Todos parecen coincidir en que las medidas que está imponiendo Donald Trump traerán una suerte de gran desaceleración económica en EEUU. Los aranceles, la incertidumbre comercial y otras medidas están haciendo caer a ritmo acelerado la confianza del consumidor y las perspectivas de gasto, dos factores que habían sido fundamentales para entender la fortaleza económica del país. Hay quienes hablan incluso de una recesión. Sin embargo, si bien los mercados se ilusionaron con las bajadas de impuestos de Trump, hay otra medida que podría reactivar la economía y contrarrestar todos estos problemas: la desregulación bancaria.

El pasado martes Donald Trump nominó oficialmente a la gobernadora de la Reserva Federal, Michelle Bowman como la autoridad que supervisará a la banca dentro de la institución monetaria. Tras el colapso de Silicon Valley Bank y el primer mandato del republicano, se había impuesto un criterio de cautela para el sector exigiendo unos mayores colchones de liquidez a las entidades para evitar situaciones de pánico y futuras crisis. Trump, que siempre se ha mostrado en contra de este camino para la banca, ha elegido a una aliada.

Durante la era de su predecesor, Michael Barr, Bowman votó en contra y expresó sus preocupaciones por los requisitos de capital más estrictos. Según la economista los problemas en los mercados financieros se debieron más a fallos graves en la supervisión que en la falta de colchones de liquidez. En ese sentido considera que un aumento en los mismos “podría dañar significativamente la economía” y sin ser realmente determinante para evitar estas crisis.

Los bancos, en ese sentido, recibieron con algarabía a su nueva supervisora. “Me entusiasma ver a Bowman siendo la elegida”, declaró el director ejecutivo de Goldman Sachs, David Solomon, en una entrevista con Fox News la semana pasada. “Creo que la industria estaría entusiasmada“. Por su parte, Rob Nichols, de la patronal de la industria, comentaba que su entrada en el cargo supone un punto de inflexión clave dado que “ha sido una reguladora sensata que comprende la importancia de la banca en la economía”.

Había una situación de máxima presión en el seno de la Fed debido a la implantación de Basilea III Endgame, la tercera y definitiva etapa de los pactos del sistema financiero a nivel global surgidos tras la crisis de 2008. Esta regulación entra en vigor a mediados de 2025 y en Europa se irá aplicando de forma gradual. Sin embargo en EEUU ha sido una gran fuente de polémica desde hace algún tiempo. En principio se suprimió totalmente la propuesta de un 20% de requisitos de capital y se limitó al 9%. Por su parte, los controles más estrictos se aplicarían a todas las firmas cuyos activos estuvieran valorados en 100.000 millones de dólares cuando antes era 255.000 millones.

Michel Bowman, nueva supervisora bancaria de la Fed (Bloomberg)

Felipe Sánchez Coll, catedrático de economía aplicada y profesor de EDEM, explica en declaraciones a elEconomista.es que esto fue clave para la crisis de Silicon Valley Bank. El banco regional se encontraba en el límite de escrutinio y por lo tanto evitó que sus activos tuvieran que ser supervisados diariamente. “En consecuencia empezó a acumular pérdidas por la caída del precio de los bonos en su balance (derivada de la agresiva subida de tipos de interés en EEUU) que no fueron detectadas y cuando el agujero ya era demasiado grandes, tuvo que buscar liquidez, desatando el pánico y provocando una fuga de depósitos que acabó con su caída”.

Trump mostró en todo momento un rechazo frontal a Basilea pero no reveló sus cartas claramente. Desde BNP señalaban que lo más probable es una flexibilización “tal y como sucedió en 2018, cuando relajó partes de la Ley Dodd-Frank de 2010“. En resumen, “el ámbito de aplicación de los requisitos de capital y liquidez de Basilea se limitó considerablemente y el marco de supervisión se aligeró. Esta flexibilización contribuyó en la primavera de 2023 a las dificultades que encontraron algunos bancos regionales estadounidenses”. Con Bowman, gran crítica de los colchones de liquidez actuales, este camino parece tomado.

Así afectará a la economía

Pese a los riesgos que pueda traer una desregulación bancaria, pocos dudan del impacto positivo que puede generar en el corto plazo en el PIB. El Economic Policy Innovation Center habla abiertamente de que solo con no aplicar las nuevas regulaciones “el PIB de EEUU debería aumentar un 1,8%”. Desde la propia Casa Blanca publicaban un informe en 2018 relativa a su primer mandato habla de un impacto anual del 0,8% si se recortan los colchones de liquidez.

PwC habla de tres escenarios para la economía de EEUU. En el neutral estamos hablando de un impacto de 36 puntos básicos al PIB al año frente a los 56 puntos del escenario negativo. Si todo saliese perfectamente tan solo restaría 17 puntos básicos al crecimiento. Sin embargo la firma explicaba que “bancos estadounidenses operan actualmente con niveles óptimos de capital o cerca de ellos. Por consiguiente, los efectos negativos en el crecimiento del PIB probablemente no se verían compensados por las ganancias a largo plazo que se obtendrían al reducir la probabilidad de una crisis financiera, como presupone la normativa propuesta”.

