Trump ha declarado la ‘guerra’ al petróleo ruso con una de sus nuevas armas comerciales, denominada como ‘arancel secundario’. Ante la falta de avances para una paz en Ucrania el republicano ha decidido dar un paso más al margen de las sanciones que llevan desde la era Biden intentando tumbar el gran músculo económico del país euro-asiático, el petróleo. Esta nueva fase pasa por aranceles a los países que compren crudo ruso en un esfuerzo por aislar al máximo posible al Kremlin. Sin embargo, por el camino hay otros países que se convertirán en los grandes perdedores de este movimiento, poniéndose en el foco del fuego arancelario. Algunos ya están acostumbrados, pero otros se encuentran ante un verdadero punto de inflexión que puede marcar la evolución económica de estas naciones y casi del comercio global.

“Si Rusia y yo no logramos llegar a un acuerdo para detener el derramamiento de sangre en Ucrania, y si creo que fue culpa de Rusia… voy a imponer aranceles secundarios al petróleo, a todo el petróleo que salga de Rusia“, asegura Trump. De cumplirse esta amenaza, el impacto sobre el comercio global puede ser notable, dada la importancia de los flujos de mercancías chinas hacia EEUU, por ejemplo. Esta vez, el mandatario EEUU ha asegurado que pondrá aranceles a todo el petróleo que salga de Rusia. Muchos se preguntarán cómo puede hacer Donad Trump algo así. Por mucho poder que tenga EEUU, gravar con aranceles productos que salen de otros países y van a parar a un tercer país parece imposible. Pues bien, aquí entran en juego los ‘aranceles secundarios’, una nueva arma comercial innovadora y potencialmente disruptiva.

Los llamados ‘aranceles secundarios’ que propone Donald Trump funcionan como una herramienta de presión económica indirecta: no se aplican directamente al país sancionado (como Venezuela o Rusia), sino a terceros países que comercian con él, en este caso comprando su petróleo o gas. Técnicamente, esto significa que si un país —como China, India o España— sigue comprando crudo a Venezuela o Rusia, Estados Unidos le obligará a pagar entre el 25% y el 50% del valor de esas compras de crudo ruso en aranceles a otros productos que sí comercie con EEUU. Esta medida busca disuadir a los socios comerciales del país sancionado, castigando su economía por continuar esas relaciones. Es un mecanismo de coerción más agresivo que las sanciones tradicionales porque internacionaliza el castigo, forzando a los aliados y socios globales a elegir entre mantener sus lazos con Washington o con el país sancionado. Económicamente, estos aranceles encarecen las exportaciones hacia EEUU (la mayor economía del mundo), restando competitividad a empresas de terceros países y generando un efecto dominó en las cadenas de suministro globales. Aunque el término “arancel secundario” no es oficial ni aparece en tratados, Trump lo emplea como arma comercial y política con una lógica clara: aislar al adversario castigando también a quienes le compran.

Si bien son muchos los países que compran petróleo ruso, realmente hay tres países que están adquiriendo barriles de los Urales a ritmos agigantados y que son las grandes patas que sostienen la industria rusa. Estos son China, India y Turquía. Solo estos tres países representan cerca del 74% de todos los ingresos del oro negro que fluyen hacia Moscú. Si bien Pekín es el gran comprador, con 78.000 millones de euros, Nueva Delhi compra una cantidad nada despreciable de 49.000 millones de euros y Estambul unos 34.0000 millones.

China pagará la fiesta

China es el gran comprador de petróleo ruso y no parece que esto vaya a cambiar en el corto plazo. Pekín ya ha mostrado en otras ocasiones que está dispuesta a asumir el coste político y económico de seguir manteniendo relaciones con Moscú y más si a cambio hay materias primas baratas. Más allá de las contundentes amenazas de Trump en forma de aranceles, parece poco probable que EEUU tenga la capacidad de impedir de forma eficaz que Rusia siga vendiendo su petróleo a China. Las conexiones comerciales entre Rusia y China no dependen prácticamente de navieras occidentales y las rutas pasan a miles de kilómetros de EEUU. Esto puede ser uno de los motivos que han impedido que el petróleo reaccione a esta amenaza con intensidad (el impacto real será escaso).

