercer trimestre dependerá de los datos. Si los datos entrantes respaldan la expectativa de que las perspectivas de inflación a medio plazo no se debilitarán, incluso después del final de nuestras compras netas de activos, el Consejo de Gobierno concluirá las compras netas tres meses antes de lo previsto en febrero.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha destacado en rueda de prensa que la incertidumbre es máxima y por ello la flexibilidad debe ser extraordinaria: “La invasión rusa de Ucrania es un punto de inflexión para Europa. El Consejo de Gobierno expresa su pleno apoyo al pueblo de Ucrania”.

El banco central también ha asegurado que garantizará unas condiciones de liquidez fluidas e implementará las sanciones decididas por la Unión Europea y los gobiernos europeos. Y, por supuesto, el Consejo Gobierno tomará las medidas necesarias para cumplir el mandato del BCE de buscar la estabilidad de precios y salvaguardar la estabilidad financiera, según revela el comunicado.

La presidenta del BCE también ha querido remarcar que la guerra en Ucrania tendrá un impacto a la baja sobre el crecimiento y al alza sobre la inflación, con especial presión para los precios de algunas materias primas y los alimentos, que se enfrentan también al encarecimiento de los fertilizantes y a diversos problemas climáticos.

El doble impacto de la guerra

Este conflicto genera un doble efecto sobre la economía que pone al banco central en una situación más compleja todavía: por un lado tiene el potencial de incrementar la inflación, pero por otro supondrá también un lastre para la economía, lo que acerca a la Eurozona a la temida estanflación, también conocida como la peor pesadilla de un banco central.

El equipo de economistas del banco central ha reducido la previsión de crecimiento a la par que han ‘disparado’ la de inflación para este 2022 en las nuevas proyecciones macroeconómicas. Pese a esta rebaja del crecimiento, el BCE ha puesto el foco en la inflación, su único mandato sobre el papel, lo que ha llevado a la institución a lanzar un mensaje hawkish (menos estímulos y subidas de tipos a la vista).

Los analistas de TD Securities confiesan que esto es “el giro agresivo que esperábamos del BCE hoy, con un anuncio de que el programa APP terminará relativamente rápido. Esto es mucho más agresivo de lo que muchos suponían; de hecho, hace eco de las expectativas generales antes de la guerra en Ucrania y sugiere que, a pesar del impacto potencialmente severo en el crecimiento de la zona del euro en los próximos meses, los riesgos al alza para la inflación aún dominan”.

Gilles Möec, economista de Axa, recuerda que las herramientas del BCE son limitadas y el contexto tampoco ayuda, dada la elevada inflación en la zona euro (5,8% interanual en febrero). “Una gran diferencia con la pandemia es que el BCE no está en la misma situación para ayudar a los gobiernos a financiar un nuevo aumento de la deuda pública. Esta vez, la inflación es la primera manifestación de la crisis en el ámbito económico, no un efecto retardado”, asegura el experto de Axa.

Fuente: Revista El Economista 

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