Pero, ¿qué hay detrás de esta lógica? Sánchez Coll explica que “con unos requisitos de capital más relajados los bancos tienen más dinero para dar crédito y eso se suma directamente al PIB”. Además, el experto sugiere que “esta inyección en la economía genera un efecto multiplicador que hace que sea muy plausible pensar en un impulso de medio punto al crecimiento”. Sin embargo, el catedrático sugiere que este efecto multiplicador puede verse seriamente limitado por la incertidumbre que está creando el resto de sus medidas. “Si las empresas postergan su decisión de invertir por el clima general esto limita el impacto que puede generar un mayor crédito disponible”.

Desde Morgan Stanley por su parte señalan que “el impacto de una regulación más estricta va más allá de los bancos. Por ejemplo, los bancos que experimentaron mayores pérdidas de valor de mercado en sus valores en 2022 otorgaron menos crédito a las empresas que buscaban financiación, según un estudio reciente de la Reserva Federal de San Francisco. Esto ocurrió cuando las normas sobre pérdidas de valor de mercado solo se aplicaban a los bancos más grandes. Si los bancos más pequeños están sujetos a los mismos requisitos, podrían tener menos capital disponible para préstamos”.

En cualquier caso agilizar el crédito puede ser especialmente clave en el momento actual donde algunos expertos están advirtiendo de que puede ser unos de los grandes problemas que nadie está detectando y que protagonicen una abrupta caída de la economía norteamericana. John Plassard, analista de Mirabaud explica “el acceso a crédito es cada vez más difícil y es algo especialmente preocupante”. El experto comenta los últimos datos de la Reserva Federal de Nueva York comenta que esto ha generado “unos rechazos récord por parte de la banca y, en consecuencia que al mismo tiempo, sólo el 62,7% de los hogares declaró poder hacer frente a un gasto inesperado de 2.000 dólares, un mínimo histórico que refleja la creciente presión financiera”.

Sin embargo, quitar o reducir los colchones de liquidez es algo tiene sus riesgos. Según el último estudio de la Fed de Nueva York, una aumento de 100 puntos básicos en los requisitos de capital bancario “reduce un 10% las probabilidades de una recesión en el horizonte temporal a 12 meses y puede realizarse sin un impacto clave en el PIB”.

Europa puede ser el gran perdedor

En cualquier caso Sánchez Coll dice que es pronto para hablar dado que Trump “no es consistente” en sus políticas y más de una vez ha sorprendido al mercado. Señala por ejemplo como criticó durante la emisión de bonos del tesoro de EEUU alegando que suponía un “recorte de interés en la sombra” a costa de endeudar más a EEUU para posteriormente mantener la política de emisión de Biden. Sin embargo, ve clara una desregulación al estilo de la de 2017 en el corto plazo.

Para Europa la situación se volvería complicada pues generaría un destiempo regulatorio entre ambos mercados donde la competitividad de una banca europea que sí tiene que cumplir unas normas más estrictas quedaría tocada. Desde Commerzbank definen esto como uno de los mayores riesgos para el sector en Europa “pues de concretarse acabará repercutiendo claramente en las ganancias de los bancos”.

“La banca europea tendría que competir en desventaja contra la norteamericana”

Cabe destacar que actualmente Europa se enfrenta a un aumento de hasta el 14,7% en los requisitos de capital. Por un lado, los bancos del viejo continente tienen una profunda revisión de los RWA, es decir, de los activos ponderados por riesgo. Este es el mecanismo para calcular la cantidad mínima de capital que un banco debe mantener en relación con el perfil de riesgo de sus actividades crediticias.

Sánchez Coll explica que la UE podría tomar medidas compensatorias que mejoren la competitividad de la banca europea sin necesidad de alterar su rumbo normativo. En ese sentido destaca que el camino serían medidas que vayan en favor de la unión de capitales. “Un ejemplo son los depósitos, hay 11,6 billones que están parados en dinero ocioso, si eres un banco europeo no puedes sacar esos depósitos de tu país para usarlos en otros mercados, ese dinero podría valer como crédito en otras economías de la zona euro”. En resumen “la banca de EEUU tiene la gran ventaja de poder mover libremente su dinero por un mercado que es casi un continente de más de 300 millones de habitantes, Europa podría ser lo mismo”.

Sin embargo, más allá del sector bancario, EEUU se juega su futuro con las medidas de Donald Trump. De momento el péndulo se ha inclinado hacia el pesimismo con alertas como el PIB de Atlanta indicando un contracción del 2,7% para este mismo trimestre (aunque es buena medida esto está alterado por las compras masivas de oro de los inversores). Sin embargo la Casa Blanca podría tener varias cartas ganadoras que cambien la realidad de un momento a otro. Todo depende del camino y los tiempos de Trump que, como siempre, traen pocas certezas.

Fuente: Revista El Economista 

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