Pekín lleva ya mucho tiempo comportándose con cierta pasividad ante los llamamientos de EEUU y Occidente. Cuando EEUU y la UE sancionan, Pekín ve una oportunidad para comprar crudo barato y esta vez no parece que vaya a ser diferente. Como prueba de esto se puede acudir a lo que ha sucedido en los últimos años: China ha reforzado su papel como principal destino del petróleo ruso, importando un volumen récord en 2024, mientras que las compras a Arabia Saudí han caído con fuerza, según datos publicados este lunes por la Administración General de Aduanas y recogidos por Reuters. En un contexto de márgenes debilitados y débil demanda interna, las refinerías chinas han optado de forma clara por el crudo con descuento procedente de Rusia.

Las importaciones de crudo ruso —incluyendo los suministros por oleoducto y vía marítima— crecieron un 1% respecto a 2023, alcanzando los 108,5 millones de toneladas métricas, equivalentes a unos 2,17 millones de barriles diarios (bpd). Se trata de una cifra histórica que consolida a Rusia como el principal proveedor energético de China, desbancando a Arabia Saudí, tradicional socio petrolero de Pekín.

Este volumen récord estuvo respaldado tanto por la demanda de las grandes petroleras estatales como de las refinerías independientes, conocidas como teapots, según apunta Reuters. Además, una directriz del gobierno chino para aumentar las reservas estratégicas de petróleo habría reforzado aún más el flujo constante desde Rusia.

En tiempos de incertidumbre económica, China apuesta por el pragmatismo, fortaleciendo sus lazos energéticos con socios como Rusia, Irán o Malasia,

Por el contrario, Arabia Saudí —el mayor productor de la OPEP— envió a China 78,64 millones de toneladas de crudo en 2024, lo que equivale a 1,57 millones de barriles diarios, frente a los 1,72 millones de bpd del año anterior. Según Reuters, esta caída del 9% se explica por el encarecimiento del crudo saudí durante buena parte del año, lo que permitió que el petróleo ruso e incluso el iraní ganasen cuota de mercado. No fue hasta el cuarto trimestre cuando Arabia Saudí logró recuperar algo de terreno gracias a agresivas rebajas de precios y a una caída en el suministro iraní. Aun así, su posición en el podio de los exportadores a China se ha visto claramente debilitada.

En conjunto, las importaciones chinas de crudo cayeron un 1,9% en 2024, registrando su primera bajada anual fuera del contexto de la pandemia. Un crecimiento económico tibio y la demanda interna de combustible en declive explican esta caída, que no impidió que China siguiera siendo el mayor comprador mundial de petróleo. Las entradas de crudo desde Malasia, país clave como hub de reexportación de petróleo iraní y venezolano sancionado, se dispararon un 28%, con 70,38 millones de toneladas (1,41 millones de bpd), situándose como el tercer mayor proveedor de China. Pekín abraza el petróleo ‘prohibido’ de Occidente.

Llama la atención que, a pesar de que China no reportó importaciones oficiales de petróleo iraní durante todo el año, casi todo el crudo procedente de Irán sigue llegando a través de vías alternativas hacia las refinerías independientes del país. Estas instalaciones, presionadas por márgenes muy estrechos y una demanda floja de productos refinados, buscan desesperadamente materia prima barata para mantenerse operativas.

En cuanto a Venezuela, se registró una única carga de 290.000 toneladas en diciembre, elevando el total anual a 1,5 millones de toneladas (unos 30.000 bpd). Aunque modesta, esta cifra representa un ligero repunte y deja abierta la puerta a futuras compras, en un contexto internacional más flexible con las sanciones.

Entre los demás proveedores, Brasil destacó con un crecimiento del 17% en sus envíos, mientras que Estados Unidos sufrió una caída del 36%, reflejo de las tensiones geopolíticas y de una política energética china más centrada en el suministro asequible y geográficamente diversificado.

El mensaje de fondo es claro: en tiempos de incertidumbre económica, China apuesta por el pragmatismo, fortaleciendo sus lazos energéticos con socios como Rusia, Irán o Malasia, y dejando de lado, al menos parcialmente, a tradicionales proveedores como Arabia Saudí o Estados Unidos. En esta partida de ajedrez energética, Moscú ha movido sus piezas con eficacia.

La India, el gran perjudicado

La India es, probablemente, el país que más puede sufrir con el pulso de EEUU y Putin. Los analistas locales ya están saliendo a la palestra para avisar del duro impacto que sentiría toda su economía si la medida entra en vigor, independientemente de que puedan adaptarse a la nueva realidad que plantea Trump.

