Titularidad de Alan Franco en la derrota en casa de la T ante el Taladro, previo a unirse a la Tricolor en Australia. ue su segundo triunfo consecutivo, ya que venía de vencer a Boca (1-0). De esta forma, el equipo dirigido por Javier Sanguinetti consolida el despegue que había iniciado contra el Xeneize.
El Taladro sacó adelante un partido friccionado, plagado de efusivas protestas, con pasajes de juego brusco y mucha calentura. Los cordobeses reclamaron por el penal que Darío Herrera sancionó, a instancias del VAR, luego de una acción en la que Benavídez intentó rechazar la pelota en el área propia y la punta de su botín rozó a Giménez, quien apareció desde atrás. Un penal que luego se encargó de capitalizar Aleman, quien puso su inteligencia y capacidad de lectura del juego al servicio del equipo y entendió lo que había que hacer en cada momento del encuentro.
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Banfield fue un conjunto ordenado, pragmático, al que no le interesó demasiado la posesión de la pelota y tuvo apenas un 37% de tenencia. Sanguinetti dispuso un planteo similar al que había mostrado contra Boca, encuentro en el que pareció encontrar una forma de jugar en la que se sintió cómodo en tiempos en los que impera el nerviosismo como consecuencia de la falta de resultados. El entrenador interpretó que debía armar el equipo de atrás hacia adelante para encontrar fortalezas y luego soltar las amarras de a poco.
Banfield procuró achicar líneas hacia atrás, aunque sin dejar de ejercer presión sobre los receptores del rival. Talleres fue el que propuso y administró la pelota, pero careció de eficacia y chocó varias veces con los guantes de un Cambeses que fue una muralla impenetrable y se erigió como la figura de la noche con seis atajadas fundamentales.
Los cordobeses, que de ganar hubiesen alcanzado la línea de San Lorenzo, se ahogaron en la falta de contundencia y llevan tres partidos sin triunfos. Valoyes, Garro, Santos y Villagra fallaron en la zona de definición y el precio fue una dura derrota. Para Banfield fue un triunfazo. (D)