El banco central de China se queda sin munición mientras las exportaciones se frenan

El Banco Popular de China (PBoC) se acerca a una fase peligrosamente parecida a la que atravesaron algunos bancos centrales de Occidente en los últimos años. Su ralentización económica es cada vez más preocupante, pero las herramientas habituales para evitar su caída no están funcionando como se esperaba y le quedan pocas opciones que activar para dinamizar la economía.

En los últimos meses, el PBoC ha subsidiado préstamos, ha favorecido que hubiera más masa monetaria en circulación al recortar los requisitos de reserva de los bancos y ha mejorado las condiciones para pedir créditos y refinanciar deuda. También ha permitido al sistema bancario que bajase el tipo mínimo de las hipotecas para los compradores de una primera vivienda, y se instó a los promotores inmobiliarios a ofrecer créditos a tasas razonables. Además, ha bajado los tipos de interés a un año del 3,25% al 2,75% en los últimos 12 meses.

Todo ello para reavivar una economía que, por primera vez en décadas, no será capaz de batir a otros países de la zona, según auguró hace unos días el Banco Asiático de Desarrollo. Aunque a inicios del año el Gobierno previó un crecimiento del 5,5% para este 2022, las cifras no apuntan en ese sentido: durante el primer trimestre, el PIB chino creció un 4,8% interanual, pero la cifra cayó hasta el 0,4% en el segundo trimestre.

Los principales sectores económicos del país no atraviesan por su mejor momento. El inmobiliario llegó a suponer el 30% de su PIB y ahora las promotoras pelean cada vez más por vender las viviendas a pesar de las facilidades dadas por el PBoC en los últimos meses. Entretanto, la industria se ha visto impactada por la política gubernamental de ‘cero Covid’ y por olas de calor durante el verano que han ocasionado apagones en el sistema eléctrico. Como consecuencia, el PMI manufacturero se anota contracciones en cinco de los últimos seis meses.

Tampoco las condiciones internacionales ayudan. La inflación desbocada en la mayoría de Occidente y la consecuente subida de tipos de interés por parte de la mayoría de los bancos centrales de las grandes naciones ha derivado en una caída del consumo que, entre otras consecuencias, ha frenado las exportaciones de China, uno de los motores de su economía.

Así, según los datos del mes de agosto, el crecimiento interanual de las exportaciones se limitó a un 7,1%, seis puntos menos que lo esperado por los analistas de UBS y muy por debajo del 18% registrado en julio. El frenazo es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que agosto supone el arranque de la temporada de envíos de productos relacionados con la fiesta de Halloween y de la temporada navideña.

Por otra parte, el fortalecimiento del dólar en los últimos meses está incrementando los costes de las importaciones en el país, aunque aún siguen aumentando en el cómputo interanual, con un 0,3% en agosto. Aunque cabe destacar que el volumen de productos recibidos en China por vía marítima en el primer semestre del año se redujo un 11,6% con respecto al mismo periodo del año anterior, según datos de la consultora Seabury Capital.

De esta forma, el balance comercial en el mes de agosto se limitó a 79.400 millones de dólares, muy por debajo de los 92.700 millones esperados por el mercado.

Fuente: Revista El Economista

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