Este país asiático detectó una oportunidad histórica con la guerra de Ucrania y ha disparado un 1000% sus importaciones de crudo ruso desde 2021 hasta los 1,6 millones de barriles diarios. El país con más de 1.000 millones de ciudadanos bajo sus fronteras tiene una gran dependencia del 85%del exterior por lo que lograr un abastecimiento barato de energía es clave para el país. En ese sentido el crudo ruso se ha convertido en un pilar difícilmente sustituible representando cerca del 44% de las importaciones del país.

Además dar marcha atrás implicaría romper acuerdos a largo plazo que el país ha firmado, creyendo que los precios bajos marcaban una ventana de oportunidad para garantizar envíos durante años. Este mismo diciembre Rosneft y Reliance firmaron un acuerdo de suministro de petróleo por 10 años en un acuerdo de 500.000 barriles diarios entre ambas naciones.

Si Trump cumple su amenaza estaríamos hablando de un impacto entre 24.500 millones de euros y 12.250 millones extra sobre los aranceles que ya planeaban sobre el subcontinente indio. Según Emkay, una firma de inversión local, solo con el arancel del 10% que ya estaba sobre la mesa antes de la decisión contra Rusia, ya estaba en juego cerca del 0,16% del país.

Para la India el sector exterior y las exportaciones son uno de sus principales motores de crecimiento, representando un 12,1% de todo su PIB. De estas ventas al extranjero EEUU se ha erigido durante años como su principal socio comercial, con cerca de un 17,7% de las exportaciones totales, según Santander. En resumen, el comercio de EEUU con India le supone un 2,14% de toda su economía y su crecimiento pasa, en buena medida por mantenerlo e incrementarlo. Ahondando más en el comercio entre ambos países, India exporta cerca de 97.000 millones de dólares anuales en tecnología y Software para EEUU, 7.400 millones de productos farmacéuticos y 8.000 millones en productos textiles.

Esta ha sido una de las grandes claves del poderoso crecimiento Indio de los últimos años. Tras la caída del 5,8% por el covid, la economía de la región ha repuntado un 9% en 2021, un 7% en 2022 y un 8,4% en 2023. Las estimaciones oficiales del gobierno local apuntan a un crecimiento del 6,5% para el ejercicio 2023-2024. Si bien este crecimiento se ha basado en buena medida en el consumo interno, la realidad es que las exportaciones representaron una contribución neta al PIB del 10,4%.

Los aranceles pueden cambiarlo todo pues un cambio abrupto en la balanza comercial puede desatar una auténtica sangría en la rupia. Desde Gavekal Economics explican que “El déficit estructural por cuenta corriente de la India implica que depende de los flujos de capital extranjero para apuntalar la rupia”. Los expertos de la firma explican que hasta ahora El Banco Central de la India ha estado quemando dinero de sus reservas para apuntar la moneda y evitar su caída, que se podría ver acelerada por los aranceles. “Si bien cuenta con 650.000 millones de euros ya ha agotado 50.000 millones y seguir interviniendo no es sostenible”.

“El déficit estructural por cuenta corriente de la India implica que depende de los flujos de capital extranjero para apuntalar la rupia”

En consecuencia, creen que si se resiente la demanda de rupias por las menos exportaciones la situación se saldaría con más inflación que afecta a la economía, frenando el poder de los consumidores u obligando a potentes subidas de tipos de interés que también dañarían el PIB al drenar el crédito de su sistema financiero. Actualmente la inflación en India se había logrado bajar del 5,36% en 2023 al 4,37% en 2024 y en febrero se logró una gran victoria con un gran ‘bajón’ de los precios hasta el 3,63%. Ahora desde Nueva Delhi se juegan todo lo logrado en un conflicto comercial Rusia-EEUU donde se han convertido en daños colaterales.

La India corre el riesgo de quedarse sin petróleo barato si sigue el ‘juego’ de EEUU. Por un lado, puede perder el petróleo ruso o parte de él, pero por otro también peligra el crudo venezolano, donde las sanciones ya están más avanzadas. De acuerdo con datos del Departamento de Comercio indio, la India es uno de los principales compradores de petróleo venezolano, habiendo importado 22 millones de barriles en 2024. En enero, sus compras ascendieron a más de 254.000 barriles diarios (bpd), lo que representa casi la mitad de las exportaciones totales de Venezuela, que ascendieron a 557.000 bpd, la mayoría de ellas por el conglomerado indio Reliance Industries.

Aunque el Gobierno indio no ha estimado el impacto de nuevos aranceles, las compras hechas por Nueva Delhi son cruciales, sobre todo para Venezuela. La India, una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo, necesita enormes cantidades de energía para alimentar su desarrollo.

Aunque el petróleo venezolano representaba menos del 2 % de sus importaciones totales en 2024, este suministro era valioso para la estrategia india de diversificar sus fuentes, ante la vulnerabilidad a interrupciones en el suministro de una sola región. La mayor parte de este comercio se realiza a través de Reliance Industries, un gigante energético privado indio, que tiene una de las pocas plantas en el país capaz de procesar el merey de Venezuela.

El Gobierno venezolano es objeto desde hace varios años de sanciones restringen las transacciones financieras con la petrolera estatal venezolana, PDVSA. Sin embargo, Reliance está entre algunas empresas con exenciones que el Gobierno estadounidense otorgaba para comprar petróleo venezolano bajo condiciones específicas, junto a Chevron y Repsol, mientras que China domina el comercio en el mercado negro.

Esto proporcionaba un flujo de ingresos crucial para Venezuela, representando aproximadamente la mitad de su producción total de petróleo. Mientras que la India conseguía petróleo entre 15 y 18 dólares más baratos por barril que la canasta de importación, por debajo incluso de los precios del de Rusia o Arabia Saudita, los mayores proveedores de India.

Turquía y el triste recuerdo de 2018

En el caso de Turquía el impacto puede ser algo menor pues, a diferencia de la India, tiene un suministro algo más diversificado. Para el país liderado por Erdogan las compras de crudo ruso suponen un 19% del total al comprar 225.000 barriles diarios . El país otomano ha disparado las compras de petróleo ruso para aprovechar los menores precios y de este modo, se expone a un arancel secundario de Trump por ello de entre 8.500 y 17.000 millones de euros.

La nación euroasiática se encuentra, en cualquier caso, en un momento especialmente delicado por su elevada inflación, la siempre presenta volatilidad de la lira y por su gran exposición al mercado internacional. Para Estambul el exterior representa el 55% de su PIB. En ese sentido, solo el comercio con EEUU representa un 2% de su PIB con 17.000 millones en venta, un 7% del total. A diferencia de la India su exposición está más repartida gracias a sus clientes en Asia, Oriente Medio y la Unión Europea.

En 2018 la lira caía un 30% en un solo mes con los aranceles al acero y aluminio

La lira lleva ya mucho tiempo arrastrada por la política monetaria en la que está inmersa el país. Un caos que ha permitido que caiga un 12% frente al dólar en los últimos doce meses y que se ha acelerado estos días con las detenciones de opositores por parte de Erdogan.” La inesperada detención del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, ha provocado una venta masiva de activos, ya que la prima de riesgo político ha vuelto a los activos turcos. La lira turca es el principal amortiguador, y su venta masiva solo se vio moderada por la intervención a gran escala del Banco Central de la República de Turquía y los bancos estatales. La subida de emergencia de 200 puntos básicos del tipo de interés de referencia del jueves, hasta el 46%, puede ayudar a estabilizar la situación con respecto a los inversores extranjeros, pero la principal preocupación de cara al futuro es la posible dolarización entre la población local. Si esto se acentúa y la población local pierde la confianza en la lira, podríamos ver una mayor debilidad de la moneda en el futuro”.

Esta situación ya tensa puede agravarse con una escalada arancelaria. La experiencia ya sucedió en el primer mandato de Donald Trump donde impuso un arancel del 20% al aluminio y del 50% al acero. Estas medidas. Solo en agosto de 2018 la moneda perdió un 30% de su valor frente al dólar. Al igual que entonces, los aranceles se mezclaron con un banco central negándose a subir más los tipos de interés y con la detención de un pastor estadounidense en el país, algo que encendió las alarmas de una escaladamayor.

Sin duda el pánico de 2018 fue uno de los peores episodios inflacionarios que se recuerdan. Prácticamente de forma paralela el IPC del país euroasiático se disparó un 25% en un solo mes (octubre, cuando empezó a manifestarse su impacto, según los expertos) y arrancó una espiral en los precios que parecía incontenible. Todo esto teniendo en cuanta que el impacto total de los aranceles está estimado, según el Banco Central de Turquía, en 2.500 millones de dólares, ahora el impacto sería ostensiblemente mayor.

Fuente: Revista El Economista

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